Si alguien se acerca a un cómic titulado Mi novio es un oso con la portada supercuqui de Cat Farris, debe ser consciente de lo que se va a encontra. Está clarísimo que estamos ante un tebeo dirigido a chicas y chicas jóvenes en concreto… o no.
Mi novio es un oso nos habla de Nora, quien a sus 28 años no ha tenido demasiada suerte con los hombres. Un día conoce un oso que resulta ser el amor de su vida. Obviamente esto desatará toda una serie de situaciones que abarcan lo cómico y lo trágico ante los ojos de sus amigos, su familia, sus compañeros de trabajo y, a través de todo esto, iremos haciendo la radiografía de una adorable relación de pareja.
Pamela Ribon es una guionista a la que Fandogamia ya nos había acercado con Slam!, donde demostraba que tiene una particular habilidad para tratar de forma divertida y emotiva las relaciones personales. En el apartado gráfico tenemos a Cat Farris, una dibujante que pese a contar con una carrera considerable en editoriales como Oni Press, Dark Horse o IDW, en España sólo habíamos podido ver hasta la fecha en el especial Plants vs. zombies, así que resulta una agradable sorpresa para descubrir.
Mi novio es un oso no habla del amor interespecies, habla de no ponerle barreras al amor, de permitirse buscar a alguien distinto y resulta deliciosa la naturalidad y hasta sinceridad con la que te cuentan esta relación de pareja. No me olvido de que estamos leyendo la historia de amor de una mujer y un oso, pero sus emotividad te llega de una manera tan directa y liviana, como quitándole importancia a lo bien hecho que está, que todo resulta profundamente verosímil y cercano.
Del mismo modo ligero y sencillo que Ribon, Cat Farris traslada toda la diversión y el sentimiento de esta historia con sus dibujos. Lo cuqui aquí no es un accesorio decorativo sino una forma de caricatura y no olvidemos que las caricaturas tienen en su esencia la labor de comunicar las emociones de ese modo en que un dibujo realista no puede. Además, pese a que un mecanismo narrativo más complejo no tendría demasiado sentido en una historia como Mi novio es un oso, el trabajo de Cat Farris no está exento de ciertas propuestas arriesgadas como puntos de vista un tanto peculiares, mobiliario que termina creando viñetas y trucos similares que funcionan sobre todo como un juego sin grandes aspiraciones, muy en el sentido lúdico y directo de todo el tebeo.
Tanto en sus momentos cómicos como en su momentos dramáticos Mi novio es un oso resulta tremendamente conmovedor y eso, por más simple que pueda parecer en un primer vistazo, es el síntoma de un tebeo bien hecho.