2000 AD es mucho más que Juez Dredd. En una cabecera que está cerca de cumplir e medio siglo, la cantidad de sus títulos que nos ha llegado a España es apenas una fracción y muy dispersa. A excepción del juez de Megacity One, todo el resto de sus franquicias insignia nos ha ido llegando con cuentagotas y diseminada a lo largo de unos 40 años. Crucemos dedos porque Dolmen parece querer ir poniendo remedio a eso y, aunque haya empezado con el juez, el Perro de Estroncio o el inminente Rogue Trooper, que ya habían sido editados de uno u otro modo, marca una declaración de intenciones al publicar uno de los grandes inéditos: Nemesis the Warlock.
Con esta edición del extravagante personaje creado por Pat Mills y Kevin O’Neill, se reparan dos flagrantes injusticias. Por un lado, nos llega por fin una de las sagas más longevas de 2000 AD, que comenzaría en 1980 y se extendería casi veinte años llegando a rivalizar en popularidad con Juez Dredd en algunos tramos. Por otro lado, es la manera de reivindicar la figura de Pat Mills, un guionista cuya importancia histórica es crucial y al que tal vez no se le ha hecho suficiente caso.
Tampoco es que se trate de un autor desconocido. Muchos lo conoceréis por su corrosiva versión de los superhéroes en Marshal Law, también con Kevin O’Neill, y por su creación más icónica en pisar el mercado español, Slaine. Sin embargo, por citar algunos de sus greatest hits, aún permanece inédita su ABC Warriors, hemos tenido que esperar hasta hace muy poco por La Guerra de Charley y hasta justo ahora quedaba huérfana Nemesis the Warlock.
La otra pata en la creación de esta serie fue el desaparecido Kevin O’Neill, también parte del equipo fundador de 2000 AD y autor de la portada del histórico número uno. O’Neill tal vez haya gozado de mayor popularidad en nuestro país, ya que además de su larga colaboración con Mills, su otra pareja de largo recorrido ha sido Alan Moore, con quien destacan las distintas series de The League of Extraordinary Gentlemen, pero también Cinema Purgatorio o Tygers, la mítica historia corta de Green Lantern que daría pie a toda la etapa de Geoff Johns.
Pero hacen falta tres patas para sostener Nemesis the Warlock 1 y, aunque no tenga papel alguno en su creación, casi toda la segunda mitad del tomo corre a cargo del pucelano Jesús Redondo, todo un clásico español de las viñetas, con el cual se incluye una entrevista al final del tomo que repasa su carrera.
Presentado el equipo, hacer una sinopsis a posteriori de Nemesis the Warlock no resulta complicado. Sin embargo, dudo que Mills y O’Neill tuvieran la menor de idea de cuál era cuando empezaron con esta aventura. Nemesis the Warlock nos lleva a otro más de esos futuros distópicos que son marca de la casa de 2000 AD donde, en este caso, el Gran Maestre Tomás de Torquemada, una especie de caudillo religioso-militar, mantiene una cruzada fanática contra los alienígenas. Por su parte, Nemesis será el avatar del otro lado, un alienígena en esa fina línea entre el libertador y el terrorista, que resiste y golpea ante la tiranía de Torquemada.
Sin embargo, aunque las partes antagónicas estaban desde el principio, no eran en origen el tema central. Todo arranca con una historia llamada Terror Tube, que presenta el planeta Terrapoder como una inmensa red de túneles-autopista subterránea absolutamente saturada de los vehículos más bizarros y aparatosos que se pueden imaginar. Tenemos una especie de desquiciada carrera futurista de autos locos con tintes de cotidianeidad y crítica y reminiscencias de Metal Hurlant. Daba así comienzo el enfrentamiento entre Nemesis — a quien ni siquiera llegábamos a ver salir de su nave Blitzspear — y Torquemada, que vertebraría la serie. La historia no gustó entre los jefazos y hubo que dar algunos tumbos antes de tener continuidad. Iría pues evolucionando de esta especie de Mad Max de interiores original a la historia final de la gran cruzada interplanetaria y genocida de Torquemada contra el rebelde Nemesis, que ya nos dejaba ver su extravagante aspecto.
Nemesis the Warlock es una locura improvisatoria llena de la ácida ironía habitual de Pat Mills, que mezcla miles de conceptos muy locos, dispersos y muchas veces apenas esbozados y a toda velocidad. Todo esto hay que unirlo a la estética abigarrada y grotesca de O’Neill y un estilo a nivel visual narrativo en construcción, con una evolución bestial en apenas dos años. Al final, nos queda un delicioso batiburrillo muy punk, que si bien resulta un tanto espeso de descifrar por momentos, chispea con la fuerza única del enorme talento de dos autores que aún están descubriendo cuánto más allá pueden llegar.
En píldoras de unas cuatro páginas, el mundo que nos ofrecen va creciendo y cambiando hacia esos parajes llenos de tecnología de aspecto orgánico y tendinoso, hacia esas historias que mezclan la ciencia ficción con el humor, la fantasía, el terror, la acción y la crítica social, cabe todo en Nemesis the Warlock. Sin concesiones, no hay ni un solo asidero al que agarrarte en esta historia, ningún personaje con quien ir de la mano, pero enganchados por sólo ver cuál será la próxima chaladura con la que nos van a sorprender.
Y así llegaríamos al final del libro uno y la partida de Kevin O’Neill por desacuerdos económicos — tranquilos, que volverá más adelante — y le sustituirá Jesús Redondo. Hablamos de un dibujante de corte mucho más académico con un atractivo más del gusto de todos los públicos y probablemente narrativamente mucho más equilibrado y fácil de leer. Y sin embargo, aunque Mills sigue haciendo crecer el concepto, la historia ya no burbujea igual, pierde toda esa extravagante frescura y ya no es lo mismo. Y es que muchas veces hablar de dibujantes buenos y malos en términos absolutos es demasiado atrevido y cada historia pide una identidad y un estilo. El trabajo de Redondo es más que profesional, pero es como poner a Mike Oldfield a tocar en Los Ramones.
A este ritmo, a la edición de Dolmen aún le quedan unos cuatro o cinco tomos más para completar la serie y aún pasarán por aquí otros muchos dibujantes como Bryan Talbot, John Hincklelton, David Roach y otros, pero seguiremos teniendo presencia de O’Neill yendo y viniendo en casi todos ellos, así que sólo nos queda cruzar dedos para que se edite de forma completa y se pueda hacer por fin justicia a este clásico demasiado tiempo olvidado.
¡Sed puros! ¡Sed conscientes! ¡Sed buenos!