En la última semana uno de los terrores más emblemáticos de la historia de la literatura ha cumplido dos siglos. Sigue vagando por los confines del mundo el puzle viviente de Víctor Frankenstein; un ser que al igual que Maika Mediolobo, la arcánica que protagoniza el tebeo del que hablaremos hoy, posee partes que no le encajan, no se conoce del todo bien, no se siente orgulloso de gran parte de sus acciones, y su nombre es esquivado con desdén y calificativos despectivos. Eso sí, la arcánica, al igual que el monstruo, se revuelve y lucha.
Supongo que es difícil que Maika alcance la trascendencia del engendro al que dio vida Mary Shelley, pero la «monstruosidad» de Liu y Takeda, al menos de momento, puede presumir de protagonizar uno de los mejores cómics que nos dejó el 2017.
Aproximadamente a finales del año 2015, Image Comics comenzó a publicar Monstress en EEUU. La serie, con guiones de Marjorie Liu y dibujos de Sana Takeda, venía anunciándose desde hacía algún tiempo y, al margen de nominaciones a los Eisner y demás premios del gremio, estaba acumulando un buen puñado de buenas críticas y alabanzas. A finales de octubre, Norma Editorial ha lanzado el primer TPB que recoge los seis números que dan el pistoletazo de salida a la serie, y ya podemos comprobar que, efectivamente, Monstress merece mucho la pena y la espera.
Las cinco primeras páginas del número inicial bastan para darse cuenta de que Marjorie Liu no va a proporcionar un manual de instrucciones para entender el universo que se ha imaginado. «Arcánicos que aparentan ser humanos», «cumaeas», «monjas-bruja»… de acuerdo, ataca con todos los conceptos que se te pasen por la cabeza que aquí te espero.
Nos encontramos en un escenario de postguerra en el que el territorio está dividido en dos partes. A un lado se encuentra la tierra de los hombres y las cumaea, siendo estas últimas una especie de secta formada por mujeres que dedican sus esfuerzos a ganar poder mediante el estudio de diferentes ciencias y artes oscuras; al otro lado se sitúan los arcánicos, mestizos de ancianos y hombres con formas diversas que van desde el aspecto completamente animal hasta el puramente humano, pasando por formas híbridas de lo más variopintas. Y en medio de todo el meollo una chiquilla arcánica, Maika Mediolobo, de misteriosos orígenes y un terrible poder interior, cuyo profundo rencor hacia la federación humana y el desdén que siente hacia su propia vida forzará a que todas las fichas de ambos bandos se empiecen a movilizar de forma acelerada.
Sí, he dicho «mestizos de ancianos y hombres» y no he explicado en ningún momento lo que es un anciano. Pero tampoco he mentado la ciudad comercial de Zamar’ata, los dioses antiguos, o los motivos que llevan a las cumaea a negociar con infantes arcánicos. Para todos estos entresijos e intrahistoria del universo de Monstress, la autora nos presenta a unos maestros gatunos arcánicos en páginas finales de algunos capítulos que aclaran muchos aspectos y redondean conceptos del lector. Eso sí, nada de nada hasta mitad de tomo. Me recuerda a los maestros que antes de explicarte la teoría, te obligaban a enfrentarte a ejercicios relacionados con el tema a tratar. Tú imagina y vete haciéndote una composición de lugar, que más adelante lo moldeamos. Además, si siguiese destripando no os enfrentaríais vírgenes a la lectura, como pretende Marjorie Liu, y perdería algo de encanto.
El cómic tiene un gran ritmo, acompañando la mayor parte del relato a Maika, pero también haciendo saltos espaciales para controlar los movimientos de la mayor parte de grupos implicados en la historia, además de flashbacks para comprender los orígenes de la Mediolobo y su lucha interior… y de paso poder empatizar algo más con ella, ya que en ocasiones es difícil por su desidia y sus violentas acciones. Se presenta un amplio abanico de personajes muy atractivos, y los hilos del ovillo se van deshilachando poco a poco abriendo tramas que seguro enriquecerán aún más la historia en futuras entregas.
Claro que, si bien el guion está bastante bien gracias a ese portentoso imaginario, lo que creo que realmente termina por hacer irresistible al tebeo es su dibujo. Sana Takeda ha creado una especie de estética híbrida —como los arcánicos— a caballo entre el tebeo americano y el manga japonés, donde mezcla elementos del Medievo con las mascaradas europeas y carnavales venecianos de los siglos posteriores, así como un buen montón de detalles propios del steampunk junto con la recarga de formas geométricas a lo art déco. Una preciosa amalgama de influencias entre las que incluir al checo Alfons Mucha, sobre todo en esas increíbles portadas con que cuenta Monstress. El color está dominado por los negros, azules, marrones, ocres y dorados. Mucha oscuridad para un guion oscuro, bastante intenso y dramático, que tan solo te deja respirar en contadas ocasiones gracias a los diseños de algunos entrañables personajes como los gatos, o Kippa, una niña arcánica con orejillas y cola de zorro que, aparte de rebosar ternura, se convierte en la sombra de Maika.
La obra que se me viene a la cabeza cuando veo el arte de Monstress es Full Metal Alchemist. Incluso me recuerda algo en el tono.
«Nos llaman monstruos porque así les resulta más fácil hacernos daño.» Kippa
Los diseños de los brazos armados de ambos bandos son muy buenos. Alas, cuernos, máscaras, cicatrices, espadas, magia negra. Están hechos para molar… y lo hacen.
Por cierto, al final del tomo se incluye un mapa con la tierra en que transcurre la historia. No es que sea imprescindible, como lo puede ser el mapa de Poniente en Canción de Hielo y Fuego, pero está bien como curiosidad para echar un ojo de vez en cuando.
Conexión entre oriente y occidente elaborada con mucho arte e imaginación a raudales en otra serie con el sello Image a seguir de cerca, y van…
¡Está viva! ¡VIVA!
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Marjorie Liu, Sana Takeda and Norma Editorial
