La editorial Barrett se está caracterizando por editar pocos cómics, pero de un modo muy cuidadoso y con una selección muy certera. Si ya flipáramos en su día con Mono de trapo, ahora nos llega otra obra que, solo por ver su edición, ya llama la atención en tiendas. Me estoy refiriendo a Más allá del Valle de Richard, una obra del canadiense Michael DeForge, que nos presenta una novela gráfica repleta de crítica social, humor absurdo, referencias musicales (en especial a Stephen Sondheim) y exploración de cómo se crean y funcionan las sectas.
La obra nos presenta a una comunidad de animales que viven en un valle a las afueras de Toronto siguiendo las reglas de su líder, Richard. Pero un día, uno de los animales enferma y se saltan una de dichas reglas, lo que deriva en la expulsión de la comunidad, dejando a él y a su círculo cercano en pánico por no saber qué va a ser de ellos sin la conducción de su líder, que asegura la paz en el valle. No saben lo que están a punto de descubrir: un mundo completamente diferente a lo que han vivido hasta el momento, y una ciudad completamente gentrificada repleta de gente que va a su aire.
DeForge nos presenta a personajes tan bien caracterizados como mal dibujados (XD), una comunidad formada por un mapache, una ardilla, un perro, una araña, una culebra y una rana. Cada uno tiene una personalidad muy marcada, que da muchísimo volumen a la obra: Lyle el mapache es un poco hipocondríaco y manipulador; Mark la culebra vive enamorada de Lyle, al que acabará idolatrando tanto como en su día a Richard; la rana Caroline es envidiosa y no soporta que nadie le quite su sitio junto a Richard; aunque mi favorito es el personaje de Julianne, la combinación accidental de la ardilla Ellie cuando la araña Omar le cae encima, como si fuese su pelo, y pasa a convertirse en una supermodelo admirada por todos.
Por momentos, DeForge tiene un estilo muy parecido a Simon Hanselmann, en cuanto a que narra las aventuras de un grupo sin una meta clara. Nos muestra su día a día y las cosas que les van sucediendo, y además lo hace con un estilo tranquilo, alternando escenas con uno u otro personaje continuamente. Aunque particularmente sigo quedándome de sobra con las locuras de Hanselmann que, cuando cuenta esa rutina, resulta mucho más bestia y evita el agotamiento del lector, cosa que sí me ha llegado a suceder en algún momento con Más allá del Valle de Richard.
En ello influye mucho el diseño de página, con una rejilla de 2×2, muy lineal, aunque por otro lado le permite jugar muy bien con el tempo y al alternar un personaje con otro, dedicando una página a cada uno de ellos de manera que el lector tenga la sensación de estar ante escenas rápidas, de duración parecida. Porque el estilo gráfico de DeForge es una locura: animales diseñados tal como le salen, sin necesidad de ser fiel a la realidad, y con un trazo fino, pero sin frenar sus impulsos creativos, de manera que puede haber un momento en que predominen los fondos fotocopiados o directamente que los personajes pasen a ser modelos de arcilla fotografiados porque así le apeteció a su autor… La edición de Barrett merece un comentario aparte, con esa cubierta con brillos, muy llamativa y un encuadernado muy compacto.
En definitiva, Más allá del Valle de Richard es una obra que gustará a los amantes del underground, por su capacidad de crítica continua, de plasmar escenas absurdas, y de presentar a unos personajes muy carismáticos. Tal vez la única pega que le ponga es su extensión, que probablemente habría ganado de haberla separado en dos tomos, por la tendencia a leer un tomo en una o varias sesiones de lectura, pero sin alternar con otro tipo de lecturas, y creo que esta obra es para leerla en varias sesiones y entre lectura y lectura, o puede llegar a agotar en determinados tramos, y perder de vista esa ácida visión de los temas principales que hemos hablado, algo, por otro lado, muy característico del cómic underground.
Lo mejor: La originalidad en cuanto a mostrar el borreguismo intelectual, bien a la hora de ilustrar cómo funciona una secta, la facilidad con la que se puede crear otra, o de cómo nos dejamos engatusar por la imagen. La edición de Barrett.
Lo peor: Tal vez podría haber ganado con una pizquita de mala leche en el humor.