El josei no es que digamos la demografía manga más popular en España, pero con el boom de lanzamientos de los últimos años y la diversificación de propuestas, ya hemos ido viendo algunos, como las obras de Kabi Nagata, Mi padre alcohólico es un monstruo o Don’t Call it Mystery, pero si hay una obra de este tipo que por fuerza tenía que llegar a España antes o después era Nuestra hermana pequeña. Diario de una ciudad costera, de Akimi Yoshida.

Yoshida es la autora del thriller megahit Banana Fish, que ha vendido millones de copias, con su propio anime en Amazon Prime e incluso una obra de teatro. Pero si bien Banana Fish le ha supuesto el fenómeno masivo de público, la obra que le dio el prestigio entre la crítica fue Nuestra hermana pequeña. Diario de una ciudad costera. Akimi Yoshida tiene tres premios Shogakukan, un Excellence Award for manga y un Manga Taishō y tres de esos cinco han sido por esta obra que por fin nos ha traído Panini. Nuestra hermana pequeña tuvo incluso una adaptación cinematográfica en 2015 que llegó a competir en Cannes. Con todo este curriculum y por más que el josei no sea el rey de las ventas, tenía que desembarcar en nuestro país y lo hace en tomos dobles y tamaño kanzenban, el llamado formato maximum de Panini.

Nuestra hermana pequeña. Diario de una ciudad costera comienza cuando tres hermanas que viven juntas en la vieja casa que heredaron de su abuela reciben la noticia de la muerte de su padre, que las abandonó hace ya 15 años. En el funeral conocerán a Suzu, la hija adolescente de su padre con otra mujer, que ahora ha perdido a ambos y de un modo inesperado deciden llevársela a casa con ellas.

Nuestra hermana pequeña no tiene algo parecido a una trama dirigida palpable ni giros trepidantes. Básicamente es lo que en los USA llaman un slice of life. Conoceremos a las cuatro protagonistas Sachi, Yoshino, Chika y Suzu y a la gente que las rodea. Las acompañaremos mientras comen, recolectaremos ciruelas para hacer licor con ellas, iremos a los entrenamientos del equipo de fútbol de Suzu, seremos testigos de sus romances y desengaños…

No fue hasta que empecé a leer Nuestra hermana pequeña que la relacioné con la película y al igual que esta, destaca por la tremenda sensibilidad con la que está construida y la emotividad que desprende. Nos angustiamos con sus problemas y su dificultad para comunicarse. Nos reímos con los malentendidos y las mil situaciones cómicas que tienen lugar. Queremos saber más de ellas y de los distintos personajes secundarios que irán apareciendo, como Tomoaki, Futa o Yuya.

Es difícil desmenuzar de manera analítica Nuestra hermana pequeña porque es un tebeo que se siente, que se lee más con el corazón que con la cabeza y eso no sólo es por la puntería con la que se caracteriza a los personajes, ni por lo bien que se dosifica el ritmo, sino porque el dibujo de Akimi Yoshida no genera la más mínima fricción. Por más que no sea especialmente llamativo en un primer vistazo, tiene la propiedad de desaparecer de la historia, incluso cuando cambia de registro y exagera rasgos en los momentos cómicos. Las líneas, manchas y tramas se esfuman para dejar solo una historia y unos personajes con los que te quedas enganchado.

No puedo menos que recomendar Nuestra Hermana Pequeña a aquellos que vieran en su día la película si es que, como un servidor, se quedaron prendados de aquellos personajes y, si aun no le habéis dado una oportunidad al film de Hirokazu Koreeda, dadle un tiento tanto a la peli como al manga. Os aseguro que no llegan muchos como este por estos lares.