Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Padualand

Padualand
Guion
Miguel Vila.
Dibujo
Miguel Vila.
Formato
Rústica con solapas, 164 págs, color. 17.5x24 cm.
Precio
22€.
Editorial
La Cúpula. 2023.
Edición original
Padovaland (Canicola).

¿A que os ha sucedido alguna vez que conocéis a alguien que tiene una imagen, se comporta de una manera, pero en un momento concreto hace algo u os enteráis de algo que os muestra que es una persona completamente diferente? Y voy más alla, ¿a que todos y cada uno de vosotros tenéis algo, una afición, un fetiche de cualquier tipo o incluso un mero rasgo de personalidad que sabéis que, de hacerlo público, sería visto con cierta reprobación por algunas personas? Padualand, la primera obra de Miguel Vila, que aquí La Cúpula ha publicado después del rotundo éxito de la que fue cronológicamente su siguiente obra, Dulce de Leche, nos abre una ventana a la vida de un grupo de amigos que no son lo que parecen. Todos ocultan algo por vergüenza, inseguridad o miedo al rechazo. La magnética narrativa de Vila convierte la vida de un grupo de «perdedores» en un crisol donde convergen personalidades muy diferentes, con un halo de sufrimiento e insatisfacción que los hace tremendamente interesantes.


La obra se mueve saltando continuamente de un personaje a otro: Irene es una chica rellenita que trabaja en un supermercado y sufre los comentarios del carnicero, mucho mayor que ella, que va hablando de ella a los demás como si la conociera; Fabio es su hermano, un tipo con dificultades sociales, que está enamorado de Catia, una chica pizpireta que tras una fachada de felicidad en redes sociales oculta inseguridades y soledad; Andrea es un tipo que vive sometido por el yugo de una novia mayor que él, dominante y manipuladora, que ve una realidad diferente al relacionarse más con Giulia, la que ha sido mejor amiga de Irene, y que está distanciada de ella, sin saber exactamente por qué…

Vila abre la historia con varios planos de Padua y hace zoom hasta los personajes, comienza a saltar de uno al otro mostrándonos sus vidas, para acabar haciendo un zoom hacia afuera y mostrarnos otros paisajes. La obra comienza de día y acaba de noche, completando esa sensación de que nos ha contado un trocito de las vidas de esos personajes, nos ha enseñado sus problemas y ha conseguido que nos importen, pero que las vidas seguirán adelante después de que nos hayamos ido. Es un ciclo perfecto, como la relación de esa tal Luisa a la que su novio comienza pidiendo otra oportunidad en una pintada y acaba insultando, imaginamos, por no habérsela dado, y es un ciclo narrado con muchísima habilidad.


Aunque, sin lugar a duda, y a pesar de todos los aciertos en el apartado gráfico de los que hablaré a continuación, lo más destacable de Padualand es ese retrato de personajes falibles, ese grupo de perdedores que, en algunos casos, no lo parecen. Son gente que intenta hacerlo lo mejor que saben, no tienen la culpa de que no les salga bien porque, o bien no conciben otra manera de hacer las cosas o no tienen los recursos para hacerlo. Hay dos tipos de personajes: los que comienzan produciéndonos mucho rechazo por sus defectos y con los que acabaremos empatizando, y los que aparentan éxito social pero en el fondo son los que más soledad transmiten. Tal vez los segundos nos produzcan más lástima, porque al menos los otros son personas que no quieren o pueden aparentar.

El dibujo, el color y la narrativa de Vila son fabulosos. Alterna continuamente composiciones de página en la que el plano de visión pasa del primerísimo primer plano a un lejano plano cenital, y de la viñeta grande a las múltiples viñetas pequeñas con transiciones lentas hacia el detalle. En los primeros planos, Vila muestra un estilo muy realista con la distorsión propia del gran angular u ojo de pez, y con un hiperrealismo que recuerda a Emil Ferris o incluso a Robert Crumb, con quien también coincide en el patetismo humano y en las pulsiones sexuales absolutamente contrapuestas al idealismo de este tipo de escenas cuando son llevadas a una representación de cualquier tipo (cine, TV o cómic). Vila muestra cuerpos imperfectos, con estrías, obesos, escuálidos, desproporcionados… como la vida misma.


En definitiva, Padualand es una obra muy diferente, que muestra una encrucijada en la que un grupo de personas imperfectas irán cruzando sus caminos bien sea para quedarse o bien para pasar de largo. Una historia con reminiscencias a películas como Magnolia o Vidas Cruzadas, o series como Euphoria, que derrochan realismo por las evidentes deficiencias de sus protagonistas. Una obra que no tiene moralejas ni muestra viajes de personajes, sino que nos muestra un trozo de sus vidas y cómo irán cruzándose entre sí. Algunos aprenderán algo, otros no, algunos darán una patada al suelo y dirán basta, otros demostrarán que son más miserables de lo que ya parecían… un viaje narrado con maestría que sorprende por un acabado técnico mucho más milimetrado de lo que aparenta, y que leída junto con Dulce de leche, deja claro que Miguel Vila todavía tiene mucho que contarnos.

Lo mejor: Lo bien que está narrada. Personajes reales con los que podrías cruzarte todas las mañanas camino al trabajo. El color.

Lo peor: Su crudeza y realismo pueden producir rechazo a quienes no están acostumbrados a lecturas de este tipo.