Y con este número terminamos. No con la serie de Imposible Patrulla-X dentro de Marvel Must-Have, de la que aún saldrán dos tomos más en lo que queda de 2023 y ya veremos cuántos el año que viene, sino de la etapa de Chris Claremont al frente de la serie principal. Dado que este autor inglés aún sigue vivo no podríamos decir con total seguridad que fuera su despedida definitiva de Uncanny X-Men, pero han pasado ya diecisiete años de estos números y desde entonces ha sido relegado a series secundarias y nostálgicas, con lo que podríamos decir que Estrella errante es el final de la época en la que Claremont era un autor de primera fila.
En estos últimos meses, Claremont se centra en varias de sus antiguas creaciones. El primer arco argumental, Estrella errante, sirve de continuación a El fin de los Grey, que vimos en la anterior entrega. Tras la aniquilación de su familia por parte de madre (dimensión arriba, dimensión abajo), Rachel Summers-Grey tiene una poderosa sed de venganza contra los Shi’ar. Por un lado, el ansia de sangre y la herencia del Fénix le dejan claro lo que tiene que hacer. Pero su legado heroico tira en la dirección contraria. Y tendrá que tomar una decisión y convivir con las consecuencias.
El segundo arco, El primer expulsado, nos presenta al Primer Caído, una nueva figura cósmica opuesta al Fénix que veríamos en esta historia… y nunca más. Quizás Claremont tenía algún plan adicional para este personaje, pero su abrupta salida de la serie debida a una dolencia cardíaca hizo que el personaje cayera en el olvido. De hecho, esta segunda historia, en la que tenemos por aquí a Jamie Braddock, está coescrita por Tony Bedard, suponemos que para terminar las ideas que el Patriarca dejara esbozadas. Aquí, por cierto, nos enteramos de cómo fue que Betsy resucitó varios números atrás. Sigue siendo un Deus Ex Machina, pero al menos intentan darnos una explicación.
Se cierra el tomo con un anual centrado en Tormenta que ahonda en la idea de que Ororo y T’Challa se conocían tiempo atrás y había habido algún tipo de chispa entre ellos, como ya vimos en Arresto domiciliario. De hecho, este anual está subtitulado como «un preludio a la boda del siglo», dejando claro hacia dónde se dirigía -editorialmente- el personaje.
Gráficamente, este tomo supone un notable paso atrás comparado con las anteriores entregas de la serie. Como ya comentamos anteriormente, Alan Davis ya había dejado la serie, siendo sustituido por el no tan bueno pero sí satisfactorio Chris Bachalo. La primera parte de este tomo la dibuja Billy Tan, un artista proveniente de la Image noventera, subsección Marc Silvestri. No está ni remotamente a la altura de sus predecesores, aunque hay que reconocer que hace un trabajo razonablemente correcto. Hay que acostumbrarse a él, que sería el artista regular de la serie durante el siguiente par de años.
Seguimos con un número de Chris Bachalo, que se despide de la serie para pasar a la hermana X-Men (recopilada aquí en Marvel Must-Have: La Patrulla-X). Para que el cambio no sea demasiado drástico, le sustituye el artista clon oficial de la editorial, Roger Cruz, que en los 90 intentaba mimetizar el estilo de Joe Madureira de la misma manera que lo hace aquí con el de Bachalo.
Parecía que Reload iba a ser un gran relanzamiento que al final se quedó un poco en agua de borrajas. Chris Claremont estuvo a medio gas, Peter Milligan firmó una de las series menos inspiradas de toda su carrera y Joss Whedon vino con un par de ideas más que cuestionables. Pero lo bueno que tuvo esta época es que justo después de irse los autores iniciales, entraron en su lugar nada menos que Ed Brubaker, Mike Carey y Warren Ellis en una de las mejores etapas mutantes de lo que llevamos de siglo. Oye, pues no está mal.