Me comentaban amigos que siguieron en grapa en su día el Daredevil de Chip Zdarsky que la serie alcanzaba su punto álgido, tanto argumental como artísticamente, en el evento El reinado del diablo. Y que tras él, sin llegar a niveles tan bajos como la etapa anterior de Charles Soule, se apreciaba una cierta bajada de calidad. Lo cual, dicho sea de paso, es una lástima, porque tras esa cumbre sólo queda un arco argumental. Extenso, sí, tanto que será recopilado en tres tomos, los tres últimos de esta etapa. Vamos con La saga del Puño Rojo.
Posiblemente, El reinado del diablo sea el punto en el que más cosas han cambiado en el entorno de Daredevil. Wilson Fisk ya no es el alcalde de Nueva York, y ni siquiera es Kingpin. Mike Murdock está muerto -y jamás debió estar vivo, uno de tantos errores de la etapa de Charles Soule-, pero quien todo el mundo cree que ha muerto es Matt, con lo que a día de hoy, Daredevil no tiene identidad secreta. Y además Elektra ha vuelto. Y con Elektra, la Mano.
Retrocontinuidad mediante, en El reinado nos enteramos de que siglos atrás, existió un clan de guerreros conocido como El Puño que era el rival de La Mano. Y ahora que Matt no tiene obligaciones personales, ha llegado el momento de refundarlo para plantar cara a los ninjas más conocidos del Universo Marvel. El problema es que una nueva organización no tiene miembros pasados disponibles y hay que empezar de cero. ¿Y quién está dispuesto a dejar atrás su vida para embarcarse en una guerra contra unos asesinos profesionales? Pues alguien para quien sea una mejor alternativa que su vida presente. A ver, ¿qué supervillanos encarcelados hay disponibles por ahí?
Por supuesto que nos suena conocida la idea. El nuevo Puño no es ni más ni menos que una versión Marvel del Escuadrón Suicida, una idea que en cierto modo ya había sido utilizada en los Thunderbolts, pero mezclando por aquí otros personajes que no pegan mucho que ver con la historia que nos están contando: Foggy Nelson, el detective Cole North y la versión Saquatch verde de Leonard Samson que vimos en Inmortal Hulk. Teniendo en cuenta que, además, en esta época el líder de la Mano no era otro que Frank Castle… se plantea un momento extraño en el rincón ninja de Marvel. Parece que La saga del Puño Rojo se dirige a una versión multitudinaria de los clásicos enfrentamientos entre Daredevil y el Castigador, pero con historia antigua y profecías por medio. Todo lo que hemos leído en este tomo resulta muy desconcertante y a la vez tiene una sensación de épica que no sabemos todavía como tomarnos.
Al dibujo tenemos a Marco Checchetto a muy buen nivel, aunque quizás un poco por debajo de lo que hizo en El reinado del diablo. Pero como es habitual no puede con el ritmo mensual, y en este tomo le ayuda, con las tintas en un número y haciéndose cargo de todo el arte en otros dos, a Rafael Delatorre, un pedazo de artista también, pero que por comparación con el dibujante regular nos da la sensación de una cierta bajada de calidad respecto a lo que estamos acostumbrados a ver en estas páginas.
Como extras, tenemos una historia corta escrita por Ann Nocenti y dibujada por Chip Zdarsky, uniendo pasado y presente -cuando salió- creativos del personaje, y una página del humorístico Mini Marvels de Chris Giarruso. Se debe esto a que el número 2 de este séptimo volumen de Daredevil es el número 650 de la numeración Legacy, con lo que también tenemos la tradicional galería de portadas desde el número 1 de la primera serie.
Quizás La saga del Puño Rojo podría haber sido un nuevo comienzo tras el cambio de estatus que hay al final de El reinado del diablo. Resulta un poco desconcertante que en su lugar sea la despedida del autor que ha estado guiando al personaje durante los tres años anteriores. Pero eh, in Zdarsky we trust. Después de lo fascinante que ha sido su etapa, merece un voto de confianza para ver qué es lo que nos quiere contar en su despedida.