Desde que Jeff Lemire y Andrea Sorrentino presentaron Mitos del Huerto de los Huesos, la expectación por cada nuevo título de esta peculiar serie ha ido en aumento. Nos llega ahora El Bloque, la tercera entrega –cuarta, si contamos el prólogo–, que resulta ser posiblemente la más compleja y densa hasta el momento, además de la más extensa. Si los anteriores tomos dejaban al lector con más preguntas que respuestas, esta nueva obra, aunque no lo resuelve todo, empieza a aclarar un trasfondo que hasta ahora parecía inabarcable.
Antes de abrir este tomo, la principal curiosidad era qué nos íbamos a encontrar otra vez. Lo que hemos visto en las anteriores entregas de Mitos es que estamos ante una serie que mezcla mitologías varias con terror. Y de nuevo es lo que nos encontramos en El Bloque, pero con un giro inesperado: la mitología que toca en esta ocasión nos resulta mucho más familiar: es el cristianismo. Pero no sólo a través de sus textos sagrados, también en obras de ficción de temática religiosa.
El bloque al que hace referencia el título es un edificio de viviendas en el que viven los protagonistas de esta historia. Son personas con poca o nula conexión entre ellos, que entran en contacto tras la misteriosa muerte de Felix, uno de sus vecinos, que ha dejado una carta para uno de sus vecinos que incluye tan solo la críptica palabra Us’uuul y una llave que nadie sabe qué abre. Y desde el interior del bloque irán bajando por distintos niveles de un reino desconocido, muy al estilo de La Divina Comedia de Dante. ¿Será entonces que el Huerto de los Huesos es el infierno judeocristiano?
En cierto modo, puede serlo. Por este viaje de descubrimiento, iremos conociendo tanto a las siete entidades responsables de estas dimensiones -a una de ellas, K’ur, el Rey Cuervo, ya lo conocimos en Diez mil plumas negras– como al propio Huerto de los Huesos y su creador, que dejaremos que el lector descubra y se lleve la sorpresa. Una de las críticas recurrentes hacia Mitos del Huerto de los Huesos ha sido la lentitud con la que se desvelan los secretos del universo creado por Lemire y Sorrentino. El Bloque responde a esta queja al ofrecer, por fin, algunas pistas claras sobre el trasfondo de la serie. Simplemente diremos que tiene sus raíces en el Génesis bíblico.
Una vez más, Lemire juega con la opresión psicológica como uno de los ejes argumentales de la historia. Pero a diferencia de lo que suele hacer, usando amplios entornos aislados, aquí tenemos un espacio reducido, agobiante, con personas que chocan, recordándonos quizás a películas como La semilla del diablo o El resplandor. Precisamente, la sensación de opresión, clave en el desarrollo de la historia, es el punto al que más aporta el dibujante Andrea Sorrentino, que es posiblemente la elección óptima para esta serie. El entorno visualmente inquietante, las estancias estrechas, las omnipresentes sombras y los detalles desgastados del edificio crean una sensación de claustrofobia que nunca abandona al lector. Los silencios del guionista y las composiciones de página fragmentadas del dibujante reman en la misma dirección y hacen que la inmersión en la historia sea total.
La continuación de Mitos del Huerto de los Huesos está un tanto en el aire a día de hoy. Hace unos meses, Lemire anunció que el siguiente tomo, Semilla Estelar, quedaba pospuesto indefinidamente. Se habla de que para la primera parte de 2025 verá finalmente la luz, y los seguidores de la serie esperamos con mucho interés. Sin saber absolutamente nada de esa posible futura entrega, el título nos hace pensar en el terror cósmico de H. P. Lovecraft y la posibilidad de mezclar a los dioses primigenios con el infierno judeocristiano es algo que necesitamos ver.
El Bloque es, sin duda, la entrega clave hasta el momento de Mitos del Huerto de los Huesos. Su complejidad narrativa y su atmósfera opresiva la convierten en una lectura imprescindible para los seguidores de esta antología. Sin embargo, es importante señalar que no es una obra independiente: para disfrutarla plenamente es recomendable haber leído las entregas anteriores. En última instancia, lo que hace que El Bloque destaque no es solo la calidad de su guion o de su arte, sino la forma en que ambos trabajan juntos para crear una experiencia única. Lemire y Sorrentino han construido un universo donde cada detalle cuenta, y esta obra es una prueba de ello.