Quién la hace, la paga. Esto es así de simple. Supongo que en el momento de publicarse originalmente World War Hulk (allá por 2007), todos esperábamos que, tarde o temprano, se liara parda. Pues bien, la premisa de esta miniserie es sencilla, Hulk llega a la tierra, tiene ganas de gresca y razón no le falta.
Pero hagamos un poco de historia por si hay algún despistado. Unos años antes, un grupito de cerebritos formado por Iron Man, Mr. Fantástico, Doctor Extraño, Namor, Charles Xavier y Pantera Negra (Los Illuminati) decidieron que Hulk era demasiado peligroso e incontrolable para estar en la Tierra. Así que, tras una serie de engaños, lograron mandarlo al espacio y se perdió, entre otras cosas, la Guerra Civil y la Invasión Secreta. Pocos se podían esperar que tras hacer las veces de gladiador (en la monumental Planeta Hulk), encontraría la felicidad en el Planeta Sakaar, se echaría novia y estaría a punto de ser padre.
Ains, la pena para él es que estamos hablando del Universo Marvel, un lugar donde ningún héroe puede llegar a ser plenamente feliz. Así que, tras ser puteado, exiliado y vapuleado, el alter ego de Bruce Banner es desprovisto de todo lo que quería una vez más. Alguien tenía que pagar por ello, y su furia se centró en los héroes de la Tierra.
World War Hulk. A leches con todo el mundo
Lo primero que me gustaría aclarar es que este volumen de la colección de Marvel Must-Have dedicado a reeditar World War Hulk incluye únicamente el prólogo y la miniserie principal de cinco números. Y esto es bueno porque, al contrario que en otros eventos como Miedo Encarnado, no hace falta leer nada más para enterarse bien de todo. No hay sensación de pérdida o de cabos sueltos.
Al guion nos encontramos con Greg Pak, que culminó con esta World War Hulk su etapa con el goliath esmeralda. El escritor plantea este evento como un monumental blockbuster veraniego de destrucción que ya quisieran dirigir Michael Bay o Roland Emmerich. La historia es tan simple como efectiva. Va directa al grano y, aunque un poco estirada, no se hace nada pesada debido al frenético ritmo de la narración.
Como es de esperar, a lo largo de World War Hulk seremos testigos de cómo Cicatriz Verde apalea a todos y cada uno de los superhéroes del planeta, con especial énfasis en los miembros de los Illuminati que se le ponen a tiro.
Claro que gran parte del encanto de la historia son las peleas dibujadas por un John Romita Jr. en plena forma que parece disfrutar con cada hueso roto, armadura quebrada o moratón que Hulk provoca a su paso. Cierto es que se muestra algo más “desganado” en las caras y fondos, pero todavía estaba lejos del Romita Jr. desganado que acabó largandose una temporada a DC.
No obstante, me parece injusto tildar a World War Hulk de evento vacío como leí en su día en muchos sitios. La historia ofrece algunos elementos muy interesantes que no deberían ser ignorados. El más importante es dónde colocamos el foco que señala a los villanos. ¿En Hulk o en Tony Stark y compañía? Vale que el primero ha llegado a la Tierra como un obús imparable, pero el segundo y sus cómplices se buscaron cada puñetazo recibido.
Con esto no estoy justificando para nada la venganza o el ojo por ojo. Pero se me antoja muy difícil no “empatizar” más con el invasor que con un miembro de Los Vengadores o los 4 Fantásticos.
También es destacable el uso que hace Pak de los personajes asociados históricamente al gigante verde. Por las páginas de World War Hulk veremos a Rick Jones, al General Trueno Ross, a Doc Samson o a Hulka. Un desfile de caras conocidas cuyas aportaciones a la historia son clave, en la mayoría de los casos, para el desarrollo de la misma. El autor sabe dar en la tecla para, en unas pocas viñetas, resaltar los rasgos más icónicos de cada uno de los personajes.
Tal y como he comentado. World War Hulk supuso un final de etapa para este miembro fundador de Los Vengadores. Tras ella llegó el mayor momento de gloria de Hércules en toda su historia editorial y la pesadilla que fue la larga estadía de Jeph Loeb en el título principal.
En definitiva, estamos ante un evento divertido a rabiar cuya lectura tiene más chicha de lo que a priori parece. Posiblemente sea la última gran historia de Hulk hasta la llegada de Al Ewing y su versión inmortal.
La edición de Panini ofrece los habituales extras formados por artículos y textos de apoyo, portadas o bocetos a un precio bastante ajustado para el número de páginas que ofrece.