Bueno, bueno, bueno. Llegamos a uno de los puntos de inflexión de la etapa de JMS en The Amazing Spider-Man, así como del Universo Marvel en el siglo XXI. Corría el año 2006 y en la editorial habían visto que la vuelta de los crossovers multitudinarios había sido un éxito, a juzgar por las ventas de Dinastía de M. Así que, como todo estaba visto, no se les ocurrió nada mejor que enfrentar a héroes contra héroes en Civil War.
La miniserie principal fue realizada por Mark Millar y Steve McNiven. Durante la misma pasarían un buen puñado de cosas gordas, gordísimas, de esas que incluso acaban apareciendo en los periódicos y telediarios de todo el mundo con reportajes y artículos llenos de erratas. El caso es que Spiderman fue posiblemente el personaje más importante de todo el evento al PELIGRO SPOILER desenmascarar su identidad al final de la segunda entrega. Sí, esto es un spoiler como una casa pero dudo que alguien esté leyendo reseña y no sepa lo que sucedía. De hecho, Civil War es la miniserie Marvel más vendida de la historia, como bien le gusta decir a Millar en las biografías de sus obras.
Ahora bien, esta “salida del armario” de Peter fue apenas abordada en tres páginas (que están incluídas también en este tomo) pero la historia y las repercusiones que iban a acarrear merecían que se desarrollasen de manera mucho más amplía. Aquí es donde entra J.M. Straczynski. Al creador de Babylon 5 se le estaba terminando la paciencia como guionista del título más importante del momento. Primero fueron las interferencias editoriales en “Pecados del pasado”, luego la incorporación de Spiderman a los Nuevos Vengadores de Brian Michael Bendis y ahora esto.
JMS saca petróleo de las dudas de Spiderman
Por fortuna, tuvimos suerte. Joe es un profesional como la copa de un pino y decidió acometer el encargo dando lo mejor de sí mismo. En los números que recopila esta entrega de Marvel Saga nos encontramos con unos diálogos poderosos, llenos de fuerza y simbolismo. La acción transcurre desde poco después de la debacle de Stamford, que aceleró la aprobación del Acta de registro hasta casi la finalización de la Civil War.
Este puñado de episodios me parecen brillantes, al explotarse mejor que en ningún otro tebeo del evento las consecuencias que puede sufrir un héroe enmascarado al registrarse. Unas repercusiones que no solo las sufre él, sino que pueden alcanzar a cualquier persona de su entorno, como bien nos demuestra el escritor en una subtrama que implica a uno de los enemigos más antiguos de Spiderman, que decidirá cobrarse su deuda con sangre.
El crisol de emociones que atraviesa Spiderman me parece fascinante. El cabeza de red siempre ha sido un ejemplo de moral firme y de fuertes convicciones, pero también, como ser humano que es, de dudas e imperfecciones. El camino que recorre el héroe urbano desde que jura su lealtad a Tony Stark hasta que se da cuenta de que las acciones de su autoproclamado mentor no son las correctas resultan completamente verosímiles. Es decir, ¿cómo no estar agradecido con alguien que te ha apoyado y ayudado a ti y a tus seres queridos de manera aparentemente desinteresada?.
El tono de este tebeo deja en segundo plano la acción superheroica para abrazar la esencia de un thriller conspiranoico al más puro estilo de las novelas de John Grisham. Hay momentos donde la tensión es tan palpable que te podrías dar de bruces con ella. A destacar todo el camino que debe realizar Peter para escapar de las redes y manipulación de un Tony Stark maquiavélico y letal como pocas veces he visto. Al alter ego de Iron Man no le hace falta su brillante armadura para dar miedo o resultar amenazante.
Lo mejor es que tampoco podemos calificar a Tony como el malo de la historia. Simplemente está en el “otro bando” y cada uno quiere alcanzar el bien común usando los medios que consideran oportunos. Gracias a la hábil prosa del escritor la obra trasciende de los maniqueistas conceptos del bien y del mal que suelen servir de carburante y/o hilo conductor en el cómic de superhéroes.
En resumidas cuentas, J.M. Straczynski aprovecha el encargo de escribir los cruces de Civil War con Spiderman para escribir una carta de amor al personaje, ahondar en su humanidad y al final reducirlo a las fundacionales enseñanzas del Tío Ben y su famoso “todo gran poder conlleva una gran personalidad”. Estos números son, pero de lejos, lo mejor de todo el crossover.
A nivel artístico nos encontramos con un Ron Garney que ya encaminaba su estilo a lo que hemos visto en tiempos recientes en la maxiserie de BRZKR. Lejos quedan esos lápices limpios y dinámicos que deslumbraron a todo el mundo en su etapa en el Capitán América, dando vida a los guiones de Mark Waid. Y aunque es cierto que luce en las (abundantes) escenas más pausadas donde todo el peso narrativo se apoya en la fuerza de los diálogos, cuando toca pisar el acelerador, Garney se muestra espectacular.
Y no, de la última página no voy a decir nada. Para eso leed el tebeo.