Creo que pocas veces he visto tanto deseo por parte del fandom general por ver una etapa finalizada, como en el caso del “El Asombroso Spiderman” de Nick Spencer. El guionista llegó a la serie del trepamuros tras una polémica y discutida etapa en “Capitán América”. Comenzó bien, con unos números desenfadados en los que Ryan Ottley, dibujante de “Invencible”, insufló nueva vida al personaje. Sin embargo, la cosa no paró de torcerse hasta esta gran cascada de mierda que ha sido “Guerra Siniestra”.
A ver, la historia tiene ritmo, se deja leer, hay mucha acción y veremos desfilar por ella a dos docenas de enemigos clásicos (y no tan clásicos) del cabeza de red. El problema viene en lo que ha sido el carburante para la mayor parte de los setenta y cinco números que ha durado la etapa escrita por Nick Spencer: la identidad de Pariente.
No sé si reconocer con orgullo y/o vergüenza que en cierto momento se me pasó por la cabeza quién podría estar bajo la capucha. Digo vergüenza (cuando en realidad debería decir vergüenza ajena) por el editor que dió el visto bueno a todo este sin fin de barbaridades que hemos visto durante estos tres años.
Spencer ha obviado la etapa escrita por Dan Slott durante una década. Así de simple. Ahora bien, lo ha hecho adrede porque en ella no había nada que arreglar. Mejor o peor, Slott revolucionó al personaje, pero cedió el testigo dejando todos los juguetes recogidos y arreglados en su cesta. Sin embargo, el bueno de Nick (con el beneplácito de su editor, vuelvo a insistir) decidió mirar más atrás para arreglar los dos mayores sin sentidos de estancia de J.M. Straczynski en “El Asombroso Spiderman”. Sí, me estoy refiriendo a “Un día más” y “Pecados del pasado”. Ambas historias son revisadas y, supuestamente, arregladas.
Y sí, hay un plan de todo esto. Y es que Spencer se remonta todavía más atrás en el tiempo. Hasta la época en la que J.M.Dematteis y Sal Buscema se encargaban de “El Espectacular Spiderman” para iniciar la cadena de acontecimientos que nos llevan a la conclusión de “Guerra Secreta”. En total tenemos personajes que nunca murieron o que nunca resucitaron, un plot twist digno de la saga “Scream” y un montón de respuestas a preguntas que no era necesario formular.
Vale que el escritor ha hecho los deberes y prueba de ello es la mención a un olvidado (pero cojonudo) especial de Spiderman llamado “Legado del mal”, en el que Kurt Busiek y Mark Texeira pusieron las primeras piedras de la mastodóntica pirámide que ha sido la última etapa de nuestro lanzarredes preferido. Forzando mucho la suspensión de la credulidad (incluso teniendo en cuenta que es un tebeo de superhéroes) podemos atisbar las piezas del cuadro que se ha montado el autor en la cabeza. No obstante, esto no evita que uno tuerza el morro viendo en perspectiva el tremendo chocho que ha montado, con unos resultados equiparables a la segunda Saga del clon.
La necesidad de esta “Guerra Siniestra” es cuestionable. Hay lectores que consideran que lo pasado pasado está y otros que ven imprescindible que ciertas afrentas de tiempos remotos sean corregidas y/o justificadas. Pero de lo que estoy seguro es de que este puñado de tebeos no habrán convencido a nadie por valiente que pueda calificada su premisa.
Además, no puedo dejar de mencionar que la forma de dar carpetazo es chapucera, con muchas cosas que suceden porque sí. Por ejemplo, ¿de qué ha servido el periplo del Doctor Extraño por el infierno jugando a los dados con Mefisto? Y así, muchas más cosas, como todo el rollo de Harry Osborn siendo bueno, malo, las dos cosas o ninguna de ellas. Mucho ruido y pocas nueces.
Tampoco ha ayudado el exceso baile de dibujantes que ha tenido la serie desde el comienzo. Más de una treintena de artistas. Una cifra a todas luces excesiva que impide que uno de los títulos punteros de la editorial tenga la coherencia y estabilidad gráfica que se le presupone.
Diría que el que no se consuela es porque no quiere y que, al menos, podemos celebrar que este calvario ha terminado. Pero según dicen, la etapa de Zeb Wells es todavía peor. Veremos.