Menudo mazazo al corazón y a la cabeza me he llevado con el primer volumen de la edición maximun de Ikigami, de Motorô Mase. Un colega me había comentado que si me había gustado Death Note le echase un ojo a este manga. Y vale, dos cosas: la primera le estoy agradecido porque me ha parecido impresionante, pero la segunda es que ambos mangas se parecen como un huevo a una castaña y tan solo tienen en común que tratan sobre la muerte.
Ikigami vio la luz originalmente en dos revistas de la editorial Shogakugan. En primer lugar en la Weekly Young Sunday hasta su cierre y después en Weekly Big Comic Spirits. En total, el manga se serializó entre septiembre de 2005 y febrero de 2012 para más tarde ser recopilado en diez volúmenes que Panini publicó en nuestro país entre octubre de 2007 y octubre de 2012. Ahora toca disfrutar de la edición Maximun en tomos dobles de tamaño superior al tankoubon. Dicho formato es el elegido por la editorial italiana para reeditar sus títulos de más éxito como Bleach o Berserk.
Ikigami. Vive como si fueras a morir mañana
La trama de Ikigami es sencilla pero efectiva. En una versión distópica de Japón se ha creado la llamada “Ley para el sostenimiento de la prosperidad estatal”. Dicha ley consiste en que a todo ciudadano del país se le inyecta una cápsula cuando es un niño. Pues bien, una de cada mil contiene una toxina que provoca la muerte. El período de ejecución sucede entre los 18 y los 24 años pero al “afortunado” solo se le notifica con 24 horas de antelación mediante el Ikigami o también llamado “comunicado de muerte”. El protagonista de la obra es Kengo Fujimuto, funcionario que se encarga de entregar los comunicados cada mes.
La verdad es que según leía la obra de Mase me venían a la cabeza escritores de ciencia ficción clásica como George Orwell, Phillip K. Dick o Aldous Huxley. El tono de la obra puede recordar al de obras como “Un mundo feliz” o “1984”, donde el gobierno controlaba a sus ciudadanos con tácticas de dudosa moralidad y escasa ética, siempre con la excusa de buscar el bien mayor.
No estamos ante un manga de acción, no hay grandes revelaciones o huidas a la desesperada como en “La fuga de Logan” (al menos por el momento). Ikigami es una obra mucho más contemplativa, serenada y que invita a reflexionar sobre el existencialismo y la futilidad de la vida. También busca que apreciemos más cada momento, logrando nuestra empatía con los distintos ciudadanos que reciben el Ikigami.
Uno de los puntos fuertes de Ikigami es su poderosa capacidad de inmersión. Motorô Mase ofrece una cantidad ingente de información sobre el funcionamiento de la Ley para el sostenimiento de la prosperidad estatal. En cada capítulo da nuevos datos sobre todos los aspectos burocráticos del sistema.
Ahora bien, el punto fuerte de Ikigami son las historias personales de cada uno de los protagonistas. Todos los capítulos tienen la misma estructura. Tras presentarnos a uno o más personajes, llega el momento en que Kengo debe entregar el comunicado de muerte. Como si de una Guardián de la cripta involuntario se tratase, el pobre Kengo comprobará en sus propias carnes que su trabajo acaba pasando factura.
Ikigami es un drama de alto octanaje que nos ofrece una colección de historias muy humanas y sumamente emotivas. Además, cada historia es totalmente opuesta a las anteriores con una extensión que también puede variar. A título personal debo decir que todas me han tocado la fibra de una forma u otra. Sin entrar en demasiados detalles, en esta primera toma de contacto veremos a un joven músico, a un chaval que sufrió acoso en el instituto (la más turbia de todas y con la que se puede empatizar en el fondo, pero no en las formas como ya veréis si os acercáis al manga) o a un joven enfermero.
A través de las vidas de estos pobres desgraciados el mangaka nos hará atravesar por un complejo crisol de emociones para que junto a ellos experimentemos la rabia, la impotencia o la frustración de que el maldito azar pueda llegar a truncar toda una vida de sueños, esperanzas e ilusiones.
De manera inevitable, este cómic hace que te pongas en la piel de cualquiera de estas personas y te preguntes qué harías con las últimas veinticuatro horas de tu vida: cumplir un sueño, sanar alguna herida, aclarar algún malentendido o simplemente seguir haciendo lo que haces cada día porque ya eres plenamente feliz. El abanico de posibilidades es fascinante, sin duda alguna.
Más allá de esto, debo reconocer que no tengo ni idea de por donde va a tirar Ikigami: si habrá alguna trama de fondo (ya nos ha enseñado lo que ocurre con la disidencia) o en su lugar el manga se centrará en ser una colección de dramas costumbristas. Sea una cosa o la otra pueden contar conmigo.
A nivel gráfico, Motorô Mase tira de estilo sobrio y realista para anclar todavía más la historia en un contexto que pueda resultar verosímil. A destacar su gran capacidad para mostrar personajes muy expresivos.
Por cierto, que Panini también fue la editora en España de Demokratia, el otro manga de Motorô Mase editado en nuestro mercado. Espero que no tarden demasiado en volver tener disponible este título.
Como siempre agradecer a la web Listado Manga por todos los detalles de las ediciones de Ikigami.