Aunque seguimos dentro del segundo ciclo de la Era de Krakoa de los mutantes (el primero sería Dinastía de X/Potencias de X y en el horizonte están X de Espadas y Reinado de X), Amanecer de X 7 marca un cambio de tendencia respecto al semestre anterior. Por un lado, como ya comentamos el mes pasado, nos deshacemos de la prescindible Ángeles Caídos y tenemos el primer número de la primera serie de la segunda oleada de títulos, la nueva colección de Lobezno, que llevaba sin cabecera propia desde 2014. Y, por otro lado, a partir de este séptimo volumen, Amanecer de X deja de ser una reedición mes a mes de todas las series mutantes.
Abre el tomo con el séptimo número de Nuevos Mutantes, el último escrito por Jonathan Hickman, que termina aquí su historia protagonizada por los miembros originales, centrada en la amistad entre Sam Guthrie y Roberto DaCosta como alma de la serie original. Han pasado decenas de miembros por las distintas series con el título Nuevos Mutantes, pero el bromance entre Bala de Cañón y Mancha Solar sigue siendo uno de los puntos álgidos de la historia del grupo. Al dibujo tenemos a Rod Reis, un artista con un estilo notablemente personal que se prodiga menos de lo que nos gustaría, y que afortunadamente seguirá durante una temporada por aquí.
Continuamos con el primer número de la nueva serie regular de Lobezno. Parte de él, al menos. El primer número americano tenía dos historias, la primera de las cuales tenemos en este tomo, y la segunda llegará en el nº11. La primera toma de contacto con este nuevo título ha sido correcta a nivel argumental, pero sin tirar cohetes: el guionista, Benjamin Percy, hace un trabajo más que correcto, pero estamos básicamente ante un cómic de X-Force, serie que también escribe él, con el foco puesto en el mutante de las garras de adamantium. La historia gira alrededor de las drogas derivadas de las plantas de Krakoa, y la representación de Lobezno -y el resto del grupo- es totalmente coherente con lo visto hasta ahora desde Dinastía de X/Potencias de X. Pero quizás para el regreso de la serie regular de Lobezno después de seis años en el dique seco nos esperábamos algo más grandilocuente.
Donde no tenemos la más mínima queja es en el dibujo: Adam Kubert es sin ninguna duda uno de los mejores dibujantes -si no directamente el mejor- que han pasado por las diversas colecciones de Lobezno y le tenemos aquí en una forma impecable.
El número de Merodeadores también gira alrededor de las drogas de Krakoa. Pero dado que, tras los sucesos del número anterior, Kate Pryde estará ausente una temporada, este número se centra en otros miembros del grupo, a la vez que aprovecha para presentar a un personaje al que veremos por aquí con una cierta frecuencia a partir de ahora y al que sólo habíamos visto en un par de ocasiones fugaces en la Era de Krakoa: Calisto entra en el equipo blanco del Club Fuego Infernal. Al dibujo, tenemos a Stefano Caselli como nuevo artista regular de la serie.
Comentábamos al principio que a partir de Amanecer de X 7 había cambios en el contenido. Además del debut de Lobezno, se rompe la tradición de incluir un número de cada serie regular. En este tomo no tenemos entrega de X-Force, y en cambio hay dos números de Excalibur, que forman un mini arco argumental que gira alrededor de los Lobos de Guerra que vimos en el primer volumen del título, con Chris Claremont y Alan Davis al frente. Todo el tema de Otromundo sigue presente, pero cada vez resulta más interesante la figura de Apocalipsis. Puede que haya habido una amnistía general en la raza mutante, pero En Sabah Nur ha sido uno de los villanos más diametralmente opuestos al Sueño de Xavier, y no queda claro que su presencia no vaya a resultar problemática. Pero también es cierto que ahora que los mutantes han abrazado el supremacismo racial están más cerca de su antiguo adversario.
Y siguiendo con Apocalipsis, tenemos una importante presencia de este personaje en el séptimo número de X-Men, una historia desconcertante y fascinante a partes iguales. Aquí se da carpetazo definitivamente a las consecuencias del No más mutantes de la Bruja Escarlata en Dinastía de M, con un ritual presentado como El Crisol. Los mutantes han trascendido la muerte en Krakoa, pero aún se le pueden sacar más utilidades a este nuevo entorno. Las consecuencias que tendrá todo lo que estamos viendo en estas páginas aún están por ver, pero seguro que las habrá. Por lo pronto, la moralidad y la espiritualidad en Krakoa no tiene nada que ver con lo que había en la franquicia un año atrás. Aún hay que ver lo que surge a raíz del Crisol, pero el número con el que se cierra el tomo nos ha dejado con la boca abierta. In Hickman we trust.
La lectura de Amanecer de X nos da una visión global de la Era de Krakoa, pero también es cierto que al estar incluidas todas las series mutantes, el ritmo es mucho más pausado que al seguir una serie cualquiera en tomos recopilatorios. Contextualizando lo que estamos leyendo, estos números fueron publicados siete meses después del final de HoX/PoX, y aún se siguen planteando ideas y relaciones nuevas. Está por ver a dónde nos llevará este camino, pero hacía años que los mutantes no eran tan disfrutables.
