Fuera de los eventos colectivos como X de Espadas, las series mutantes de la Era de Krakoa iban cada una por su lado, sin más contacto que alguna referencia puntual en alguna de las series a acontecimientos de alguna de las otras. Por ello, los tomos recopilatorios en Marvel Premiere de esta época suelen ser contenedores dispersos de colecciones que sólo tienen en común pertenecer a la misma franquicia. Sin embargo, en Reinado de X 7 todas las series tienen un punto en común: están protagonizadas por los jóvenes de la isla.
Arrancamos con dos números de X-Force protagonizados por Quentin Quire, un personaje al que tenemos tanto cariño como ganas de darle una colleja. Pocas veces se ha representado tan apropiadamente la adolescencia como con este mutante con ganas de casito. Siguiendo con la trama que empezó el mes pasado, hay algún tipo de amenaza psíquica está atacando Krakoa y nadie es capaz de ubicarla, pero parece ser que puede tratarse de algún mutante. Quire no había recibido el tratamiento que merecía desde la época de Grant Morrison, y se está convirtiendo en uno de los personajes más interesantes de esta época. Lo que nos dejan caer en los últimos números de esta serie nos hace pensar en que hay algún tipo de amenaza digna de tener en cuenta en el horizonte. Muy buen trabajo de Benjamin Percy, que sigue teniendo nuestro interés año y medio después del debut de esta encarnación de X-Force. El arte de Garry Brown es tan inquietante como visceral en algunos momentos, y le pega a la perfección a lo que el guionista nos está contando.
Hijos del átomo se ha convertido en el nuevo patito feo de la franquicia. Que la serie fuera cancelada tras un puñado de episodios nos deja claro que no consiguió apoyo entre los lectores, y se entiende el por qué. Lo que Hijos del átomo hace con los mutantes es lo mísmo que Jóvenes Vengadores hizo con los Héroes más poderosos de la Tierra, pero sin la décima parte de interés ni carisma que el grupo donde vimos al ahora televisivo Wiccan. Vita Ayala no consigue que nos intereses estas versiones adolescentes de mutantes conocidos, ni siquiera explorando el minievento Proscritos, que se centró en los héroes juveniles de Marvel durante 2021. El dibujo de Bernard Chang es más que correcto, pero no consigue brillar con un guión tan insípido.
En cambio, en Nuevos Mutantes, Vita Ayala está más inspirada que en la anterior. Sigue explorando la identidad juvenil en la isla de Krakoa y la influencia de figuras tan carismáticas como perniciosas: en este caso, tenemos al Rey Sombra, un personaje no precisamente fácil de tratar que resulta muy interesante en esta serie. Habrá que ver hacia dónde nos dirige la guionista. Ayuda también tener al dibujo a Rod Reis, un artista con un estilo visual claramente deudor de Bill Sienkiewicz pero con una narrativa mucho más convencional.
Cerramos Reinado de X 7 con el noveno (de doce) número de Cable, que sigue investigando los planes de Dyscordia, el clon de su versión madura que seguimos echando de menos. Todo lo que Gerry Duggan nos está contando en esta serie, desde la capacidad estratégica de un personaje que en su versión clásica fue un veterano soldado pero ahora es un joven inexperto, hasta su relación con Esme, nos hace pensar en que no falta demasiado para que todo descarrile. El dibujo de Phil Noto, en su línea. Nada que objetarle, pero no consigue emocionar en ningún momento.
Aunque cada una de las series que hayamos leído en este tomo tenga su interés (bueno, menos Hijos del Átomo), no podemos evitar quedarnos con la sensación de un cierto estancamiento, que es casi omnipresente desde el final de X de Espadas salvo momentos puntuales. Y mira que cuando leímos HoX/PoX tuvimos la sensación que estábamos ante uno de los puntos álgidos de la franquicia mutante. Esperemos que la cosa se anime.