Es la hora de las tortas!!!

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Novedad Fulgencio Pimentel junio 2019

Novedad Fulgencio Pimentel junio 2019 - Vicios modernos

Vicios modernos

Ceesepe
Tapa dura (madera). 20,4 x 28,6 cm. 372 págs.
PVP: 39 €
Coeditado con el Archivo Lafuente y en colaboración con La Casa Encendida

«Vicios modernos presenta la obra gráfica de Carlos Sánchez Pérez, más conocido como Ceesepe (Madrid, 1958-2018). Este libro se publica en el contexto de la exposición del mismo nombre que La Casa Encendida dedica a esta etapa del artista y en la que se exhibe, por primera vez en una institución, su obra vinculada al cómic. Ceesepe empezó a dibujar en el colegio. Con apenas dieciséis años publicó su primera historieta y nueve años después las últimas. Durante esa década intensa el cómic se convirtió en bandera de la contracultura que afloró entre las grietas del final del franquismo. Ceesepe desarrolló un estilo arraigado primero en el underground estadounidense para luego descubrir —bajo la influencia de la fotografía, el cine, la música y, sobre todo, las calles de Madrid— un poético lenguaje propio.

En este libro reunimos todas —o casi todas— sus historietas, siguiendo un orden de creación, y no de publicación, que permite descubrir no solo la metamorfosis de su estilo, sino cómo se desarrolló una aventura que nació a hurtadillas en un pupitre a principios de los años setenta para concluir en 1983, ya en su plenitud, frente a un caballete. Los originales, las fotografías y los cuadernos que aquí se reúnen son en muchos casos inéditos. Los fondos fueron adquiridos por el Archivo Lafuente, que junto con La Casa Encendida trabajó mano a mano con el artista hasta su muerte en septiembre de 2018».

ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS, comisaria de la exposición Vicios modernos. Ceesepe 1973-1983.

Antes de convertirse en el pintor que extrajo poesía de las malas calles de Madrid, Ceesepe (Madrid, 1958-2018) fue un precoz, tenaz y brillante dibujante de historietas. Su obra en el ámbito del cómic se desarrolló a lo largo de apenas diez años, pero su influencia y resonancia no se limitó a ese periodo. Hoy, décadas después, se presenta como un singular retrato de la vida que siguió al fin de la dictadura.

Coeditado con el Archivo Lafuente y en colaboración con La Casa Encendida, Vicios modernos, con casi 400 páginas, es una recopilación integral y exhaustiva de los cómics del artista acompañados de cuatro textos: el de Alberto García-Alix, que evoca su amistad con Ceesepe y sus años juntos en la Cascorro Factory; el de Onliyú, el que fuera redactor jefe de El Víbora y que explica la conexión de Ceesepe con el cómic underground de Barcelona; el del crítico Jordi Costa, que analiza el trabajo de esa década de Ceesepe, y de la comisaria, Elsa Fernández-Santos.

Con apenas 16 años, Ceesepe publicó su primera historieta en la revista barcelonesa Star. A muy temprana edad se convirtió en un referente del cómic que emergía en esos años, un movimiento juvenil y contracultural que respondía a las inquietudes de los jóvenes transicionales. El personaje Slober era un antihéroe políticamente incorrecto y violento que protagonizó sus delirantes aventuras. Slober se populariza enormemente entre los jóvenes que empiezan a reconocer la firma de Ceesepe. Según Jordi Costa: «Slober será la creación más icónica del Ceesepe puramente underground, un personaje que funcionará, en cierta medida, como alter ego pulsional del artista y que avanzará como un vector de transgresión y crueldad a través de unos universos oscuros regidos por el horror vacui».

Vinculado a Star y al grupo de dibujantes de Barcelona que publican El Rrollo Enmascarado, entre ellos Nazario Luque y Xavier Mariscal, Ceesepe pudo llevar sus influencias a Madrid en unos años en los que la capital aún no había cogido el testigo de la cultura juvenil. Ceesepe, que poco después se convertiría en una destacada figura de lo que se conoce como la movida, actuó de puente entre las dos ciudades estableciendo un fundamental vínculo entre el Rastro y Las Ramblas, es decir, entre dos lugares hegemónicos en el nuevo flujo de libertad que surgía primero en Barcelona y luego en Madrid.

Así, con un pie en cada ciudad, Ceesepe monta en el Rastro, junto al fotógrafo Alberto García-Alix, su propia aventura: Cascorro Factory, un puesto de cómics y sello de las publicaciones artesanales que creaban con sus amigos, entre otros, Ouka Leele y El Hortelano. «(…) Ceesepe le sugirió a García-Alix sumarse a su aventura dominical. Quería evocar a la Factory de Warhol desde aquella mesita plagada de fanzines y cómics americanos traducidos al español que elaboraban de forma casera, reproducidos con offset o multicopista y grapados después, también manualmente. Entre los dos surgió el nombre del puesto y de sus publicaciones: la Cascorro Factory unía el corazón más castizo de Madrid con la utopía de la modernidad neoyorquina», explica Fernández Santos.

Fue bajo el sello de la Cascorro Factory donde publicaría su obra más importante y fronteriza de esos años, Vicios Modernos, un fanzine fundamental que incluía la historieta del título, creada a partir de fotografías de García-Alix, y Bestias de lujo, en la que ya se distingue el embrión de un nuevo rumbo. Cabe destacar las palabras de Elsa Fernández Santos sobre Vicios modernos («una suerte de tebeo documental en el que el propio García-Alix es el protagonista, y Ceesepe, caracterizado como un excesivo y teatral músico glam, se erige en su observador omnipresente. La historieta, pese a la belleza de su trazo, resulta más desesperanzada que nunca») y sobre Bestias de lujo («descarnado y fundamental relato en el que un grupo de bellos malditos, mirando al frente, presentan sus credenciales de irreparable orfandad: —Sí, somos la generación más perdida de todas. —Los últimos héroes de una raza de perdedores. —Chulos, putas y maricones. —No servimos para nada»).

Políticamente incorrecto y contestatario por naturaleza, el cómic permitía a un principiante como Ceesepe experimentar con el dibujo y también con sus posibilidades narrativas. Sin embargo, el medio se le quedó pequeño y la obra de Ceesepe empezó a mutar atraída por las posibilidades de la pintura. Las viñetas crecieron, el color empezó a conquistar el terreno y las historietas, cada vez más sofisticadas y trabajadas, se convirtieron en pequeños cuadros que anunciaban lo que estaba por llegar: La lucha, El día que muera Bombita y Estrellita va a New York, cuya portada (publicada en El Víbora) ya es directamente un lienzo.