Cuando Norma sacó los tebeos de Aliens a principios de los 90, los fans de la saga cinematográfica -que, por entonces, contaba tan solo con dos películas- nos tiramos de cabeza a por ellas, y durante varios años fuimos un público fiel, aunque quizás no excesivamente numeroso, los que seguíamos los cómics de los Xenomorfos. Pero pasada Nido -la dibujada por Kelley Jones- poco a poco la audiencia fue bajando. Precisamente ese material es el que se recopiló en el primer omnibus de Aliens: La etapa original, y lo que tenemos en este segundo volumen es, para muchos, material desconocido. Vamos a ver qué nos encontramos.
Siguiendo la línea del primer tomo, tenemos aquí una exhaustiva recopilación de los cómics de esta franquicia publicados entre 1992 y 1994 en distintos formatos. Tenemos varias series limitadas de cuatro números (el formato más habitual de los cómics de Aliens publicados por Dark Horse), una de diez, un one shot, historias cortas publicadas en revistas como Dark Horse Comics o Aliens Magazine, e incluso una historia publicada por entregas en el legendario Previews. De la misma forma que ocurría en el anterior ómnibus, la calidad del material incluido aquí es bastante irregular, dependiendo para sorpresa de nadie de los nombres de los autores.
Abrimos este segundo volumen para encontrarnos con Horror Show, de Sarah Byam y David Roach, una historia corta que explora las consecuencias psicológicas para la humanidad -los que quedan- después de haber perdido la Tierra a manos de los xenomorfos: de forma bastante predecible, se han acabado convirtiendo en el centro de las pesadillas para los humanos que viven en las Colonias. No es la primera vez que se explora a los Aliens como imagen de pesadilla… y seguro que nos espera alguna más de estas características en el futuro.
Seguimos con dos de los puntos álgidos del tomo: Ángel de la Tierra, escrita y dibujada por un John Byrne aún en un impecable estado de forma, de la época en la que estaba haciendo Next Men, que nos lleva al pasado, a mediados del siglo XX. En esta historia, una nave alienígena cae en la Tierra, y una familia clásica americana de las de anuncio de televisión con tarta de manzana y una banda de moteros tienen que hacer frente a sus peligrosos polizones. Lo normal es que los cómics de Aliens miraran hacia el futuro, con las historias ambientadas en el pasado estando protagonizadas por los Depredadores, pero esta rara avis es fascinante gracias al buen saber hacer de su autor. Tras ella viene Sacrificio, de Peter Milligan y Paul Johnson, en la que, además de volver a usar a los Aliens como forma del terror primario, se exploran temas religiosos, en una ciudad que vive bajo la constante amenaza de un Alien al que entregan horribles sacrificios como a un dios terrible surgido de historias al estilo de Conan el Bárbaro.
La primera miniserie incluida en este tomo que no leí en su día es Rebelde (publicada en 1994 como Mutación) de Ian Edginton (X-Force, Victorian Undead) y Will Simpson (Hellblazer: Hábitos peligrosos), una historia que vuelve a uno de los temas recurrentes de la franquicia: la búsqueda de beneficios en el capitalismo por encima de todo y la amoralidad -que no inmoralidad- de la ciencia. Esta historia gira alrededor de un experimento genético para crear un Rey Alien, que a la Reina la tenemos más que conocida, y explorar las diferencias instintivas entre masculinidad y feminidad, aunque se queda muy en lo superficial. Para sorpresa de nadie, sale mal. Por cierto, Rebelde/Mutación es la última historia que publicó de forma cronológica Norma en su día. A partir de aquí, seleccionó el material más interesante de la franquicia, y salvo por un one shot, todo lo que hay desde aquí al final del tomo está totalmente inédito en castellano.
Seguimos con dos historias cortas. Gusto, una historia cómica de cuatro páginas cuyo mayor interés es estar dibujada por Mark A. Nelson, el dibujante de la primera miniserie que abría el primer omnibus de La etapa original. Prueba fallida sirve como prólogo de Laberinto, la siguiente miniserie, en la que tenemos una estación científica que intenta comprender y sistematizar a los Aliens, unas criaturas que son puro instinto. El punto interesante de esta historia es que el jefe de la estación sobrevivió a una estancia en una colmena de xenomorfos. Al dibujo en esta serie tenemos al irlandés Killian Plunkett, uno de los dibujantes de Superman: Hijo Rojo, en su primer trabajo para el mercado americano.
Marines Coloniales es una de las series más largas que ha tenido la franquicia de Aliens. Concebida inicialmente como una serie limitada de doce números, vio recortada su extensión a diez durante su publicación, y sufrió de una inestabilidad creativa que hizo que pasaran por ella cuatro guionistas y tres dibujantes, siendo el autor más conocido de todos Tony Akins, uno de los dibujantes de la etapa de Brian Azzarello en Wonder Woman. Esta serie está protagonizada por un variopinto grupo de marines genéricos. Como curiosidades, se hacen referencias a varias de las series limtiadas previas y a acontecimientos de las películas, como tener por aquí a la hermana de Vasquez o el hecho de que el xenomorfo adopte ciertas características de la especie en la que ha sido gestado. Por lo demás, no es una serie especialmente memorable.
Cruzada es otra de las curiosidades de este tomo. Es una historia publicada originalmente por entregas en la revista Aliens, que fue cancelada antes de terminar. Se encuentra en este volumen completa por primera vez, con las páginas inéditas con la conclusión de la historia en blanco y negro.
En Salvación tenemos uno de los puntos álgidos de esta Etapa Original. Es, junto a Sacrificio, el cómic de Aliens que más veces se ha reeditado en castellano, y de hecho han aparecido juntos en dos volúmenes de Norma Editorial. Salvación es el memorable one shot en formato prestigio con un guión más que correcto de Dave Gibbons y un espectacular dibujo de Mike Mignola, en uno de los mejores momentos gráficos que han tenido los Aliens en cómic. Es una historia sobre un fanático religioso que acaba varado en un planeta salvaje después de que un cargamento de xenomorfos se liberara en la nave en la que viajaba. Una historia bien llevada aunque bastante tipicota, pero con un dibujo realmente memorable.
Seguimos con dos historias cortas serializadas: Cargo (Dan Jolley y John Nadeau, dos autores que ya estuvieron en Marines Coloniales) nos cuentan una simpática historia sobre unos traficantes y el uso de los xenomorfos como armas, y Alien (John Arcudi y Paul Mendoza), en la que vemos a un xenomorfo enfrentándose a otra civilización alienígena, primitiva y tribal. Quizás estas dos historias no sean lo más memorable del tomo en lo visual, pero tienen un guion más que correcto y son una lectura muy agradable. Lo cual es bastante esperable, teniendo en cuenta que Jolley y Arcudi son dos de los guionistas más solventes que han pasado por una franquicia en la que muchos autores ni siquiera sonarán a muchos lectores veteranos.
Terminamos este segundo omnibus de la Etapa Original con dos series limitadas de cuatro números. La música de las lanzas (Chet Williamson y Tim Hamilton, con tintas de un primerizo Tim Bradstreet) se aleja de los conceptos habituales de la franquicia y utiliza el instinto y la violencia de estas criaturas como instrumento para un músico avant-garde del futuro, dando como resultado una fascinante historia experimental que resulta lo más interesante del material inédito de este masivo volumen. Y cerramos con Fortaleza, una historia escrita por John Arcudi y Doug Mahnke, conocidos en aquel entonces por ser el novato equipo creativo de La Máscara. Arcudi acabaría siendo un pilar fundamental del Hellboyverso, y Mahnke tendría una muy recomendable carrera en DC en títulos como Liga de la Justicia, Crisis Final o Detective Comics. Argumentalmente, el eje de esta historia es, una vez más, la corrupción corporativa capitalista, y tiene la gracia de volver a sacar un xenomorfo sintético como el que ya vimos en Colmena.
Como extras, la habitual sección de bocetos, páginas a lápiz, artículos y portadas alternativas y de tomos recopilatorios, especialmente destacables las pintadas por John Bolton.
Los completistas de Aliens estarán de enhorabuena con este segundo volumen de La etapa original. La primera entrega de esta serie solo tenía una pequeña cantidad de material inédito de interés marginal, pero en este tomo las historias no publicadas antes superan de largo a las que ya habíamos leído. Y, aunque alguna que otra es bastante olvidable, nos encontramos aquí y allá historias más que defendibles. Ahora nos toca esperar en torno a un año para tener la tercera parte, en la que nos encontraremos nombres como Bernie Wrightson, Richard Corben, Eduardo Risso o Francisco Solano-López. Yum.