Divididos, Resistimos recoge un momento de transición crucial para los mutantes: el inmediato post-Complejo de Mesías. Tras los acontecimientos del anterior volumen, la Patrulla-X deja de ser un equipo unificado. A partir de Uncanny X-Men #495, el guionista Ed Brubaker, acompañado ya por Matt Fraction, inicia una nueva etapa que redefine la identidad del grupo. No se trata solo de rearmar una formación, sino de reimaginar lo que significa ser mutante en un mundo que los ha condenado a la extinción.
Brubaker había llevado a los mutantes a territorios cósmicos, pero aquí cambia el tono: vuelve la mirada al presente y a la tierra. Este volumen arranca con la Patrulla dispersa y un discurso de Scott Summers que marca la pauta de lo que vendrá: si el sueño de Xavier ha muerto, los mutantes deberán sobrevivir por sí mismos. Con esta premisa se construye el arco Divididos, resistimos, un título que funciona a la vez como lamento y como declaración de principios. Fraction, que en este punto se incorpora como coguionista, aporta una energía distinta: más urbana, más irónica, más centrada en los personajes. Su llegada anticipa el cambio de paradigma que se consolidará con su etapa en solitario.
La mudanza a San Francisco, a la que se asiste en estos números, no es un mero decorado nuevo. Supone una ruptura simbólica con la era Xavier. La ciudad, presentada como refugio progresista y contracultural, permite a los mutantes integrarse sin el peso del miedo constante que definía Westchester. Cíclope y Emma Frost encarnan esta nueva filosofía: pragmática, mediática, dispuesta a negociar con las instituciones y a gestionar la imagen pública del homo superior. En esa tensión entre supervivencia y control nace la “Era Utopía”, aún incipiente en este tomo, pero ya latente en la idea de construir comunidad más que escuela.
En estas páginas, veremos la reconfiguración de la alineación y la recuperación de ciertos iconos. Coloso, Lobezno y Rondador se reencuentran en Rusia en una historia que sirve de catarsis emocional. El Ángel y la Bestia tratan de reconstruir las bases científicas y económicas del grupo. Mientras, la prensa y la opinión pública se convierten en actores narrativos: los mutantes son ahora una minoría observada, no una amenaza. Fraction explora ese contraste con un tono casi de celebrities, donde los héroes posan, opinan y ocupan titulares. El cambio de tono respecto a la angustia post-Dinastía de M es evidente.
La coescritura de Brubaker y Fraction ofrece un equilibrio interesante: el primero aporta la estructura y el peso moral heredado del Complejo de Mesías; el segundo introduce ritmo, humor y un sentido coral más ágil. Juntos construyen una etapa que no brilla por su épica, sino por su sentido de nuevo comienzo. La idea de que los mutantes “resisten” no implica solo persistir, sino reinventarse. San Francisco actúa como escenario de esa reinvención, anticipando el giro hacia la Utopía de Cíclope, la radicalización política y la separación definitiva respecto al sueño integrador de Xavier.
Y aquí entra Greg Land. Su dibujo, tan polémico como reconocible, contribuye involuntariamente a esa sensación de artificialidad mediática. Land estiliza hasta el extremo los cuerpos, las expresiones y los gestos; todo parece brillar con un barniz de catálogo publicitario. Para muchos lectores, esa superficie vacía socava la carga dramática del guion; sin embargo, leída en clave temática, refuerza la lectura de una Patrulla que empieza a representar más de lo que actúa. El dibujo es plástico, inverosímil, pero en consonancia con una etapa donde la imagen —la proyección pública de los mutantes— es central. El contraste entre el tono de supervivencia y la apariencia de glamour define bien esta paradoja.
Divididos, Resistimos marca el punto de inflexión entre la Patrulla-X tradicional y el proyecto que conducirá a Utopía y Advenimiento. Marvel necesitaba redefinir a los mutantes sin repetir el tono de persecución constante, y Brubaker y Fraction encuentran en el desplazamiento geográfico y en el discurso de la resiliencia el vehículo perfecto. Estos números funcionan así como un manifiesto: los mutantes ya no se esconden, se reinventan. Pero también es el anuncio de una fractura: el idealismo de Xavier no sobrevive a la realidad de la extinción.
