Menuda sorpresa nos hemos llevado los fans de Daniel Clowes. Gracias a Fulgencio Pimentel (que ya editó “Paciencia” en 2019) hemos podido disfrutar de «Monica”, el nuevo trabajo del astro americano, antes que los lectores estadounidenses. Un detalle banal, pero que demuestra la fuerte apuesta y la confianza que tiene en el autor la mencionada editorial.
Quienes sean asiduos a la obra de Clowes ya sabrán lo mucho que le gusta la mezcla de géneros al artista. Obras como “Ghostworld”, “Wilson” o “Bola Ocho” nos llevan de soltar la mayor carcajada a dejarnos mudos ante el inmenso drama humano del que somos testigos. Además, Clowes es de los pocos autores que una vez terminada la lectura de la obra de turno es capaz de dejar a sus fans “mascando” lo que acaban de leer.
“Monica”, una obra en la que Clowes se ha dejado la piel y el alma
Siete años, este ha sido el tiempo que le ha llevado al bueno de Daniel terminar “Monica”. Una novela gráfica dedicada a la memoria de su madre fallecida en 2019 y que fue una fuerte fuente de inspiración para Penny, uno de los principales pilares del tebeo.
Rompedor como siempre, Clowes ha estructurado “Monica” en una colección de nueve relatos, en apariencia inconexos, que empiezan en la guerra del Vietnam para, a partir de ese punto, hacernos viajar hasta el fin de los tiempos. Esta larga peripecia es lo que le llevará a la persona que da nombre al cómic la búsqueda de su madre, que se perdió en el contexto de los cultos sectarios que azotaron Estados Unidos en los años sesenta, con Charles Manson a la cabeza.
Todo un drama, como podéis ver. Pero antes que eso, me ha dejado alucinando el monumental homenaje que hace Daniel Clowes al mundo del cómic de las décadas de los cincuenta y sesenta. Cada uno de los relatos es un guiño a los géneros que dominaban el mercado antes de los superhéroes y del comics code. Hay historias bélicas, románticas, de ciencia ficción o, especialmente, de terror. De hecho, casi podrías abrir un tebeo de la EC de aquel entonces y compararlo con según que páginas de “Monica” para apreciar los evidentes parecidos. Para ello, Clowes ha prestado más atención que nunca al color empleado para acrecentar aún más si cabe esta sensación.
En poco más de cien páginas presenciaremos la gargantuesca búsqueda de una madre, que es la pieza faltante para que una hija logre completar el rompecabezas de una identidad rota por culpa de un vacío causado por un problema que no termina nunca de entender. Antes hemos mencionado a Charles Manson, pero también habrá tiempo de echar un ojo a esos cultos que adoran a falsos dioses, ídolos de barro o mesías extraterrestres, ya que en “Monica” hay espacio para esto y mucho más.
No puedo terminar la reseña de “Monica” sin resaltar el sentido del humor (que suele ir de negro a negrísimo) marca de la casa, que suele servirse de la más estrafalaria galería de personajes para que soltemos una risotada aunque la escena no se preste a ello. Maldito seas, Daniel, estamos rendidos a tus píes, lo sabes y cómo disfrutas con ello. En serio, el día que Clowes pierda la ilusión y/o la mala leche el mundo del cómic será un lugar mucho más triste y lúgubre.