Pues ya hemos llegado. Después de año y medio siguiendo todas las series mutantes de la Era de Krakoa en Amanecer de X, hemos llegado a X de Espadas, el primer crossover de la línea desde el advenimiento de Jonathan Hickman. Teníamos ganas de saber qué nos íbamos a encontrar aquí, en una historia que se continúa de una serie a otra al estilo de La canción del verdugo, con las diferencias argumentales y de tono que hay de unas series a otras. X de Espadas es una historia en veintidós partes que sera recopilada en tres tomos de Marvel Premiere (Creación, Estasis y Destrucción), el primero de los cuales ya está en nuestras manos.
Tras cuatro tomos de Dinastía de X/Potencias de X y dieciséis de Amanecer de X, veinte tomos en total con más de tres mil páginas, queda bastante claro que, por muy crossover que sea X de Espadas, intentar entrar en esta historia sin saber nada previamente es la receta perfecta para el desastre: los mutantes de Hickman no son los mutantes de tu padre, ni los de tu abuelo, ni los tuyos si no has leído ninguna serie X en los últimos cinco años. Consejo: si realmente te interesa lo que te puedan contar aquí, ve a tu librería de confianza y cómprate los cuatro tomos de DdX/PdX. Si eso te ha interesado, sigue con Amanecer de X, o al menos consigue que te dejen las grapas de X-Men y Excalibur. Y a estas alturas, ya puedes saber qué está pasando aquí cuando empieces con la lectura.
Aunque Excalibur no sea precisamente la serie más interesante de la Era de Krakoa, es la que más cimientos argumentales plantea en X de Espadas. Al igual que en varios otros eventos mutantes, todo lo que ocurre aquí tiene sus raíces en Apocalipsis. No es él el responsable directo de los hechos, pero tenemos por aquí a los primeros Cuatro Jinetes, presentados en Marvel Comics nº 1000, sus hijos biológicos originales, que vienen con unas intenciones tan buenas como las de su padre cuando era uno de los villanos principales de la franquicia.
Salto al pasado: todo comienza milenos atrás. Había una isla llamada Okkara (un buen momento para releer DdX/PdX si no lo recuerdas) que fue dividida en dos por una espada mitológica, la Espada Crepuscular. De la mitosis de Okkara surgieron Krakoa y Arakko, la isla móvil que vimos en X-Men nº2 (un buen momento también para darle un repaso a Amanecer de X) junto al Convocador, que resulta ser de una estirpe mutante conocida. Y ahora, el ejército oscuro de la Espada Crepuscular, viene de nuevo. Mientras, en Otromundo, Ópalo Luna Saturnina ve venir el conflicto.
Todo va a terminar en una contienda de campeones, con dos bandos enfrentados con diez espadachines cada uno. Otromundo está en juego, y con él todas las realidades. Por los invasores de Arakko vienen los Primeros Jinetes, los Convocadores y compañía. Por la Majestriz lucharán los mutantes de Krakoa, cada uno de los cuales tiene que llevar una espada especial. Dos de ellos ya tienen la suya propia: Magik y la Espada Alma, la más obvia de todas, y Cable y la Luz de Galador, que sin que nos diéramos cuenta nos estaba llevando hacia esta historia. Lobezno también tuvo la suya, la Espada Muramasa, de presencia casi constante en Lobezno: Orígenes, la serie de Daniel Way y Steve Dillon de hace casi veinte años. Tormenta es otro de los mutantes convocados, y tendrá que ir a buscar la suya a Wakanda. Y… de momento ya está.
Este primer tomo de X de Espadas no es especialmente cautivador, la verdad. Uno de los escasos peros que se puede poner a Jonathan Hickman en su forma de hacer tebeos es que, de vez en cuando, le da por soltar un chorreón de datos sin filtro, y esta es una de esas ocasiones. Además, el hecho de que la historia salte de historia en historia hace que, por mucho que tenga dos showrunners bastante definidos, Jonathan Hickman y Tini Howard, cada no demasiadas páginas cambia la voz sin terminar de quedar claro a dónde nos quieren llevar. Sí, todo parece que va hacia una gran batalla final que se va a resolver a tortas (o quizás, más bien, a cortes), pero en este extenso volumen de más de doscientas cincuenta páginas nos quedamos en un simple planteamiento.
¿Hacen falta más de setecientas páginas para esta historia? Iremos viendo. De momento, se nos ha planteado el conflicto entre Krakoa y Arakko y poco más. Lo que nos está quedando claro es que se están tomando su tiempo para contarnos la historia, y que se aprovecha este evento para ampliar un poco más el ya extenso alcance de la Era de Krakoa. Tiene potencial para ser una historia potente, pero aún no se puede asegurar nada. Lo único que sí queda claro es que tenemos un número dibujado por Pepe Larraz y da gloria bendita ver los lápices de este hombre.