Comentábamos hace unos meses que el arranque de Chip Zdarsky al frente de Daredevil estaba resultando tremendamente prometedor, pero que habría que ver si mantenía el nivel o era un espejismo como el Batman de Scott Snyder, que también tenía un principio más que interesante y acababa resultando ser uno de los mayores despropósitos de la historia reciente del Hombre Murciélago. Con el tercer tomo de la recopilación que Panini está haciendo dentro de la línea Marvel Premiere, titulado Por el infierno, superamos el primer año de la colección y podemos decir que no sólo no se desinfla, sino todo lo contrario.
Ser original cuando estás tratando con un superhéroe que tiene casi seis décadas de existencia es prácticamente imposible. Frank Miller le dio un nuevo enfoque a Daredevil tan revolucionario y a la vez tan afortunado que, treinta y cinco años después de su finalización, sigue siendo la versión icónica del personaje que tiene todo el mundo en mente. Ha habido autores que han intentado apartarse de él, con mayor o menor éxito, como D.G. Chichester, Mark Waid o Charles Soule, pero antes o después se acaba volviendo al estándar creado por Miller. Y ésta es, en cierto modo, la idea que flota por encima del Daredevil de Chip Zdarsky: un sentido reconocimiento a la obra del autor de Maryland a la vez que un homenaje a ella. Estos tres primeros tomos nos han mostrado a un Matt Murdock que ha colgado el traje rojo y sólo es un abogado ciego con una buena cantidad de cargas emocionales y morales a su espalda. Y poco a poco iremos viendo cómo emprende de nuevo el camino del héroe, un camino que discurre paralelo al que ya anduvo años atrás. Le veremos entrenando de nuevo, aunque con una nueva figura enseñándole. Veremos su reencuentro con Elektra Natchios. Y veremos sus nuevos primeros flirteos como justiciero enmascarado, con un traje que no es el icónico rojo con cuernecitos pero que sí reconoceremos: el traje negro que vestía en El hombre sin miedo, también de Frank Miller pero con John Romita Jr. a los lápices.
Pero no es Matt Murdock el único que está siguiendo un viaje de transformación personal a lo largo de Por el infierno. Tenemos casi al nivel de coprotagonista la historia paralela de Wilson Fisk, otro personaje que dejó atrás su vida anterior como rey del crimen para convertirse en alcalde de Nueva York. En estos momentos, Fisk está intentando desvincularse de su pasado criminal, pero pesa como una losa sobre sus intentos de convertirse en una persona respetable. Y así como estamos viendo a Matt seguir un camino que, casi con total seguridad le encamina hacia vestir de nuevo las mallas de Daredevil, el paralelismo entre las historias de Murdock y Fisk nos deja con una poderosa sensación de fatalismo, de que Kingpin no va a conseguir su ansiada redención y va a caer de nuevo hacia los bajos fondos.
Desde que Chip Zdarsky empezó su carrera como guionista en Marvel hace ya siete años, con Howard el Pato como su primer trabajo largo, es un autor que nunca ha bajado de, como mínimo, firmar guiones interesantes. Sus trabajos con Spiderman han pasado de muy buenos, como en Peter Parker a espectaculares (pun intended), como en Toda una vida. Y en Daredevil nos pone una vez más encima de la mesa sus dos grandes puntos fuertes: una muy profunda caracterización de personajes, que destaca especialmente en la contraposición de paralelos/opuestos entre Fisk y Murdock, y unos diálogos que hacen que la inmersión del lector en la historia sea total.
Pero si importante son los diálogos para que esta serie funcione como lo hace, no lo es menos el dibujo de Marco Checchetto, dibujante titular de la serie, aunque necesite apoyos periódicos como ocurrió en el anterior No hay diablos, solo Dios. Tenemos representaciones del sentido del radar tomadas de etapas anteriores, otras innovadoras que resultan visualmente muy potentes, escenas de acción que dejan con la boca abierta, y en el plano de expresiones faciales, los personajes resultan totalmente humanos. Podemos ver ira, malicia, frustración… e incluso sentir repugnancia por alguno de los personajes que pasan por estas páginas. Es una lástima que Checchetto no dibuje todos y cada uno de los números de esta serie, porque es auténticamente brillante.
Con la boca abierta y con ganas de más, es en lo que se puede resumir las sensaciones que deja este tomo. Puede que sea un poco precipitado decir esto habiendo llegado en Por el infierno tan sólo al número quince de la edición original, pero a día de hoy este Daredevil es posiblemente la mejor serie regular que se puede leer dentro del cómic superheroico.