La revista Métal Hurlant supuso un antes y un después en las publicaciones de cómic a nivel mundial. Planteada como una publicación donde presentar historias de ciencia ficción con gran libertad para explorar métodos narrativos, fue creada por Jean Giraud (Moebius), Philippe Druillet, Jean-Pierre Dionnet y Bernard Farkas. El trabajo de Moebius ha sido editado en diversas publicaciones con anterioridad pero, por primera vez y gracias a Reservoir Books, se recopila en un solo tomo todo su trabajo en la revista de una manera cronológica, incluyendo las historias del genial autor francés de 1975 a 1987. Se incluye también en Obra hermética la historia El hombre del Ciguri, continuación de El garaje hermético publicada en 1990 como complemento para una edición integral de esta serie.
Si tuviéramos que resumir lo que hizo Moebius para esta revista en una sola palabra probablemente la que más gente elegiría sería «influyente». Cuando hojeamos este tomo y repasamos sus diversas historias, vemos la relevancia que ha tenido el trabajo de Giraud en obras posteriores de diversos ámbitos: cine, videojuegos, diseño… Es muy fácil verle en Blade Runner, El quinto elemento, o los videojuegos Journey o No Man’s Sky, por citar solo unos ejemplos evidentes, pero también es fácil ver cómo cambió la ciencia-ficción y el cómic en general, aportando su elevado arte a publicaciones que siempre han sido menospreciadas por estar vinculadas a lo infantil. Son muchos los autores que han reconocido la influencia de Moebius en su carrera: Frank Miller o Katsuhiro Otomo, en cuanto a los diseños de las grandes urbes pero también Neil Gaiman o Alan Moore a la hora de crear historias fantásticas en las que se incluían una serie de reflexiones filosóficas o existencialistas que no se habían planteado antes.
En este tomo de casi 500 páginas vamos a encontrar material de todo tipo, y cambios de estilo que dan una idea de la capacidad artística que tenía el autor. Probablemente las dos más conocidas son Arzach y El garaje hermético de Jerry Cornellius, que sirve de inspiración al nombre de este recopilatorio. Como curiosidad, la segunda se tuvo que quedar en El garaje hermético sin más, debido a que daba lugar a pensar que se estaba intentando aprovechar el personaje de Michael Moorcock, y se optó por el recorte de título para evitar problemas legales, aunque a todas luces no tiene nada que ver con el antihéroe del creador de Elric.
Arzach nos presenta a un silencioso explorador que viaja a lomos de un pterodelfo (una variación de un pterodáctilo). Tuvo un gran impacto en su día, por la creación de escenarios variados que parecían sacados de un sueño pero con una rotundidad que inspiraba credibilidad dentro del contexto de la fantasía. Las primeras aventuras eran cómics mudos, en los que se pone de relieve la potencia narrativa que tiene el cómic. La ausencia de textos deja libertad al lector para interpretar algunas de las cosas que suceden, a la par que añade una relevancia narrativa, aportando un ritmo pausado y melancólico. Redefinió la manera de contar historias y es aquí donde se comienzan a ver esas arquitecturas imposibles tan características.
El garaje hermético está protagonizada por el Mayor Gubert, un personaje que viaja entre realidades, y es un precursor de esos multiversos tan de moda en los últimos tiempos. En ella Moebius puso en práctica el método de escritura automática, en la que se busca que lo que se escriba surja del terreno de lo inconsciente, una muestra más de los terrenos experimentales en los que se movía el autor en esa época. Tal vez sea la serie más compleja de todo el tomo, por su ausencia de linealidad y la aleatoriedad de su contenido, aunque por otro lado, destacaba por los cambios de género y de ambientación que hacía que pasáramos de la ciencia ficción al western o las peleas de espadas. Una serie con tintes existencialistas y que explora el equilibrio entre el caos y el orden. Como muestra de la simbiosis de Moebius con otros autores, vemos la propia influencia de Will Eisner en el francés a la hora de incluir los títulos de crédito dentro de la arquitectura de las viñetas.
A destacar también dentro del resto de material incluido El largo mañana, escrito por Dan O’Bannon y que supuso una influencia total en el género ciberpunk y en obras como Blade Runner. Aunque si miramos el resto de material en conjunto lo más llamativo es el continuo afán experimental, cambiando de temáticas, estilos artísticos que se mueven del cartoon a lo hiperdetallista y del puntillismo a dibujos planos y sencillos. Igual apuesta por historias con estructura de tiras de prensa que otro tipo de extensión, pero siempre dando mucho peso a la estructura de página y a combinar la claridad narrativa con una presentación visual epatante.
Con esto, podemos decir que Obra hermética es un tomo de lectura obligatoria para cualquier amante del cómic y la narrativa gráfica. Trabajo imprescindible para entender la evolución del medio a mediados de los años setenta y poder percibir cómo influyó en el futuro de la cultura popular. Un tomo que cuenta además con un extenso artículo final a cargo del crítico Claude Ecken en el que analiza con minuciosidad la influencia del autor, así como la historia de la revista Métal Hurlant. Teniendo en cuenta las fechas en las que estamos… un regalo perfecto para los que disfrutamos del cómic como medio de expresión artística.
Lo mejor: La edición, fabulosa. El artículo de Ecken. Poder percibir lo influyente que ha sido Moebius en los años siguientes.
Lo peor: Perdérselo.