Peter Bagge crea a Buddy Bradley en 1981, cuando tenía tan solo 24 años. Tras varias apariciones en Neat Stuff (en castellano, Mundo Idiota) junto con el resto de su disfuncional familia, el personaje consigue su propia serie regular en 1990, convirtiéndose en un icono de la Generación X. Peter Bagge tiene ahora 67 años, y los miembros de la Generación X pasamos todos holgadamente de los cuarenta, con los mayores de este grupo demográfico a punto de cumplir los sesenta. Así que cuando se anunció que Bagge iba a volver durante cuatro números más a la serie que le dio la fama, los ya veteranos lectores que éramos veinteañeros cuando se publicaba la etapa original sentimos una punzada de expectación nostálgica. Y ya, por fin, tenemos en nuestras manos ¡Odio desatado! y podemos decir si ha estado a la altura de lo esperado.
En pocas palabras: lo está. Lo fácil habría sido que Bagge hubiera vuelto a los 90, la década que está sustituyendo cada vez en el entorno nostálgico a los añorados 80, y contarnos más historias de ese Buddy vago, pasado y con amigos cuando menos cuestionables. Y aunque alguna puntual hay, en forma de flashback en blanco y negro, eso habría sido un exploit descarado de la nostalgia, al estilo de la gira de reunión de Oasis, y Peter Bagge es un autor mucho más honesto que todo eso y con cosas mucho más interesantes que decir que darnos una tonelada de member berries. En su lugar, ¡Odio desatado! nos da exactamente lo que necesitamos: una mirada a cómo le ha sentado el paso del tiempo a Buddy Bradley, a Lisa, a Val y George, a sus hermanos Babs y Butch, y a muchos de los personajes habituales de la serie original. Sí, también hay sitio para Apestoso.
En este tomo el autor hace un fast forward a la vida de Buddy y compañía y nos trae al presente. Buddy ya tiene una vida totalmente asentada, en lo emocional, económico y estético. Atrás quedan las drogas constantes, los dramas con novias con las que no conectaba y su marciana etapa con una estética a lo Popeye el marino. Toca dar la bienvenida al mundo real. Pero un mundo real desprovisto de épica, de grandes aventuras, de héroes y villanos. ¡Odio desatado! nos presenta una evolución de personajes creíble. Tan creíble que si se lo cuentas a cualquiera cambiando los nombres de estos personajes por los de gente que conoces, no hay nada que les pueda extrañar.
Así, por ejemplo, Buddy y Lisa siguen inesperadamente juntos muchos años después. Quizás no sean la pareja más compatible de la historia, pero ahí están… con un hijo ya adulto, y preocupados por las malas decisiones vitales que el chaval está tomando y las malas compañías con las que se está juntando. Quién le iba a decir a Buddy que su hijo iba a hacerle sentir de una forma no demasiado diferente a como lo hizo él con su padre. El propio Buddy también ha tenido una evolución personal, con un cierto desencanto que trae la madurez, pero también con una tranquilidad regada con una pizca de melapelismo. Por cierto, podéis estar tranquilos: Buddy no se ha vuelto MAGA. Buddy es una mirada exagerada, cínica y en cierto modo autocrítica de Bagge hacia sí mismo, y aunque el autor ha manifestado en múltiples ocasiones una ideología libertaria, no ha tenido la deriva reaccionaria que otros de su misma cuerda sí han tenido. Lo cual no quiere decir que Buddy sea una persona woke que simpatice con todas las nuevas realidades sociales que van surgiendo: hay varias que no las entiende. Quizás ha llegado a una edad que su capacidad de adaptación no es ya la de una persona joven. En el lado opuesto podríamos tener a Val: por mucho que se vista de progre, no deja de ser una pija de clase media-alta que apoya a los colectivos desfavorecidos mientras estén lejos de su casa. Parece que el estereotipo de las charos es más mundial de lo que a priori podríamos pensar.
Uno de los factores que han convertido la versión española de Odio en una de las más exitosas del mundo es la traducción de Hernán Migoya, que adapta el lenguaje de los personajes a la cotidianeidad española de una forma tan certera que nos resultan totalmente cercanos. Podéis estar tranquilos: repite con su labor de una forma tan impecable como en los tomos anteriores, y además escribe la introducción del tomo.
Si algún lector se intenta acercar a ¡Odio desatado! sin conocer la serie previa, va a estar bastante perdido. No es un buen punto para acercarse a unos personajes que tienen décadas de existencia, pero sí una excusa para que los lectores que no lo hicieran antes, se tiren de cabeza a esta legendaria serie. Así que ya sabes, si ya has leído Odio, mejor de veinteañero o treintañero temprano, y ya estás en una etapa de tu vida en la que tus rodillas ya tienen nombre (la buena y la mala), esta serie te va a encantar. Uno de los tebeos del año.