Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Monstruo

Monstruo
Guion
David Muñoz.
Dibujo
Andrés G. Leiva.
Formato
Cartoné, 128 págs, color y B/N. 22x31 cm.
Precio
25€.
Editorial
Astiberri. 2024.

¿Os imagináis que el monstruo de Frankenstein de la inmortal obra de Mary Shelley hubiera sobrevivido y acabado en el Madrid franquista de mediados del siglo XX? Esa es la propuesta que hacen David Muñoz (Sordo) y Andrés G. Leiva (Uno de esos días) en Monstruo, una obra editada por Astiberri, en formato cartoné y un tamaño aumentado que permite disfrutar de la impactante factura gráfica que presenta. Una historia de soledad, de reflexión sobre la naturaleza humana, ambientada con gran inteligencia.


Como digo, la historia se centra en el monstruo de Frankenstein, que tras participar en varios eventos históricos como la I Guerra Mundial, acaba en la Madrid de principios de siglo XX. Ha llegado a un punto en el que solo necesita una descarga eléctrica potente cada diez años para mantener su actividad, y a pesar de su imponente físico, ha conseguido mantener un perfil bajo en cuanto a visibilidad. Cuando una noche escucha gritos fuera de su discreto piso del sur de la ciudad, entrarán en su vida una mujer y su hija, las cuales conviven con un hombre que no las trata como debiera. El monstruo se debate entre mantenerse al margen o dar pie a liberar nuevamente esos instintos asesinos que tantos problemas le trajeron en el pasado.

La obra de Shelley invitaba a la reflexión sobre temas como la ciencia, la soledad o la ética humana. El ser humano siempre intenta dar un paso más allá en la investigación… y siempre alguien aprovecha ese avance para sacar un beneficio. Son temas presentes también en esta secuela apócrifa. Lo mismo sucede con la soledad, perfectamente caracterizado por esos recuerdos, esa conversación imaginaria con su creador que obliga al monstruo a aislarse voluntariamente para evitar hacer daño a nadie. Pero en silencio, anhela el contacto humano, procura proteger al débil personificado aquí en las figuras de la vecina y su hija, no es algo con lo que esté conforme.

A lo largo de su vida, la experiencia le dictó que aquellos que fueron amables con él o intentaron ayudarle intentaban sacar un beneficio, y el presente no es muy diferente. En ese aspecto, creo que la época elegida para ambientar esta obra es muy acertada, puesto que esa España en la que la dictadura aún se respiraba en las calles daba pie a figuras que abusaban del poder, y los bajos fondos eran especialmente peligrosos. El monstruo solo puede permitirse intentar pasar desapercibido en ese tipo de ambientes, pero por otro lado se ve expuesto a los peligros de aquellos que intentan aprovecharse de su físico.


Si el guion es inteligente en cuanto a ambientación y caracterización de personajes, qué decir del dibujo de Andrés G. Leiva, con influencias (reconocidas a final del libro) de esas películas españolas de los años 70, pero también una (no reconocida explícitamente) que he tenido presente durante toda la lectura: las pinturas negras de Goya. De hecho, vemos en una de las primeras viñetas a Saturno devorando a un hijo. Monstruo está dibujado con palillos de dientes y tinta, y rotuladores, con un trazo grueso y deslavazado, así como masas de negro sucias que aportan a toda la obra una atmósfera opresiva y desagradable.

Curiosamente, el color se utiliza para las escenas de flashbacks y las ensoñaciones, cada una con su propio estilo que permite diferenciar unas de otras sin temor a confusión. La línea temporal en presente está realizada en blanco y negro, con las mencionadas técnicas, mientras que el color se reserva para remarcar la desconexión con ese presente. Igualmente el color que se utiliza en esas escenas son paletas apagadas, muy en la línea de esas pinturas negras, con tonalidades ocres y una ausencia de luz.


En definitiva, Monstruo es una de esas obras que están haciendo mucho menos ruido del que debiera, tanto por su reflexión sobre la soledad y la categorización sesgada de lo que consideramos como monstruo, como por su valiente propuesta visual, potente y atmosférica. Su ágil narrativa hace que la lectura dure menos de lo que nos gustaría ya que, junto con la asociación de la obra de Shelley, convierte la obra en una experiencia muy inmersiva, te atrapa con mucha facilidad.

Lo mejor: Lo bien que funciona visualmente, a pesar de lo arriesgada que es. Reflexión muy acertada sobre la soledad y la naturaleza humana.

Lo peor: Que esté haciendo mucho menos ruido del que merece.