Posiblemente, las tres grandes creaciones del Universo Marvel en lo que llevamos de siglo hayan sido Kamala Khan (con su identidad de Ms. Marvel), Miles Morales (como Spider-Man) y Gwen Stacy de Tierra-65 (como Spiderwoman, Spider-Gwen o Ghost Spider). Los tres son personajes legado que comparten una característica fundamental: son personajes adolescentes bien escritos que han calado profundamente en las nuevas generaciones de lectores. En particular, Kamala disfrutó de una larga primera etapa en manos de su creadora, G. Willow Wilson, que alcanzó las cincuenta entregas y ha convertido al personaje en un habitual de la editorial. Ahora nos llega su más reciente historia, Los puños de la justicia.
Los puños de la justicia es una historia que se extiende por tres especiales escritos por Jody Houser en los que Ms. Marvel comparte protagonismo con tres héroes diferentes del Universo Marvel de la subsección «personajes duros y violentos»: Lobezno, el Caballero Luna y Veneno. En esta historia, un enjambre de robots -con forma de insectos al principio, luego ratas, luego otra vez insectos- ataca a diversos personajes y elementos del Universo Marvel, llevándose trozos de sus objetivos con un propósito que no se desvela hasta las últimas páginas, al igual que los villanos que están detrás de los bichos en cuestión. Así, pasaremos por la Casa Árbol mutante de Nueva York, donde Kamala tendrá un encuentro con Lobezno y varios otros mutantes, seguirá por barrios más oscuros de la ciudad, donde Kamala y el Caballero Luna colaboran junto con Luna del Cazador (ver serie actual del Caballero Luna para ver quién es) y acaba llegando con Veneno a un laboratorio para hacer un chimpún final con los cuatro personajes juntos.
La historia en sí no es nada especialmente memorable, pero tampoco es que resulte ofensiva ni nada por el estilo. Es muy típica, de villano en las sombras cuyo plan se desvela al final y ya, pero lo que hay que agradecerle a la guionista es que se ha molestado en reflejar el momento actual de cada uno de los personajes implicados. Así, el entorno mutante de Lobezno es el de Krakoa, en el especial del Caballero Luna se hace referencia a personajes y acontecimientos de su serie actual, y el Veneno que vemos es claramente post-Rey de Negro. Y hablando de continuidad, hay que señalar que originalmente estos especiales se publicaron nueve meses antes de la reciente muerte de Kamala.
Los puños de la justicia está escrito por Jody Houser, una autora que en Marvel ha estado vinculada principalmente a la franquicia de Star Wars. En DC, en cambio, ha realizado trabajos más personales, como Madre Pánico para el sello Young Animal, además de una serie de Harley Quinn con Hiedra Venenosa y un par de historias de Supergirl. Queda claro que el género superheroico no le es ajeno. A los lápices tenemos a Zé Carlos, uno de los dibujantes rotativos habituales del Asombroso Spiderman, a Ibraim Roberson, venido de la franquicia mutante y posiblemente el dibujante más vistoso de los tres, y a David Wachter, un autor importado de las Tortugas Ninja que en Marvel sólo ha hecho un par de series completas, una de Star Wars y una de Puño de Hierro. Ninguno de ellos brilla especialmente en sus respectivos trabajos, pero cumplen sobradamente.
La edición de Panini incluye los tres especiales americanos, una galería de portadas alternativas y un par de bocetos, además de dos textos de Lidia Castillo, una de las articulistas más interesantes que tiene Panini en la actualidad. Resulta curioso que, en la edición original, los tres números que forman esta historia tengan un número uno en la portada. No estamos ante números autoconclusivos, es una historia cerrada que tiene un orden de lectura muy definido y con la misma escritora para los tres. Alguna vez hemos comentado de forma irónica que llegaría el momento en el que Marvel abusaría tanto de las renumeraciones que todos los números de una serie serían un número uno. Pues ese momento ha llegado en 2023.
Los puños de la justicia no es una obra que vaya a pasar a la historia como una de las más destacadas de Kamala Khan, desde luego. Pero lo que sí hay que reconocer es que es un tebeo palomitero y entretenido que hace pasar un rato bueno, por mucho que no esté ni remotamente a la altura de la etapa de G. Willow Wilson con el personaje. Pero a veces tampoco pedimos más a un tebeo que simple entretenimiento.