Existe cierto debate sobre si el costumbrismo es o no un género como pueden serlo el noir, la ciencia ficción o el western, pero en cualquier caso, es a priori más difícil de hacer atractivo. ¿A quién no le seduce una historia de detectives, una odisea espacial o un duelo al sol? Sin embargo, es mucho más complicado captar nuestra atención e interés con una tarde de compras, una comida a la mesa o una jornada de trabajo. Por eso, cuando una autora con el talento y la sensibilidad de Akimi Yoshida nos da un manga como Nuestra hermana pequeña 2, resulta una pequeña joya.
Yoshida ya demostró que se desenvuelve como pez en el agua en el terreno de la acción y el suspense con Banana Fish, pero como ya dijimos en el tomo anterior, esta serie no puede ser más distinta. Aquí no tenemos persecuciones, peleas ni conspiraciones solo los devenires cotidianos de cuatro hermanas.
Cuando las armas con las que cuenta un autor son sólo hechos cotidianos que podrían pasarnos… perdón, que nos han pasado cientos de veces y seguramente vuelvan a pasarnos, hay fundamentalmente dos vías para conseguir capturar nuestra atención y nuestros corazones. La primera vía sería impregnar a los hechos mundanos de una especie de poesía. Esto es lo que hacía como nadie, por ejemplo, el maestro Jiro Taniguchi, que con su extraordinario sentido lírico podía convertir un paseo en algo cautivador. No digo que lo que nos cuenta Akimi Yoshida en Nuestra hermana pequeña 2 esté exento de una cierta poesía, pero no es ese el lado por que que afronta su historia. El otro gran frente del costumbrismo son los personajes.
De nuevo en el ejemplo de Taniguchi, los personajes casi nunca importaban demasiado. Eran vehículos para que el lector se proyectase y sintiera en su piel esa magia que nos transmitía la historia. Yoshida se decide por el ángulo contrario y son los personajes los que entran en nosotros y quedamos prendados de ellos de tal modo, que cualquier cosa que suceda nos hechiza, porque les pasa a ellas y es de ellas y de quienes las rodean de quién queremos saber más, de quien nos importa saber más. No es casualidad que Nuestra hermana pequeña 2 empiece con una página de resumen de personajes y, a buen seguro, será una constante en los tres tomos que aún nos quedan.
Así, este tomo comienza con una pequeña elipsis en el momento en que se cumple el primer aniversario de la muerte del padre de las protagonistas. Suzu ya lleva casi un año viviendo con sus hermanas y ya tiene hecha su vida en Kamakura, la ciudad al sur de Tokyo a la que se refiere el título de la serie. El equipo de fútbol y sus compañeros son lo primero, pero también tendrá que empezar a decidir sobre su futuro y asistiremos a los primeros conatos de romance incipiente. El plano romántico y laboral también será el centro de la historia de su hermana mayor, Sachi, aunque de un modo completamente distinto y, aunque tendremos también retazos de las vidas de Yoshino y Chika, quedarán un poco más en segundo plano en esta entrega.
Obviamente, Akimi Yoshida debe dosificar la información y la carga protagónica entre las cuatro hermanas y no puede contarnos todo a la vez, pero fijaos si ya se han ganado nuestro corazón con solo el tomo anterior, que sólo dando un paso atrás con las dos hermanas medianas, ya consigue que las echemos de menos.
Cada una de ellas es distinta y aun así es imposible no cogerles cariño a todas ellas. Pero no solo a ellas, también al resiliente Yuya, al bocazas Masa, al entrenador Yasu, a Futa, a Miporin, a Hamada… Aquí no vamos a tener monstruos gigantes, ni peleas en trajes de colores o viajes en el tiempo; sólo un puñado de personas con las que nos vamos a emocionar, con quienes vamos a reír y entristecernos y esa apariencia de que llegar así a nosotros fuera fácil con la que nos obsequia Yoshida es lo que hace que, al igual que la primera entrega, nos merendemos las casi 400 páginas de Nuestra hermana pequeña 2 en una sentada.
Pero para que esto sea posible hay algo aún más importante que saber escribir personajes y es saber dibujarlos. Dibujar un manga como este requiere, entre otras cosas, una madurez de ego más que considerable. Hemos visto de lo que es capaz Akimi Yoshida cuando tiene que hacer que la cosa se ponga trepidante en Banana Fish y ha demostrado que sabe desplegar todo el espectáculo que haga falta. Pero también sabe que en esta serie debe estar contenida, que debe hacer el hincapié en aquellas cosas que tal vez menos lucen. Nuestra hermana pequeña 2 es todo diseño de carácter, acting y creación de ambientes y por eso los personajes y sus historias nos llegan directos al corazón, sin fricción alguna.
Nuestra hermana pequeña 2 es uno de esos mangas que pueden entrarle bien a aquellos lectores que no son habituales de las viñetas japonesas y eso que, paradójicamente, aprendemos mucho de las costumbres y la sociedad japonesa en sus páginas. No obstante, por más que todo suceda en una ciudad japonesa relativamente pequeña y nos narre hechos muy cotidianos y propios de una zona muy determinada, podría decirse que la sensibilidad que transmite Akimi Yoshida es universal.
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