En 2004 Brian Michael Bendis ya tenía una posición fuerte dentro de Marvel Comics. Sus etapas en Ultimate Spider-Man, Alias y Daredevil habían llamado la atención de crítica y público. No obstante, el hambre y la ambición del guionista no parecían tener límites y, como una antesala de lo que estaba por llegar, la editorial le encargó la miniserie de cinco números con el críptico nombre de Secret War, en singular.

Esta serie limitada fue la primera vez, de muchas, que Marvel recuperó el título de una gran saga del pasado para contar una nueva historia. Luego vinieron otras como Secret Wars de nuevo (pero esta vez en plural) o Imperio Secreto. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue el plantel de personajes usado por el guionista: Lobezno, Capitán América, Luke Cage, Spider-Man, Daredevil y la Viuda Negra. Una selección de héroes que no pegaban demasiado. No era la primera vez que se veía algo así. De hecho, en los setenta tuvimos a Los Defensores y a los Campeones. Pero las nuevas generaciones ignoraban esos tebeos, como también lo hacía el editor probablemente.

Secret War. Una historia pensada a futuro

Ahora bien, con estos protagonistas Secret War tenía un potencial enorme y Bendis ensayó (quién sabe si a sabiendas) lo que poco después serían sus famosos Nuevos Vengadores. Ya teníamos protagonistas, autores (luego hablaremos del dibujante), por lo que solo faltaba una buena premisa. Y vaya si tenemos una con potencial.

Secret War responde a una pregunta que se había hecho Bendis como lector: ¿Cómo es posible que delincuentes de poca monta como Shocker, el Zancudo o Jack O’Lantern tenga un equipamiento valorado en cientos de miles de dólares? Sobre todo si tenemos en cuenta que el 90% de sus golpes son truncados por el héroe urbano de turno. Encima, siempre vuelven y siempre incorporan mejoras.La respuesta: Reciben financiación de un tercero perteneciente a una potencia extranjera.

Como podéis ver la trama de Secret War tiene un potencial enorme. Por si fuera poco, más allá de estos héroes, la miniserie nos devuelve a un Nick Furia espía y manipulador como no se veía desde los tiempos de Jim Steranko a cargo del personaje. El jefazo de Shield llevaba siendo una figura constante en la sombra desde hacía décadas pero su carácter traicionero, manipulador y paranoico se había ido atenuando y ablandando mucho con el paso del años en pos de relacionarlo más y más con el lado más superheroico de La Casa de las Ideas.

Pensaréis que exagero, pero pensad en las apariciones del Nick Furia de toda la vida en los años 80 y 90. Salvo la miniserie que le enfrentó a Shield y alguna excepción más (algunos números de la etapa de Joe Casey en Cable), todo lo que hacía importaba más bien poco. Hasta lo mataron dentro de un descafeinado crossover protagonizado por algunas de las colecciones de la línea Marvel Edge de por entonces. Joder, si incluso su funeral le fue impuesto a Peter David, que tuvo que encajarlo en su etapa en The Incredible Hulk. Que Mark Millar sacase la versión definitiva del espía en Ultimates y Ultimate X-Men tampoco ayudó a que el fandom general le echase de menos.

Por lo tanto, punto para Bendis para devolver a la palestra a un Nick Furia que asqueado con la impasividad de su gobierno decide actuar por su cuenta sin importarle las consecuencias de sus actos. Hay momentos de Secret War realmente interesantes, porque leyendo entre líneas se puede apreciar el descontento de Bendis con algunos aspectos de la política del gobierno de su país tras los fatídicos sucesos del 11-S. Por eso Furia, todavía dolido por el atentado, hace lo que hace considerando que es lo mejor para el pueblo americano.

Secret War es planteada como un thriller de acción contando la acción en dos tiempos. Bendis sabe dosificar el misterio cuando avanza con la acción principal que es intercalada con flashbacks que contextualizan como se ha llegado a la situación que sirve de catalizador para la miniserie.

Me van a perdonar que no cuente más detalles de la trama. Quizás hoy en día todo el mundo sepa de qué va Secret War, pero yo no la había leído desde que salió originalmente hace más de quince años y me he vuelto a sorprender con sus virtudes y a desagradar con sus defectos, porque por supuesto que los tiene.

El primer y más evidente es el decompressive storytelling que puso de moda el autor con sus primeras etapas en Marvel. Bendis no abusa tanto del mismo, pero cinco números se quedan cortos para todo lo que quiere contar el escritor. Esto propicia que la conclusión sea un poco precipitada. El otro detalle negativo está presente casi en cada diálogo que tienen entre sí los héroes. Errores de continuidad constante sobre si ya habían trabajado o no, conocían sus identidades secretas o aventuras compartidas en el pasado. A Bendis parece que se la trae al pairo, pero a su editor todavía más. No pretendo ir de Continuity Cop por la vida, pero hay momentos que me cabrearon mucho.

Eso sí, Secret War se lee de un tirón. Engancha y tiene un ritmo endiablado que no te deja soltar el tomo hasta que lo has terminado. La edición de Panini incluye el especial de fichas “Los archivos secretos de Nick Furia” despiezado al final de cada capítulo.

Dejo para el final el aspecto gráfico de la serie a cargo del italiano Gabriele Dell’Otto. Todo un lujo tener su espectacular estilo pictórico en el interior de una miniserie (que tuvo constantes retrasos en sus fechas de salida), siendo este su único trabajo en interiores junto a una miniserie de tres números de X-Force. Quizás haya momentos demasiado oscuros y se eche en falta un poco más de iluminación. Pero se le perdona por lo bonito que quedan sus acabados, en especial en las escenas de acción, totalmente crudas y brutales.

Por último quería llamar la atención sobre un detalle. Esta es la edición dentro de la línea Must-Have más reciente y barata de todas (con excepción de la grapa original) con su PVP de 15 Euros. En 2009 se recopiló por primera vez en Marvel Deluxe a 22 € y el año pasado en Marvel Integral a 26. Cuanto menos curioso y, por desgracia, poco habitual.

En definitiva, Secret War es una historia autoconclusiva que reúne a un montón de personajes molones en una historia trepidante. Elementos que construyen un tebeo de palomitas de lo más recomendable y disfrutable. Además, su carácter autocontenido lo convierten en uno de esos tomos perfectos para regalar.