El irlandés Declan Shalvey es uno de esos autores que probablemente no estén en los tops de superestrellas de casi nadie, pero echando la vista atrás puede sorprendernos lo meteórico del ascenso de su carrera. Old Dog es hasta el momento la última parada en su trayectoria y llega a España de la mano de Norma Editorial.
Old Dog (Perro Viejo) 1 recopila los primeros seis números de la serie de Image Comics que se ha tomado un descanso tras este primer arco para volver en algún momento de 2024, lo cual tampoco es de extrañar, dado que Shalvey escribe, dibuja y colorea y es de suponer que requiera cierto tiempo.
No es la primera vez, no obstante, que se lo guisa y se lo come él solito. Hace un par de años hemos podido verlo en el especial Immortal Hulk: Flatline, aparecido en la grapa 32 de Inmortal Hulk, pero desgraciadamente no recopilado en los premieres. Sin embargo, Old Dog es la primera serie regular en la que se ha embarcado como autor completo. Y es que aunque debutara como dibujante en 2006 con Hero Killer para la británica Moonface Press — y ganando un premio Eagle nada menos — hace apenas 10 años que el nombre de Declan Shalvey comenzó a oírse en todas las bocas al cruzarse con Warren Ellis en Moon Knight. Llevaba ya 5 años haciendo trabajos de diversa importancia en Marvel, pero sería este el momento que lo lanzaría a la palestra como artista y que posibilitaría Injection y, lo más curioso, que comenzará una carrera paralela como guionista con Civil War II: Choosing Sides o Masacre vs. El viejo Logan sólo un par de años después. Los últimos años ha venido desarrollando simultáneamente trabajos sueltos para Marvel con sus series y novelas gráficas creator owned en Image, con títulos como Savage Town — del que nos hablaba en esta entrevista —, Bog Bodies o Time Before Time, aunque curiosamente en todas como guionista.
Y así llegamos de vuelta a Old Dog donde se hace cargo de toda la labor creativa excepto la rotulación, que deja en la versión original a Clayton Cowles. Old Dog nos habla de Jack Lynch, un agente de la CIA en su última misión antes de jubilarse, cuando, cómo no, algo sale estrepitosamente mal. Sin entrar mucho en cómo — que de eso irá en gran parte esta historia —, Lynch se ha convertido en un superagente que ahora es reclamado por una organización ultrasecreta llamada Círculo Negro, a la vez que tiene que lidiar con su confuso pasado.
Aunque forma parte del juego, comenzar a leer Old Dog puede hacerse un tanto turbio y caótico. Elipsis, juegos del despiste, saltos temporales, sembrar dudas sobre lo que es verdad y lo que no… afrontar este cómic con el objetivo inmediato de desentrañar qué, cómo y por qué sucede todo puede ser un camino escarpado. Al final del tomo quedará más o menos aclarado — y digo más o menos — pero tal vez no conviene obsesionarse con ello durante la lectura y más que descubrir los hilos de la trama, tal vez el enfoque más adecuado vaya por ver qué trata de hacer Shalvey.
Mediante los lugares comunes de las historias de superespías — acción, agentes dobles, secretos, reuniones de incógnito, giros… — Shalvey decide hacer de esta serie su patio de recreo gráfico y narrativo. Plantea cada grapa como su propio experimento independiente, un poco de un modo similar a lo que hacía en Caballero Luna, pero controlando esta vez todo el proceso. No puedo evitar pensar en Echolands al leer Old Dog y, aunque temática, argumental y tonalmente se parecen lo que a un huevo a una castaña, ambas son la herramienta de un dibujante de extraordinario talento e inquietudes experimentales en lo narrativo por desatarse en lo que más les gusta y mejor se les da.
El qué demonios está pasando no es al fin sino el hilo que une, casi como una excusa, el despliegue artístico de este cómic. No puedo negar que la trama se le vaya de las manos en algún momento ni que al terminar el tebeo no me queden aún preguntas sobre algunos de los acontecimientos que acabo de leer. Pero dejémoslo en que lo necesario queda en su sitio al final y el espectáculo portentoso que acabamos de presenciar bien compensa ciertas dudas.
Shalvey sigue siendo ese hijo que podrían haber tenido Frank Miller y Kevin O’Neill y no resulta extraño ver en Old Dog retazos de Dark Knight Returns o Marshall Law, pero esto no deja de ser el menú que ya sabemos que vamos a encontrar en una obra de este autor irlandés. Tal vez una de las mayores sorpresas reside en el color, que recuerda poderosamente en planteamiento al tratamiento que en su día le diera Jordie Bellaire, quien fuera su esposa y pareja creativa durante años, aunque quizá con más textura, pero igualmente centrado en esos contrastes cromáticos drásticos que tan bien le sientan a su estilo. Cada capítulo tiene su propia paleta, pero siempre jugando con el uso dramático de la misma por encima del naturalismo, contribuyendo a incrementar la intensidad en una historia ya de por sí trepidante.
Queda todo en un impasse y con un giro que abre la puerta a un segundo arco, pero habrá que esperar para leerlo, ya que en los USA aún no ha empezado algo me dice que la espera merecerá la pena para los fans de Shalvey.
