En enero de 2005 el panorama editorial de Marvel Comics cambió para siempre. Dicho mes fue el elegido para el lanzamiento de New Avengers 1, de Brian Michael Bendis y David Finch. De las cenizas del mini evento “Vengadores Desunidos” surgió una nueva cabecera de los Héroes más poderosos de la Tierra, formada por Iron Man, Capitán América, Spider-Woman, Luke Cage, Vigía, Lobezno y nuestro querido Spiderman. Sí amigos, de golpe y porrazo, el cabeza de red se convirtió en vengador de pleno derecho.

Los Nuevos Vengadores cambiaron por completo la franquicia arácnida

¿Spiderman en los Vengadores? No es la primera vez que vemos al arácnido en el grupo. En la época de Bob Harras, el alter ego de Peter Parker militó en sus filas por un breve período de tiempo. Su salida fue más cómica que otra cosa y quedó claro que, pese a lo que se vió en Marvel Team Up durante más de diez años, el personaje funcionaba mucho mejor en solitario que como parte de un conjunto de héroes.

Esto fue una máxima en la editorial hasta que Joe Quesada y Brian Michael Bendis pensaron lo contrario. Desde entonces Spider-Man ha sido parte de los Vengadores de manera intermitente. Supongo que esta circunstancia le vino impuesta a JMS, por lo que no le quedó más remedio que poner buena cara y tratar de sacar petróleo de una situación que no entraba en sus planes.

Como lectores, esta circunstancia nos benefició. Y es que de una vez por todas nos libramos de Sarah y Gabriel Stacy . Los pecados del pasado quedarían enterrados hasta que un buen día Nick Spencer se acordó de ellos décadas más tarde. En el lado negativo, el lore de la serie sufrió una modificación sustancial. Con este arco de “Nuevos Vengadores” nos vimos obligados a dejar atrás todo el trasfondo social y urbano que tanto nos había gustado en las primeras entregas de la colección. Se acabó ver a Peter como profesor del instituto Midtown, adiós también a los chavales que tanto ayudó o las problemáticas de carácter más humano que inundaron el título mientras Ezekiel estaba por aquí y por allá.

El Spiderman urbano ha muerto, larga vida al Spiderman vengador

Unas dinámicas terminan para dar paso a otras. Ni mejores, ni peores, simplemente distintas, dependiendo de cada uno si quiere pasar por el aro que nos planta JMS en las narices. En mi caso, servidor entró con gusto.

En las páginas que nos ocupan se va tejiendo la red que uniría de forma tan particular a Peter Parker y a Tony Stark durante la previa y la primera parte de la Guerra Civil superheroica que empezaba a asomar por el horizonte. El guionista demuestra una vez más su pasmosa habilidad para escribir diálogos ágiles, con chispa, que retratan a los personajes de manera brillante, salvo Lobezno, donde vuelca una misoginia no vista nunca antes que me hizo rechinar un poco los dientes.

Pero por lo demás, gusta ver a la Tía May extrañamente cómoda con Edwin Jarvis, a Mary Jane feliz de poder formar parte del mundo de Spiderman (y no solo de Peter, como había sido casi en exclusiva hasta ahora). El creador de Babylon 5 se toma su tiempo para mostrarnos este particular “detrás de las cámaras” en las vidas de los Nuevos Vengadores, regalando de paso un buen número de situaciones divertidas propias de las comedias de enredo más ingeniosas.

No he comentado nada de la trama principal de este puñado de números de la cabecera americana de The Amazing Spider-Man. Lo cierto es que es algo secundario, tanto para el equipo creativo como para los lectores, más interesados en saber cómo se adapta el trepamuros a su nueva dinámica que a cualquier otra cosa. Baste decir que un antiguo grupo de malosos de Marvel reaparece con un ambicioso plan para acabar con la vida de buena parte de los Estados Unidos.

Pese a quién le pese, el cambio de rumbo impuesto por la cúpula editorial llegó para quedarse. Casi no habría ocasión de mirar atrás durante unos años, por lo que mejor fijamos la vista al frente para interesarnos por los extraños problemas de salud de Peter. JMS ya estaba sembrando las semillas de la saga “El Otro”. En treinta días sabremos más.

Antes de terminar unas palabritas sobre el dibujo de Mike Deodato Jr. Estas palabras no son otras que gritar al cielo: ¡Cuánto echo de menos a John Romita Jr.!