Y llegó el día en que los mutantes alcanzaron el status quo que se merecían. Una meta perseguida por Magneto, por Éxodo o por Apocalipsis. Sin embargo, finalmente ha sido Charles Xavier el principal artífice de que el siguiente paso evolutivo tras el homo sapiens llegue donde le corresponde. Una etapa mutante conocida como “La Era de Krakoa”, que comenzó en las dos miniseries aquí contenidas: “Dinastía de X/Potencias de X”.
Julián Clemente anticipó en más de un Spot On que “Dinastía de X/Potencias de X” sería una de esas historias que con el paso de los años acabaría viendo la luz en muchos formatos. De momento van dos ediciones en grapa (normal y especial con brilli brilli), una en Marvel Premiere y este Marvel Omnibus repleto de extras, que vió la luz el pasado mes de mayo y ya ha contado una reimpresión.
Dinastía de X/Potencias de X: In Hickman we trust!
Que los mutantes necesitaban un revulsivo era una realidad dolorosamente cierta. Desde el alumbramiento del presente siglo, con Grant Morrison realizando una de las etapas más memorables de los X-Men, Cíclope y compañía han alternado algunas épocas doradas con autores como Kieron Guillen, Mike Carey o Joss Whedon, con otras muchas infinitamente más mediocres. Una situación que se recrudeció en la última década, donde solo podríamos decir que brillaron los primeros pasos de Brian Michael Bendis o Jason Aaron con su “Lobezno y la Patrulla X”. El resto han sido toneladas y toneladas de mediocridad a cargo de escritores como Cullen Bunn o Marc Guggenheim. Menuda nos coló Marvel con estos dos y su relanzamiento de colores hace unos años.
Expuesto esto, la franquicia de la X clamaba por un salvador, por un mesías que hiciera lo necesario por unos personajes que antaño (en los noventa) dominaban las listas de venta. La urgencia por encontrar un salvavidas creativo se recrudeció más si cabe tras la adquisición por parte de Disney de Twenty Century Fox, operación con la que recuperó los derechos cinematográficos de la primera familia de Marvel y de todos los mutantes. Pues bien, Marvel Comics encontró la respuesta a las plegarías en la figura de un viejo conocido de la editorial: Jonathan Hickman.
La confianza que tiene la editorial en Hickman está fuera de toda duda. Fue él el responsable de destruir todo el Universo Marvel en sus “Secret Wars”, su obra más ambiciosa hasta la llegada de “Dinastía de X/Potencias de X”. En doce números que se van interconectando y compartiendo trama y protagonistas, Hickman adopta un papel similar al que tuvieron los productores y directores Cecil B. DeMille y Samuel Bronston en la época dorada de Hollywood, creando una faraónica producción con centenares de personajes. La cantidad de actores que aparecen por las páginas de este volumen llega a quitar el aliento. Es cierto que muchos no son más que cameos, pero el equipo creativo de la obra no para de recordarnos que estamos leyendo el cómic mutante definitivo. Desde luego, consiguen que nos lo creamos.
Ciertamente, más que un cómic de superhéroes, “Dinastía de X/Potencias de X” es una historia de ciencia ficción en la que se nos presenta la nueva sociedad mutante con sede en Krakoa. La raza mutante por fin actúa como un único pueblo. Lejos quedaron las facciones y los intereses de unos pocos que sobresalen sobre los del resto. Hickman echa el resto poniendo mimo en cada detalle. Conoceremos la forma de gobierno de esta nueva nación, su política, su sociedad, su sistema de justicia, sus leyes e incluso su industria y economía. Nada está dejado al azar en el gran puzle creado por el guionista. No me da ningún pudor comparar el universo presentado en estos tebeos con cualquiera de los mundos imaginados por Frank Herbert, Isaac Asimov o Philip K. Dick.
En “Dinastía de X/Potencias de X” es tan importante lo que cuenta explícitamente Jonathan Hickman como lo que no. Es muy recomendable leer con atención la historia para ser plenamente consciente de hasta dónde llega esta elegante y sofisticada revisión de los mitos mutantes. Si nos paramos a pensar, lo de “temidos y odiados” han sido las etiquetas que siempre han acompañado al homo superior. El caso es que dichos calificativos siguen siendo igual de válidos. Pero ahora han adquirido una magnitud infinitamente mayor porque la raza al completo, en toda su extensión, ha abrazado su condición de seres superiores y de la noche a la mañana, el ser humano ya no está en lo alto de la cima alimenticia. Esta situación creará una serie de tensiones, de nuevos enemigos y de amenazas para Xavier y los suyos, que serán de capital importancia en las siguientes fases de la era de Krakoa.
La montaña de conceptos presentada por Hickman puede llegar a sepultar por completo al lector provocando una una buena sobredosis sensorial. Lejos de contar la historia de manera habitual, en “Dinastía de X/Potencias de X” veremos saltos constantes al pasado y al futuro en los que se nos facilitarán pequeñas píldoras de información. Con un guion que no deja nada al azar, el escritor (que contó con una libertad creativa absoluta) reinventa personajes como Moira McTaggert. La antaño aliada de Xavier sufre una metamorfosis total. Aunque para cambio, uno que hizo pensar a mucha gente que estas miniseries estaban en realidad fuera de la continuidad: los protocolos de resurección. Gracias a ellos, los mutantes han conseguido el equivalente a las Bolas de Dragón con las que burlar la muerte. Una solución tan tramposa como efectiva. Ahora bien, lejos de ser usado como excusa, atajo o apaño argumental, el hecho de que los mutantes no puedan morir definitivamente sirve para plantear preguntas que se adentran en otros campos como el existencialismo, la espiritualidad o la religión. Lo dicho, nada ha sido dejado al azar.
De todas formas, cuando uno casi se ha olvidado de que está leyendo un tebeo publicado por una de las dos grandes editoriales del pijameo yankees, va Hickman (ayudado por Larraz) y se marca una de las escenas más épicas que he leído en muchos años. Esta no es otra que el asalto de la Patrulla X a las instalaciones de Orchis al otro lado de nuestro Sol. Una secuencia que nos llega a poner los pelos de punta y que sirve de puente para introducirnos los mencionados protocolos de resurrección. Sencillamente brillante. Pocos autores manejan la tensión narrativa como el actual escritor de “Ultimate Spiderman”.
Por ponerle una pequeña pega al guion de “Dinastía de X/Potencias de X”, habría que mencionar uno de los dejes más habituales de Hickman. Y es que el autor no tiene problema alguno en desnaturalizar a los personajes que utiliza en pos de la historia que desea contar. Esto además se hace especialmente notabilísimo en un relato en el que los protagonistas dejan atrás para siempre su humanidad para abrazar su naturaleza mutante.
El broche de oro lo ponen los dibujantes Pepe Larraz (“Dinastía de X”) y R.B. Silva (“Potencias de X”). Con este encargo, ambos alcanzaron el estatus de estrellas absolutas en Marvel Comics. Y si Silva está bien, lo de Larraz es de otro nivel. La forma en la que compone, narra y plasma a la perfección las ideas de Hickman es una verdadera maravilla. Además, su trazo vivo le sienta genial, al dotar de una enorme expresividad a los dibujantes que dibuja. Hay algunas páginas en las que los diálogos inundan cada viñeta, dejando espacio a poco más que los bustos de los interlocutores. Pues bien, su citada capacidad para las expresiones faciales y el lenguaje corporal son las únicas herramientas necesarias para discernir los sentimientos del personaje de turno. Una barbaridad, de verdad.
La edición de Panini viene presentada en tamaño oversized, encuadernación en cartoné y sobrecubierta. Los extras incluyen una enorme galería de portadas alternativas o una entrevista a Larraz exclusiva de la edición española realizada por Lidia Castillo.
En resumidas cuentas, estamos ante la edición definitiva del cómic mutante más importante del siglo XXI. Quizás habría optado por un formato algo menor, por aquello de abaratar costes, pero es cierto que los lápices de Larraz y Silva lucen de maravilla así, en grande.