Saludos, queridos lectores. Hoy hablaremos de un tebeo de Alan Moore (y otros) que se llama Miracleman 1. Antes de nada, dejadme que os señale esa web de ahí. Si, esa de la competencia. ¿La veis? Allí os hablarán largo y tendido de esta obra con un lenguaje técnico y muy culto. Allí podréis leer artículos que exprimirán todo lo gafapasta de esta obra. Y si preferís un audio, tenemos este podcast que le robamos a Pájaros en la Quijotera, donde Alain y David analizan la obra en profundidad. Id, id, que no pasa nada…
¿Se han ido ya?
Perfecto. Hablemos entre nosotros, de fan a fan.
Seguro que habéis leído u oído hablar maravillas de esta serie de Moore. De sus guiones, de sus ideas, de su desarrollo…
Su filosofía, su ideología, su lucha por los derechos de autor…
Olvidadlo todo.
Hoy y aquí, hablaremos de lector a lector. De fán a fán. Tú, yo, Alan…
Nosotros.
Que Moore es un guionista CO-JO-NU-DO no lo pone nadie en duda. Pero muchas veces se olvida una cosa muy importante.
Moore es un lector de tebeos.
Le gustan los tebeos.
Le gustan las historias.
En eso aspecto, es uno más de nosotros.
Un lector.
Sed sinceros con vosotros mismos. Reconocedlo. ¿Quién de vosotros no se ha imaginado a sí mismo como uno de los personajes de las obras que le molaban? ¿Quién no ha sido el compañero de Superman? ¿Quién no ha querido ser el amigo de Batman?¿Quién no se ha imaginado a sí mismo como compañero de aventuras del Corsario de Hierro?
¿Quién no se ha imaginado mientras leía que era él ese a quién le decían la palabra mágica (o le daban una linterna verde) que le daba poderes?
Y nos imaginábamos aventuras donde éramos los héroes.
Y todos, en un momento u otro, nos preguntábamos: ¿Y que pasaría al día siguiente?
Alan Moore, también, estoy seguro.
Y en esta obra nos lo cuenta.
Hoy hablaremos de una obra que se puede leer de varias maneras. Podemos leerla como una historia de un solo tomo. La historia de un héroe que nace o renace. La historia de un triunfo. La historia de un engaño. La Historia de un éxito.
La historia de Miracleman.
Podemos leerla así y no pasa nada. Una historia interesante, con principio, desarrollo y final. Puede que nuestros amigos friquis nos llamen de todo y nada será bonito, pero si no leemos más no pasará nada.
Y podemos leerla como el principio de la historia en tres tomos que Alan escribió.
En ese caso, estaremos ante una primera parte brutal que nos presenta una historia que nos dejará sin aliento.
Y que nos dejará pensando…
En ambos casos, la propia estructura de la obra nos habla de su intrahistoria. Empezamos con una historia de los 50, obra del guionista original. Y luego pasamos a los 80, con otra obra, en esta ocasión del Guionista Original.
No, no es que ya no sepa lo que escribo. El primer guionista, el original, es es Mick Anglo. Si, Moore tuvo el valor y el homenaje (los cojones, no nos vamos a escandalizar en una reseña de Miracleman) de empezar su obra con la obra de otro autor. Y el otro Guionista Original es como se llama a Moore ahora en los créditos. Problemas de derechos, autoría y líos legales.
A nivel de guión, esta historia va como un tiro. Desde un principio lento y costumbrista, va cogiendo velocidad y nos dejará sin aliento cuando pase por diferentes fases de una historia de acción, intrigas, misterios y mentiras gubernamentales.
Traición, mentiras y engaños escondidos tras una sonrisa.
Y detrás de todo eso, solamente un paso por detrás… un hombre que va a condenarse a sí mismo.
Un drama humano oculto a la sombra de un Dios entre los hombres.
Hay muchas lecturas en esta obra. Y muchas opiniones.
Esta historia es anterior a Watchmen. Es muy posible que hayáis leído o escuchado opiniones acerca de que le da un punto adulto y muy violento a los tebeos de superhéroes estadounidenses. Es una opinión muy respetable, pero que yo no comparto.
Porque esta obra se escribió para el mercado británico.
Y porque en Europa no teníamos ni habíamos tenido ese Comic Code que había infantilizado los tebeos sin dejarlos evolucionar ni crecer fuera del mercado infantil.
Puede que las luchas brutales y llenas de civiles muertos que llegarán a aparecer aquí escandalizaran a mucha gente, pero yo de niño-joven ya había leído sin problemas tebeos bélicos donde moría gente y se mataba a civiles.
(Nota mental para los lectores nuevos: Si lo que veréis en este tomo os parece duro o políticamente incorrecto, no sabéis lo que se viene en los dos siguientes….).
Lo que sí tenemos y que quizás ha marcado más a los lectores, son las tramas y subtramas de doble lectura.
Y las escenas brutales, tanto por significado como por simbolismo.
Sobre todo cuando releamos la historia, sabiendo ya lo que va a pasar.
Esas escenas de ambientación en autopistas… que resulta que tienen un significado.
Esos chistecitos que Moore nos cuela así a lo tonto, y que resulta que todos habíamos pensado ya.
Esos personajes secundarios marcados para siempre por la historia. ¿Qué será de ellos en un mundo realista y coherente?
Esas muertes absurdas y sin sentido, que aún así rompen otras vidas. La muerte de esa ¿secretaria? nos dejará sin aliento, preguntándonos qué está pasando.
Y esa escena, esa viñeta, donde un hombre dice la palabra, sabiendo que debe sacrificarse para salvar a alguien…
B.R.U.T.A.L.
Así os lo digo, en mayúsculas y con puntos para alargar la palabra.
Los dibujos son de Gary Leach (recientemente fallecido) y Alan Davis.
¿Qué podemos decir de estos dibujos? Que nos los creemos. Que son, dentro de la historia de un Dios renaciendo entre los humanos, totalmente realistas y coherentes.
Y forman parte de forma perfecta de la unión con la historia. No nos molestaremos en buscar escenas especiales. No echaremos de menos grandes viñetas. Tanto la historia como el dibujo nos absorben sin darnos tiempo a detenernos en un análisis formal de lo que estamos viendo.
Todo nos parece real y creíble.
Pasemos a hablar de la edición. Pero antes hablemos de como leer este tomo. Podemos dividirlo en tres partes. La primera llega hasta la página 93. Leérosla de un tirón. Releedla. Disfrutadla.
Y luego saltad hasta la página 122, donde empiezan los extras, los bocetos, las ilustraciones y las entrevistas.
Entre ambas partes hay unas historias sueltas. Mi consejo como lector, fan y reseñador es que las dejéis sin leer hasta que terminéis la lectura de los tres tomos de Miracleman.
Leerlas a estas alturas no solamente os harán espoileres de esos, sino que además os darán datos que no entenderéis del todo a estas alturas de la obra.
Si habéis llegado hasta este punto de la reseña, es que os fiáis de mi criterio. Hacedme caso e ignorad estas historias por ahora.
Por cierto, hablando de la edición. Lo que os voy a decir ahora puede que suene raro a los que no seamos lectores veteranos, pero esta edición de Panini huele a papel. Y eso es un gustazo.
La traducción es de Raúl Sastre.
¿Por qué leer Miracleman 1?
Es Alan Moore en estado puro. Es una maravilla de historia. Le voy a dar cinco estrellas. Si no lo lees, Miracleman te hará una visita y le hará algo horrible a tus tebeos de la Patrulla X.
¿Por qué no leer Miracleman 1?
Crees que el Superman de los años 50 es el culmen de la historia tebeística mundial.