Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Mi triste paso por Madrid Comic Pop Up 2023

El pasado fin de semana se celebró una vez más la Madrid Comic Pop Up en Ifema. Si no me equivoco, es la tercera edición con este nombre tras el cambio de gestión del evento de Easyfairs Iberia a la propia Ifema. Pues bien, no he faltado a un solo salón madrileño desde el año 2001 y como no cambien mucho las cosas me temo que en 2024 no me verán el pelo por allí.

Huelga decir que con estas palabras no busco herir a ninguna persona u organización. Simplemente pretendo relatar las múltiples fallas que he encontrado en un evento que cada año ha perdido poder de convocatoria desde que pasó la pandemia.

Ambientazo, ¿eh?

Desconozco las cifras de asistencia. De todas formas no me hacen falta para afirmar que ha sido un fracaso absoluto en cuestión de número de visitantes. El hecho de que días antes pudieran comprarse entradas con descuentos de hasta el 60% es un indicativo de que la cosa no pintaba bien. Sobre todo si tenemos en cuenta que en la edición de 2019, las entradas para el sábado se agotaron de manera anticipada y que en 2017, el año de Frank Miller, pasó lo mismo con las del domingo.

¿Cuál es la causa de esta falta de asistencia? Muy sencillo, la ausencia de alicientes para acudir. En primer lugar el plantel de invitados.Sin desmerecer las varias docenas de autores y autoras (nacionales en un 95%) que estuvieron firmando en los stands de las pocas editoriales que decidieron acudir, este año han faltado nombres potentes. Vale que no siempre se podrá contar con Frank Miller, con Mark Bagley o Bill Sienkiewicz, pero este año solo acudieron como autores internacionales Juan Ferreyra y Nico Henrichon.

Nuestro querido Víctor charlando con Juan Ferreyra

Y diréis: si no hay autores, pues por lo menos habrá editoriales. Pues sí, hubo unas cuantas que además tuvieron largas colas en sus sesiones de firmas (hecho que me alegra muchísimo) como Dolmen o Tengu. Pero se echó en falta a ECC, a Norma o a Panini, que, si bien no vende novedades sí suele organizar encuentros con sus autores.

Entonces, sí no hay autores y tampoco hay editoriales, por lo menos habrá tiendas, ¿no? Pues tampoco. Solo había una tienda de cómics. La citaría, pero no vi el nombre por ninguna parte. En un stand de merchandising y videojuegos había cuatro cajas contadas con grapas de saldo. Pero tiendas, solo una. Un desastre. ¿Dónde han quedado esos salones con docenas de tiendas en las que rebuscar a la caza de algún tesoro? Pues mira, ya ni me acuerdo.

Al único puesto de cómics no le fue nada mal

Por contra, podías encontrar muchos puestos de posters, camisetas y chorraditas varias de los cinco animes de moda. La escuela Esdip tenía stand, también estaban por ahí los chicos del Freakcafé mostoleño o el restaurante Comic Planet madrileño. Pero con todo, en treinta minutos (y siendo generosos) habías visto todo lo que te ofrecía el salón. Ni siquiera el stand de Nintendo tenía las largas colas que uno podría imaginar. Lo dicho, cero interés, por parte de la organización y del público.

Qué tiempos aquellos en los que me quejaba de lo mucho que se abarrotaba el Expocómic o de la pasta que me dejaba buscando grapas antiguas con el consiguiente perjuicio a mi economía. El pasado sábado el mayor peligro que corrí fue morirme de aburrimiento.

Los cosplayers siempre animan el sarao

Ahora bien, también hay varias cosas positivas a resaltar. La primera, el éxito del Artist Alley. Prácticamente todos los stands tenían gente comprando prints, dibujos, marcapáginas, artbooks, etc. La segunda, y última, que las charlas contaron con los medios (micros, megafonía, sillas) necesarios para poder disfrutarse como es debido. Soy un nostálgico, pero lo que no echo de menos de Expocómic es su sonido nefasto en las charlas, en las que o estabas en primera fila o no te enterabas de nada.

Me consta que mi disconformidad es algo generalizado entre el fandom general, que no ha dudado en criticar en redes a una organización que al parecer se ha dedicado a borrar dichos comentarios y bloquear a unos usuarios que estaban ejerciendo su derecho a la libertad de expresión. Por ahí vamos mal, porque se intuye que el propósito de enmienda no está en sus planes inmediatos.

De cara al año que viene quizás la organización de Madrid Comic Pop Up podría plantearse reducir el número de días y ofrecer mejores condiciones a los posibles expositores o tiendas y editoriales interesadas.

Madrid necesita un Salón del Cómic que sea referencia dentro del panorama nacional, no esto.