Siempre me rechinó el concepto de Conan Rey. Aquel Arnold Schwarzenegger barbudo sentado en su trono era un concepto arrollador en el terreno de lo mítico, mucho más potente en nuestra imaginación de lo que podría llegar a ser en cualquier historia escrita, filmada o dibujada. Tal vez por eso Robert E. Howard no se explayó en exceso con esta faceta, quedando en mayor medida para su continuadores.
Centrarse en aquel Conan padre, esposo y al cargo de una de la naciones más enraizadas en la idea de civilización de la era hyboria suponía acotar y desarrollar en forma de relatos el papel de Conan en momentos concretos, en un estatus concreto y hechos concretos. Esto, al fin y al cabo, no sólo empequeñecía su leyenda, sino que podía parecer atentar contra la idea primigenia de barbarie contra civilización, que planteaba el texano Bob en sus historias.
Obviamente, el tema es mucho más complejo que eso y, aunque tal vez no siempre con éxito, los continuadores de Howard, como L. Sprague de Camp o Lin Carter, dieron forma a esos relatos buscando el ángulo en que se podía seguir explorando las ideas originales, aunque fuese en un ángulo distinto. Y por supuesto, si hablamos de continuadores, considero que es imprescindible hablar al menos de Roy Thomas y John Buscema y tal vez de muchos otros que llegarían después.
Y es que tendríamos 55 números de Conan Rey sin contar especiales producidos por Marvel en la década de los ochenta y , aunque serían más o menos la mitad y repartidos en varias miniseries por parte de Dark Horse en este siglo, la etapa de Truman y Giorello portando la corona sería uno de los puntos más altos del cimmerio en la editorial del caballo negro. Así pues, cuando regresa a Marvel, era de esperar que lo hiciera de un modo u otro también la cabecera Conan Rey. Repiten para esta ocasión Jason Aaron y Mahmud Asrar, el equipo que encabezara la primera andadura del regreso a Marvel de Conan el bárbaro y no se trata de un hecho casual, ya que — aunque puede ser leída de forma independiente — Conan Rey actúa como una suerte de epílogo de la anterior.
Partimos con un Conan maduro, pero misteriosamente sin corona, recién naufragado en las enigmáticas costas de una isla que bien podría ser la versión hyboria de la de Perdidos. A los extraños hechos que suceden se le suma la ironía de la identidad de un segundo superviviente de otro naufragio: el vil estigio Toth Amon. Marvel Premiere Conan Rey nos viene a contar una suerte de peculiar buddy movie forzosa entre enemigos para sobrevivir a los extraños fenómenos de la isla.
Sin embargo, por más que este Conan Rey deje un sabor de boca mucho más dulce que la etapa del mismo equipo en Conan el bárbaro, no podemos decir que Jason Aaron no repita artimaña y no dejamos de ver similitudes de planteamiento con Rey Thor, la miniserie con la que cerraría su andadura en el dios del trueno. De nuevo además, tenemos el viejo truco de la historia en varios tiempos y, paralelamente a la trama de la isla, nos serán narrados distintos momentos del pasado del cimmerio con un énfasis especial en la relación con su hijo. Los devenires entre rey y príncipe son en esta serie como mínimo tan protagónicos, si no más, que la trama de la isla.
Y es que hay un esfuerzo en Conan Rey por explicar y reflexionar acerca de cómo afecta la corona y la paternidad al ahora monarca de Aquilonia. Aaron decide jugar con lo que sabemos de Conan y alimentar la pregunta de cómo encaja su condición en lo que Conan es y representa, cómo la responsabilidad presiona en dirección a las antípodas de la barbarie, la libertad, la pasión y el poder de la fuerza que siempre representó la creación de Howard. Nos dan un rey y padre hasta cierto punto desubicado en su papel, que tiene aún dentro de si el bárbaro luchando por salir. Aaron trastea así con lo que los lectores ya conocemos de su leyenda, con sus tópicos y subtextos básicos, para hacernos partícipes y cómplices de esta visión y reflexión sobre su actual estatus.
Entra en juego aquí el conflicto generacional y la oposición entre los personajes de Conan y su hijo, con sus respectivas cargas simbólicas, sorprendentemente cercanos a los postulados que un año antes establecieran El Torres y Joe Bocardo en su Sangre Bárbara, si bien hablamos de ópticas y tonos muy distintos sobre las mismas ideas.
Pese a que, sobre todo al inicio de cada capítulo, Jason Aaron despliega esa narración en off que evoca la interpretación thomasiana de los textos de Howard, el estilo de este tebeo es puro Jason Aaron. Y es que ya hemos hablado de algunos de sus tics, pero también tenemos esa falta de sutileza de la que de vez en cuando socarronamente le gusta hacer gala para llevarnos a ese terreno pasado de drama que le encanta. Y paralelamente a esos momentos salidos de madre y extrañamente apoyado en la intensidad del drama, es capaz de darnos escenas de una gravedad que nos pone los pelos de punta.
Las sensaciones con Mahmud Asrar son, sin embargo, más encontradas. A quien hojee en un vistazo rápido Marvel Premiere Conan Rey lo más probable es que le parezca visualmente espectacular y es que lo es. Esa estética del artista turco, que fusiona influencias de Kevin Nowlan, Adam Hughes o Michael Golden con los más modernos Stuart Immonen u Olivier Coipel es una delicia estética y, en ese sentido, está a un nivel como pocas veces o tal vez nunca le hemos visto en su carrera. Sin embargo, es en el plano narrativo donde no llega a esa altura. Tampoco es para nada su trabajo en Conan Rey un pinchazo en este aspecto. Los momentos en los que Aaron quiere poner el énfasis dramático nos llegan con la fuerza necesaria, la lectura se hace francamente fluida y en las escenas de acción está enorme. No obstante, se aprecia que la porción de esfuerzo dedicado en crear estampas impactantes no es equitativa con el que recae en la labor narrativa, que completa satisfactoriamente, pero con menor brillantez.
En cualquier caso, Conan Rey es un manjar agridulce, que como despedida de esta propuesta de segunda andadura del cimmerio en Marvel resulta deliciosa, pero que a la vez y por contraste, deja más en evidencia que casi todo el resto de estos casi tres años de regreso a la casa de las ideas no han sido, ni mucho menos, memorables. Me vais permitir terminar con el típico claim comercial rancio y es que podríamos decir que «si tienes que comprarte un solo cómic del Conan de Marvel del siglo XXI, que sea Marvel Premiere Conan Rey».