Si hay una serie que ha arrasado en 2023 es The nice house on the lake, la «primera temporada» de la historia de terror psicológico creada por James Tynion IV y Álvaro Martínez Bueno, con color de Jordie Bellaire: Eisner a mejor serie, al mejor guionista y a la mejor colorista, reciente premio a mejor serie en el pasado Festival Internacional de Angoulême, y éxito de crítica y ventas en EE.UU. y en el resto de países que se ha publicado. ECC publica en España la tercera edición de la serie con este tomo integral con los doce números, después de haberla publicado en grapas mensuales y en dos tomos de seis números cada una. Una serie que no deja indiferente y que te mantiene enganchado a la lectura y que, en mi opinión, se aprovecha mucho mejor con una lectura continua, en lugar de la lectura original mes a mes.
Walter invita a un grupo de amigos a los que no ve desde hace tiempo a unas idílicas vacaciones en una lujosa casa en mitad del bosque, junto a un precioso lago. Los invitados son amigos del instituto, de la universidad o simplemente de conocerse en alguna fiesta, pero ante tan tentadora oferta son incapaces de resistirse a la invitación. Una vez han llegado todos, una noticia en la televisión lo cambiará todo, y se verán aislados del resto del mundo ante lo que parece una situación apocalíptica. Pero la casa en la que se encuentran está llena de misterios y Walter resulta no ser lo que todos creían que era…
Intento no destripar mucho en la sinopsis porque creo que lo que hace grande a esta serie es precisamente ir descubriendo los continuos giros de guion y esos misterios que no hacen sino multiplicarse. En ese aspecto, Tynion hace un trabajo fantástico, porque plantea una historia que a muchos aficionados a las series de TV nos habrá recordado a cierto trabajo de Damon Lindeloff, por muchos puntos en común con la serie que le dio a conocer: un nutrido grupo de personajes muy variopintos, misterios sobrenaturales que no hacen más que multiplicarse, símbolos extraños cuyo significado desconocemos y continuos saltos atrás en el tiempo que nos muestran el pasado de cada uno de los personajes.
De hecho, una vez establecida la premisa de la historia, cada número consta de una fórmula similar: una o dos páginas con lo que parece un flash forward de uno de los protagonistas, en el que nos habla de la historia que estamos viendo como presente; un flashback del pasado de los protagonistas… y tras alguna página con un diseño peculiar (una transcripción de conversación, planos, mensajes de texto…) volvemos a la historia principal. Si hacíamos referencia a Lindeloff, es obligatorio citar otro par de referencias que se nos vendrás a la mente rápidamente: Jonathan Hickman, puesto que cada uno de los protagonistas, tiene su propio símbolo con un pictograma diferente, como esos que tanto le gustan al guionista de SHIELD o Dinastía de X; y a la película La cabaña en el bosque, puesto que cada uno de los invitados a la casa tiene asignado su propio rol: la artista, el comediante, la doctora…
He de reconocer que es mucha información de primeras, y de ahí mi comentario al principio de la reseña sobre por qué considero que esta es la mejor manera para disfrutar la serie. Son muchos personajes, cada uno de su padre y de su madre, con su propio pasado, algún cambio de género… que hace que cueste un poco hacerse con todos ellos y familiarizarse con cada uno. De hecho, incluso con esta edición integral con toda la primera temporada, habrá momentos en los que nos cueste seguir el hilo y tengamos que volver atrás a leer algo, porque Tynion aprovecha los cambios de capítulo para dar algunos saltos ocasionales en los que podemos tener la percepción de habernos perdido algo. Sí, es una serie que exige atención y una lectura ajena a distracciones, aunque tampoco quiero decir con esto que sea excesivamente difícil de comprender.
Aunque el trabajo de Tynion IV destaca como destaca gracias al trabajo de Álvaro Martínez Bueno y de Jordie Bellaire. El primero se encarga de completar esos diseños tanto de los pictogramas como de los símbolos misteriosos que rodean la casa bonita del lago, y acompaña esos omnipresentes diseños con unos planteamientos de página que contribuyen a la sensación de estructuras o diseños para todo. Las viñetas tienen su propia distribución en la página, aportando una plantilla en continuo cambio, con un aspecto de puzzle que a su vez favorecen el sentido de lectura, proponiendo una disposición en la que la lectura es muy natural e intuitiva. Incluso salva muy bien esa manía de Tynion, similar a la que tiene Bendis de recurrir continuamente a paginas dobles, algo que Werther Dell’Edera tardó en conseguir solventar sin confundir al lector en Hay algo matando niños, y que Martínez Bueno sí resuelve mucho mejor.
Y un lugar destacado en esta reseña al espectacular trabajo de Jordie Bellaire, capaz de conseguir un color atmosférico que ambienta cada escena a la perfección, usando contrastes e insertos de colores complementarios para remarcar la intensidad de momentos muy concretos, y utilizando tramas que dan la sensación de estar coloreando a brochazos descuidados, pero que le da un tinte de irrealidad y extrañeza a la historia realmente únicos.
En definitiva, The nice house on the lake se mueve a medio camino entre Perdidos y una serie de Hickman de esas llena de símbolos y pictogramas. Terror psicológico que dosifica la información con cuentagotas, deja al lector espacio para que elabore sus propias teorías de lo que está sucediendo, y resuelve esta primera temporada dejando cabos sueltos para continuar la serie, pero suficientemente cerrada como para poder entender lo que ha sucedido, sin necesidad de tener que continuar la historia para poder saber qué está sucediendo. Tal vez se habría beneficiado de resolver con algún número menos, pero cualquier fallo que se le puede buscar queda compensado por un guion equilibrado en cuanto a misterio y tensión, y un trabajo artístico brillante tanto por parte de dibujante y colorista. Muy disfrutable.
Lo mejor: Cómo dosifica la información y deja lugar a teorizar sobre lo que está sucediendo. La brillantez sobresaliente de Alvaro Martínez Bueno y Jordie Bellaire.
Lo peor: Tal vez se enmaraña de más en la segunda mitad. La falta de espacio para desarrollar mejor a todos los personajes que aparecen, algo que puede ser compensado más adelante. Que un tomo de 45€ no traiga un solo artículo y los extras sean portadas alternativas.