Con la publicación de la cuarta entrega de Marvel Saga: Caballero Luna llegamos al penúltimo tomo del que sería el volumen tres americano (o cinco si contamos las dos miniseries de los años noventa), que sería finiquitado con treinta entregas. “La muerte de Marc Spector” incluye los capítulos 20 a 25, así como el especial navideño “Silent Knight”, cuyos acontecimientos transcurren tras el capítulo 24. Curiosamente, este one-shot no se incluyó donde correspondía en la primera edición de Panini de este material, error que han corregido ahora.
El anterior tomo presentaba el primer cambio de guardia en las colecciones modernas del Caballero Luna. Salió Charlie Huston, siendo sustituido por el solvente Mike Benson, que siguió las líneas maestras presentadas por su predecesor, pero añadiendo un objetivo muy claro que aquí vemos consolidado: la completa integración del Puño de Khonshu en el Universo Marvel post Guerra Civil.
No obstante, el primer capítulo de “La muerte de Marc Spector” es una agradable mirada al pasado del personaje, recuperando elementos clave de su origen y primeras apariciones. Me estoy refiriendo a Jack Russell, también conocido como el Hombre Lobo. En apenas veinticuatro páginas, Mike Benson y Mike Deodato Jr. nos regalan un relato muy divertido, y excelentemente dibujado, en el que el Caballero Luna debe acabar con una red clandestina de combates a muerte.
Ahora sí, entramos de lleno en “La muerte de Marc Spector”. Bajo este título, tan tramposo como sutil, se esconde un tímido cambio de dirección para el personaje. O al menos eso es lo que pretende hacer Mike Benson al mostrar a un Caballero Luna ejerciendo una violencia mucho menos cruda y explícita que Huston, pero que esconde la misma finalidad que llevamos viendo desde el comienzo de esta colección de Marvel Saga: ser expeditivo con los criminales y hacerles ver que el mal no compensa.
El guionista deja de lado casi por completo los diálogos (¿imaginarios?) entre Marc y Khonshu para centrarse en el conflicto que generan las diferentes personalidades de alter ego de nuestro héroe plateado. Tres entidades bien diferenciadas que, llegado el momento, deberán elegir cuál de ellas es la dominante para a partir de ahí obrar en consecuencia.
Por lo demás, en “La muerte de Marc Spector” seremos testigos de una auténtica cacería humana cuando el Caballero Luna se convierte en uno de las personas más buscadas por la Iniciativa de los Cincuenta Estados de Tony Stark. Para rizar el rizo, también entrarán en escena los flamantes nuevos Thunderbolts dirigidos por Norman Osborn. Me parece destacable lo bien que le quedó a Marvel esta versión nada disimulada del Escuadrón Suicida de John Ostrander.
El ex-Duende Verde lanzará a pesos pesados como Veneno, Piedra Lunar, El Espadachín o el Hombre Nuclear contra nuestro magullado héroe. Pero será un Thunderbolt en concreto el que presentará más batalla. Sí, lo habéis adivinado, Bullseye dará mucho trabajo al Caballero Luna en una pelea desarrollada a lo largo de varios capítulos.
Como nota negativa me parece reseñable el hecho de que Mike Benson parece no tener mucha idea de qué hacer con la mayoría de secundarios clásicos. Vale, Crowley sigue rezumando carisma y molonidad, pero la relación entre Mark y Marlene va y viene con una facilidad molesta por su inconsistencia. Por no hablar de Frenchie, que de un número a otro pasa de lisiado a ser una bestia parda. Casi parece que tenga que usarlos por mandato editorial, otra explicación no se me ocurre.
Todo el arco de “La muerte de Marc Spector” es dibujado por el equipo creativo de Mark Texeira y Javier Saltares, una dupla sólida como ella sola en casi todas las páginas. No obstante, hay algunas planchas cuyo acabado me parece mucho menos trabajado y casi diría que apresurado.
El tomo es rematado por el mencionado especial de “Silent Knight”. Escribiendo nos encontramos a Peter Milligan, guionista al que nunca acabo de ver cómodo haciendo tebeos de superhéroes. Aquí no se complica demasiado y escribe una historia entretenida con el Caballero Luna ajusticiando a maleantes en Navidad. Tiene algo más de chicha, pero eso mejor lo leéis vosotros.
En definitiva, un tomo notable que deja con ganas de más. Puede que no sea una etapa memorable, pero se lee con gusto y se disfruta bastante.