Decíamos el año pasado en la reseña de Un avión sin ella que acababa de aparecer en Francia una tercera obra de Fred Duval adaptando una novela del escritor Michel Bussi. Por fin, gracias nuevamente a Norma Editorial, podemos hablar de No sueltes mi mano y analizarla a fondo. En esta además recuperamos a Didier Cassegrain, el dibujante de la primera adaptación, Nenúfares negros, que maravilló a todos por su originalidad. Tras dos obras en las que ya conocemos un poco el modus operandi de Bussi, para la lectura de esta tercera tengo que reconocer que iba un poco ya predispuesto a los trucos y los continuos giros de guion, aunque no por eso la he disfrutado menos.
Martial y Liane están de vacaciones con su hija pequeña en la paradisíaca isla Reunión, una colonia francesa al este de Madagascar. Cuando Liane sube a su habitación, desaparece, y Martial se convierte en el principal sospechoso a investigar por la capitana Aja y su peculiar compañero Christos. El móvil del crimen no está nada claro, y las cambiantes actitudes de Martial no hacen más que dirigir las sospechas aún más hacia él pero, ¿es todo tan claro como parece o hay alguien más involucrado en la desaparición de la mujer?
Si uno viene de leer las dos obras anteriores de Duval, los giros y sorpresas se dan por presupuesto, y pasa como con las novelas de Agatha Christie, en las que el propio lector juega a ponerse en la piel del detective y a intentar averiguar quién es el asesino. Aquí, además sabes que cuando se coloquen las cartas bocarriba, la resolución va a ser suficientemente compleja como para que podamos intuirla… pero nos da igual, no podemos evitarlo y vamos a hacerlo. En todo caso, con la lectura de No sueltes mi mano me ha sucedido que me ha enganchado mucho más por la complejidad y matices de sus personajes que por la trama en sí, que ya suponía que me iba a costar intuir.
Dejando un poco aparte el matrimonio Bellion, me ha gustado mucho el papel que juega su hija Sofa, manteniendo su inocencia en todo momento, pero mostrándose insegura y desconfiada cuando todo parece apuntar en una dirección. Aunque de quedarme con un personaje me costaría mucho decidir entre Aja y Christos. La policía es una criolla mestiza de padre zárabe (musulmán de la región), que tiene que lidiar en su día a día con los prejuicios de su género, su raza, su propia familia y por si eso fuera poco, tiene a los de la policía de ultramar y la nacional deseando quitarles el caso para hacerse ellos cargo. Una mujer que asume los obstáculos de su vida con filosofía, y sin hacer ningún drama, sino contando con ellos y dando por supuesto que va a tener que superarlos. Pero a través de líneas de diálogo y pequeños detalles en el desarrollo, va construyendo al personaje con muchísima habilidad.
Y dejo para el final el personaje de Christos, el profeta, un personaje que juega con los prototipos mentales que tenemos en nuestra mente: el típico compañero que contrasta en personalidad con su pareja profesional y que da lugar a situaciones propias de una «buddy movie». Frente a Aja, Christos es informal, llega siempre tarde, es mujeriego, y roza en más de una ocasión (por no decir que arrasa) el borde de la legalidad. Desde su primera aparición ves que va a ser el dolor de muelas de su compañera en el caso, y que por su culpa la situación puede irse de las manos. Pero luego, los autores construyen a un personaje que tiene muchísimos más matices. A través de decisiones, de conversaciones, de maneras de decidir entre dos caminos opuestos, Christos es un personaje muy interesante y que va mucho más allá del estereotipo que se le presupone.
Comentaba con Un avión sin ella, que me parecía más apropiado para ese tipo de historias la formalidad de Nicolaï Pinheiro, con un dibujo más proporcionado y formal que el de Cassegrain. Ahora que veo al dibujante en una historia muy alejada del tono pictórico de Nenúfares negros, vuelvo a encontrarle su encanto y me gusta más, con esas proporciones más propias del cartoon, pero que no le restan formalidad a la obra, ni un menor nivel de detalle.
En definitiva, No sueltes mi mano es una obra que juega a engañarte, pero no te importa que lo haga, es más, lo agradeces. Una historia de persona desaparecida y una investigación para encontrar al culpable y el móvil del crimen, que te mantiene atento en todo momento, en parte gracias a unos personajes muy bien construidos y repletos de matices, que hacen que te importen y empatices con ellos, incluso con los que tienen características más bien negativas. Una obra que mantiene las mecánicas de las dos obras basadas en libros de Michel Bussi anteriormente citadas que, si las disfrutasteis, no os va decepcionar. Y aún queda por llegar a España, otra colaboración entre ambos novelista y guionista de cómic: Cinco de abril, cuyo tercer tomo acaba de ver la luz en Francia y tal vez Norma se anime a publicar en un tomo integral próximamente.
Lo mejor: Los personajes. Lo bien que funciona el estilo de Cassegrain en la historia. Que no te importe saber que te están intentando engañar.
Lo peor: Puestos a hacer un ranking, tal vez sea la peor de las tres obras, o mejor dicho: la menos buena, porque sigue siendo muy disfrutable.