Llevo leyendo los cómics del Capitán América de manera ininterrumpida desde el debut de Mark Waid y Ron Garney en la era pre-Heroes Reborn. Antes incluso, porque me había pillado un par de tomos de Grandes Sagas Marvel y los dos volúmenes del Capi contra I.M.A. Vamos, que sigo al bueno de Steve Rogers desde mediados de los años noventa.
En todo este tiempo, podríamos decir que el Capitán América ha gozado de una regularidad inédita en cualquier otro título de Marvel Cómics: desde la mencionada etapa superheroica de Mark Waid (salvo ese parón obligatorio comandado por Rob Liefeld), pasando por su sucesor Dan Jurgens, que hizo un trabajo más que digno o la cabecera publicada al amparo de la línea Marvel Knights y que nos ofreció historias más que dignas.
Tras esto llegamos a Ed Brubaker, que nos regaló la mejor etapa que ha tenido el Capitán América en sus ochenta años de historia editorial. Le sucedió Rick Remender con un estilo diametralmente opuesto apostando por la acción disparatada y la ciencia ficción loca. Tras él llegaría Nick Spencer, que orquestó una gran historia río bajo la premisa de que el Capi era un traidor a los ideales del país que juró defender y era, en realidad, leal a Hidra. Aunque con algunas ideas interesantes, el mayor lastre que tuvo fue ese evento llamado Imperio Secreto que reveló, para sorpresa de nadie, que ese Capi era un impostor y nos devolvería al Steve Rogers de verdad.
Así llegamos hasta este primer recopilatorio de Marvel Now! Deluxe dedicado a recuperar el Capitán América de Ta-Nehisi Coates, escritor que viene de otros campos, como ya pasó con Kevin Smith, Brad Meltzer o Greg Rucka, dispuesto a revolucionar al personaje una vez más.
Sobre Coates, destacar que es hijo de Panteras Negras, activista por los derechos de los afroamericanos, columnista en para algunos de los periódicos más importantes de Estados Unidos y autor de “Entre el mundo y yo”, libro que le ha granjeado el favor de crítica y público. También fue un opositor entregado a denunciar las políticas sociales y de inmigración durante la administración Trump. Un hecho que se refleja de manera nada sutil en las páginas de su etapa en Capitán América.
El Capitán América contra todos
Un buen amigo que viaja mucho a Estados Unidos por trabajo siempre me dice: “Nueva York, Chicago y Los Ángeles no reflejan la realidad americana”. A eso es a lo que se enfrenta Steve Rogers en estos números: A un pueblo que ha perdido la confianza en él y en la bandera, pues mientras que las grandes ciudades fueron asoladas por las fuerzas de Hidra, las más pequeñas prosperaron ganando en seguridad, puestos de trabajo y sanidad, a cambio de someterse a un régimen dictatorial. Una suerte de “pan y circo” para mantener a raya a las clases más desfavorecidas y mayoritarias del país.
Coates refleja esto sin pudor alguno, dejando escenas para el recuerdo de poblaciones rurales que afirman que con “Hidra se vivía mejor”. Y el Capi, por muy buen luchador que sea, no puede enfrentarse a este sentimiento lanzando su escudo. No hay un Adolf Hitler visible cuya mandíbula machacar. Aquí el peor enemigo del Capi es tener la sensación de que ha perdido su razón de ser, de que el símbolo que lleva en el pecho ya no significa nada para la mayoría de la población.
La esencia de la etapa de Coates es esta. Un reflejo actualizado de lo que fue la saga del Imperio Secreto original en la que el Capitán América perdía la fe por culpa de las conspiraciones del gobierno y que, por supuesto, aquí también están presentes, siendo culpables de muchos de los problemas de nuestro héroe.
Sin embargo, si bien las ideas que plasma Coates en la obra son de lo más interesantes, con esas críticas (siempre celebradas) a Donald Trump, donde fracasa estrepitosamente es en la ejecución del resto del guion. Sus personajes resultan principalmente artificiales, sus diálogos forzados y la elección de personajes me deja más dudas que respuestas.
Se nota mucho que Ta-Nehesi es un escritor que no acaba de hacerse con las reglas de un medio como es el noveno arte. De hecho, su trayectoria en el cómic es bastante escasa, con una etapa en Pantera Negra (soporífera) y la del Capi que hoy nos ocupa. El mayor inconveniente que encuentro a la historia de Coates es que todo me suena a leído (con la salvedad de las píldoras políticas). Esta bien que uno se fije en sus precedentes, lo malo es cuando el resultado es un refrito de todo lo anterior que no aporta nada a la nueva fórmula.
A saber, por aquí desfilan Calavera y Pecado, resucita uno de los personajes esenciales de la etapa de Ed Brubaker, el Barón Stucker, el escudo fotónico del capi o los Perros Guardianes, Azote y los Americops que usaron antes Mark Gruenwald o Nick Spencer. Si bien, es cierto, que este Capitán América en ningún momento llega a aburrir al ofrecer una constante dosis de acción y sorpresas.
Además, para fortuna nuestra, tiene un gran par de dibujantes. El primer arco “Invierno en América” es obra de Leinil Francis Yu, que firma el mejor trabajo que le he visto hacer jamás en la editorial. Se luce especialmente en una pelea contra un batallón de Nukes (sí, el de Born Again, y sí, en plural). La segunda historia lleva la firma de Adam Kubert, cuyo trazo asegura solidez y espectacularidad a partes iguales. Destacar que en esta segunda historia, Coates denuncia el racismo imperante, sistemático, estructural e hipócrita de Estados Unidos.
En definitiva, el Capitán América de Ta-Nehisi Coates no es un mal tebeo en absoluto. El resultado sería mucho más redondo si puliera un poco más el argumento para que todo no pasase porque sí. Podemos decir que el mayor enemigo del Capitán América en este volumen es su propio guionista y su incapacidad para plasmar con eficiencia las, sin duda sensacionales, ideas que debe tener en su cabeza.
Como extras, la edición de Panini incluye un excelente prólogo de Iván N. Díaz y una galería de portadas alternativas.