La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Saludos, queridos lectores. Hoy tenemos un tebeo de Cascaborra que me provoca sentimientos encontrados y enfrentados. Por un lado, es una obra muy bien hecha, preciosa de leer. Por otro, la historia real que cuenta nos trae lo peor del ser humano.
Miguel Hernández simboliza, para el público en general, el drama de la Guerra Civil y la Postguerra. Quién más, quién menos; reconoce los versos de las Nanas de la cebolla cuando los lee o escucha cantar. Junto con Lorca y Machado, forma parte del imaginario popular aunque no conozcamos de su obra y vida nada más que los versos de Serrat o de Cortez.
Román López-Cabrera nos trae una obra que puede cambiar eso y llevar la figura del poeta de Orihuela al gran público. A lo largo de 104 páginas seguiremos a Miguel desde su niñez hasta su muerte, con sólo 32 años.
Al final de este viaje por su vida, dulce a veces, amargo otras, tendremos una idea más clara sobre este hombre, padre y poeta.
Que también fue niño yuntero.
La portada de esta obra es un resumen del libro y de la vida narrada. Un hombre entre una pareja de enamorados a un lado y unos soldados al otro. Es con ese amor con el que empezaremos nuestra historia, con Miguel conociendo a Josefina, su amada y finalmente esposa. Veremos no al poeta, sino al hombre.
Veremos poco a poco a ese hombre, al poeta, al hombre que vive, aprende y enseña. Pero siempre como un hombre con el que podemos cruzarnos por la calle, lejos de un pedestal o una fria entrada en un libro de historia.
El Miguel Hernández de esta obra se nos aparece a través de escenas cotidianas, anécdotas, recuerdos propios y ajenos. Conoceremos su vida y su obra de forma natural, sintiendo lo que él siente…
Pero nosotros sabemos cómo terminará todo. Y nos irá doliendo a medida que pasa el tiempo.
El dibujo acompaña al tono de la historia. Pasaremos de escenas agradables a otras crudas y dolorosas. Me ha llamado la atención es hecho de que los personajes gesticulan mucho, pero pienso que se trata de un efecto de época buscado por el autor.
El trazo es claro, sin complicarse con muchos volúmenes. Deja ese trabajo para el color, aplicado junto a Marina Armengol Más. La narrativa se fácil de seguir, pero no sencilla. Las escenas (que no viñetas) han sido pensadas y en algunas ocasiones parecen coreografías de una cámara de cine. Por ejemplo; el banquete que vemos en una página muda, donde no necesitamos ni una sola palabra para saber lo que siente el poeta.
Esa misma narrativa nos lleva desde viñetas a toda página, llenas de la épica de un discurso hasta otras donde un padre saluda a su hijo a través del agujero de una valla.
El héroe y el hombre.
Al final de esta reseña os dejaré una página sin color, para que podáis apreciar mejor la limpieza del trazo de López-Cabrera.
Y hablando del color, hay un sutil uso que refuerza la historia. Las escenas y años más felices muestran una paleta más colorida, más brillante. Los tonos oscuros, sucios quedan para los años de cárcel, hambre y torturas. Esto se aplñca más a nivel de viñetas que a una clara distinción del libro en dos partes.
La edición que nos trae Cascaborra incluye:
Un prólogo de José Luis Ferris; que además de haber escrito obras sobre Miguel Hernández, es el director de la Cátedra que lleva su nombre en la UMH.
Una página de notas, explicándonos el origen de los versos y textos reales que aparecen en la obra. Página, viñeta y origen del texto. Un plus muy útil, interesante y agradecido.
Dos textos sobre la obra, escritos por Aitor L. Larrabide uno; y el otro por José Carlos Rovira.
Un listado de la bibliografía consultada por el autor, para quien desee profundizar más en la figura, vida y obra de Miguel Hernández.
Os dejo una entrevista a Doña Josefina Manresa, su viuda.
¿Por qué leer Miguel Hernández. Piedra viva?
Una historia que no nos cansa y que recorre tanto la vida del autor como el ambiente en el que vivió. Permiteque aprendamos lo más básico sobre Miguel Hernández de forma rápida y fácil. El contenido extra.
¿Por qué no leer Miguel Hernández. Piedra viva?
Una historia real y muy dura a veces.