Con la publicación de “De vuelta al negro” llegamos a un momento decisivo en la etapa de J.M. Straczynski en “The Amazing Spider-Man”. Decisivo por lo que cuenta y que casi podríamos considerar un extra, porque es bien sabido que el creador de “Babylon 5” tenía la intención de abandonar el título tras la finalización de los cruces con “Civil War”. Finalmente, Joe Quesada le convenció para que se quedase un par de arcos más: este del que hablamos hoy y “Un día más”, del que daremos buena cuenta dentro de unas semanas.
“De vuelta al negro” o todo es cíclico en el noveno arte
The road so far (como dirían en la serie Supernatural). Llegamos a un punto determinante para Spiderman. Tras tomar la trascendental decisión de ser fiel a Tony Stark en la Guerra Civil superheroica, el bueno de Peter le enseñó a todo el mundo quién estaba tras la máscara del cabeza de red. Un acto, completamente deliberado, que tuvo consecuencias catastróficas una vez que nuestro héroe decidió volverse contra su patrón al determinar que este estaba traicionando todas sus creencias e ideales.
La historia anterior se saldó con la tía May recibiendo un disparo por parte de un sicario contratado por Kingpin. Sí, la tía May, esa ancianita cuyo bienestar es uno de los objetivos máximos de Spiderman, esa ancianita que es uno de los (escasos) pilares de su cordura. Un personaje capital recibe un disparo mortal por culpa de una decisión que tomó su sobrino meses atrás.
De esta forma, JMS pone de relieve aquello de “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, haciendo énfasis en la palabra “responsabilidad”, pues Peter considera que él es tan culpable del estado de May como el propio tirador. A partir de aquí, asistiremos a un pequeño descenso a los infiernos en “De vuelta al negro”, que recuerda poderosamente a la mítica “Born Again” en la que Kingpin arrasaba por completo la vida de Daredevil.
“De vuelta al negro” también sirve para devolver su oscuro uniforme a Spiderman (pero libre de simbiontes alienígenas, eso sí). Ahora bien, la forma en la que Peter lo saca a escena me parece bastante ridícula, puesto que siempre se nos ha dicho que su telaraña se disolvía automática al paso de una hora y aquí parece que lleva años escondido en una azotea random de la Gran Manzana.
Aunque pudiera parecer que la recuperación del oscuro uniforme es algo meramente fortuito, nada más lejos de la realidad, Y es que es utilizado por el escritor para dotar de un fuerte simbolismo a “De vuelta al negro”. Ese color manifiesta el estado actual de Spiderman a muchos niveles. Si el uniforme azul y rojo refleja una personalidad más luminosa y optimista, con el negro queda claro que algo ha cambiado, algo ha muerto dentro de él y las reglas que regían su vida se han modificado.
A lo largo y ancho de este volumen, básicamente vemos a un Spiderman que está harto de todo: de ser siempre el chico bueno, de poner la otra mejilla… Se odia tanto a sí mismo como al responsable del estado de su Tía May. Asistimos a una deconstrucción del personaje en la que sus miedos e inseguridades se tornan en una ira furibunda que nos llega a hacer creernos que será capaz de traicionar su máxima regla de no tomar nunca otra vida. Hay algunas páginas en las que vemos el lado más salvaje y desquiciado de Spiderman. Llegan a dar miedo, así os lo digo. Leyendo estos números, uno se alegra de que JMS se quedase un poco más en la serie (al menos en este arco).
El escritor lleva al límite al, antaño, simpático y alegre trepamuros, en una lucha a muchos niveles contra el tiempo, contra sus propios principios morales y sobre un villano que pese a no tener habilidades especiales es más letal que cualquiera de su galería de villanos ultrapoderosos. Me gusta mucho cómo JMS usa a un maloso tan clásico como Kingpin pues en su etapa, con la salvedad del Doctor Octopus, ha preferido usar amenazas de su propia creación.
El uso de Kingpin también es una forma de reivindicar su origen como némesis de Spiderman. Algo que se perdió desde los tiempos en los que Frank Miller se robó al personaje para su uso propio en las páginas del Diablo Guardián. Pues bien, “De vuelta al negro” se encarga de arreglar un poco esta circunstancia.
La parte artística viene firmada íntegramente por Ron Garney. El dibujante realiza un gran trabajo, especialmente en las numerosas escenas de acción. El primer capítulo, con Peter llevando a May al hospital, es particularmente bueno. Desde luego que JMS no se puede quejar de los ilustradores que le han acompañado.
En resumidas cuentas, menudo viaje el de Spidey en estos estertores finales de la estancia de JMS en el título. Posiblemente la mejor etapa del Trepamuros en los últimos 30 años.