El estreno de la película animada Spider-Man: Cruzando el Multiverso, ha propiciado que Panini publique un pequeño coleccionable de media docena de entregas en coedición con varios países de Europa. La temática, como no podría ser de otro modo, son las dimensiones alternativas. Hay entregas dedicadas a Dinastía de M, Marvel Zombies o Spider-Gedón. Sin embargo, hay una historia que resalta sobre las demás. Me estoy refiriendo a Spider-Man: Reino.
Spider-Man: Reino fue publicada originalmente como miniserie de cuatro prestigios entre enero y abril de 2007, año en que llegó a los cines la tercera entrega de las aventuras fílmicas del trepamuros dirigida por Sam Raimi. La edición española no se demoró y en septiembre tuvimos el correspondiente tomo en formato 100% Marvel de Panini. Curiosamente, aquel tebeo publicado hace dieciséis años costó trece euros y el que nos ocupa tan solo nueve. Hay muchas causas que justifican el precio actual, pero no deja de ser curioso.
La publicación de Spider-Man: Reino obedeció a varios motivos. El más lógico fue aprovechar el posible tirón que tendría la película de cara a nuevos lectores (recordemos que recaudó casi novecientos millones de dólares en todo el globo). Por otro lado, está el asunto de que Spider-Man, al contrario que Batman o Superman, no tiene muchas historias autoconclusivas regalables. Es decir, el bueno de Pete no tiene en su trayectoría demasiados “Años Unos”, “Bromas Asesinas”, “Largos Halloween” o “Silencios”. Con Reino, la casa de las ideas lo intentó fichando a Kaare Andrews como autor completo de este trasunto de “Dark Knight Returns”. El problema es que Andrews no es ni una sombra de Frank Miller.
Las comparaciones con el mencionado tebeo del Señor de la noche son inevitables: En ambas hay un héroe en su etapa más crepuscular, un futuro que da asco, corrupción política y un hilo narrativo en forma de noticiarios televisivos. De hecho, uno de estos periolistos responde al nombre de Miller Janson. Homenaje claro a Frank Miller y Klaus Janson.
Spider-Man, caballero en un «Reino» oscuro
El autor imprime un ritmo lento a la historia, gastando muchas páginas en que conozcamos mejor el mundo de “Reino”. La premisa es sencilla: un futuro desolador donde la delincuencia ha sido eliminada con puño de hierro de Nueva York. Y para seguir así, la ciudad se blindará del mundo exterior con un escudo protector. Aquí podemos apreciar bastantes semejanzas con la mitología de el Juez Dredd. La Gran Manzana se parece mucho a Mega City One, así como el cuerpo de policía (con alguna sorpresa entre sus miembros) a los jueces que la patrullan.
Así, nos encontramos ante una miniserie de un descomunal tono trágico y pesimista, que va ganando enteros a medida que Kaare Andrews termina de colocar todas las piezas sobre el tablero, pero que resulta fallida en la forma en que presenta a Spider-Man. El trepamuros protagonista de Spider-Man: Reino es un Peter Parker entrado en años (como unos sesenta) que se ha rendido. Fruto de una serie de fracasos en su vida personal, colgó los lanzarredes y vive solo y atormentado por las pérdidas y derrotas del pasado.
Me cuesta mucho creer que Spider-Man llegue a rendirse puesto que una de sus señas de identidad más básicas desde que fue creado por Stan Lee y Steve Dikto es su eterno optimismo. Mientras haya alguien por el qué luchar, Spider-Man no se rendirá jamás. El sentido de la responsabilidad que le inculcó el Tío Ben es demasiado fuerte para dejarse vencer por la adversidad.
Más acertadas son las versiones de otros personajes secundarios del lore clásico que también veremos en Spider-Man: Reino. Empezamos con una Mary Jane cuya original presencia en la obra nos hace recordar la importancia de tener alguien que nos apoye, que nos ayude en los momentos de bajeza o que simplemente sea la luz del faro que necesitamos para seguir adelante. También tenemos a J.J.Jameson (verdadero catalizador de la historia) cuyo cinismo es capaz de mover montañas. Sus apariciones se mueven entre lo divino y lo descacharrante. Aunque siendo lógicos, su mera presencia es un anacronismo porque si Peter ronda los sesenta en Reino, el bueno de Jonah debería dejar atrás los cien. No obstante, es un detalle que dejamos pasar porque su mera presencia hace ganar enteros al cómic.
Como todo el mundo supondrá, finalmente, el trepamuros volverá a la acción “porque es su deber”. Por desgracia, para cuando esto sucede, ya habremos perdido todo el interés debido a la increíble imagen desnaturalizada que se ofrece de nuestro querido héroe urbano. Sería injusto ignorar que Andrews salva los muebles hasta cierto punto en el explosivo último acto de Spider-Man: Reino. El clímax de la miniserie se salda con un completo tour de force en el que Spider-Man se enfrentará a los seis siniestros en un desenlace repleto de acción con estructura de videojuego como si de una sucesión de set pieces se tratase. Esta última traca incluye, para sorpresa de todos, alguno de los momentos más emotivos jamás publicados junto a Mary Jane.
Otro factor a tener en cuenta es el dibujo de Kaare Andrews que hace gala de una narrativa bastante pobre en las viñetas que no incluyen escenas de acción. Tampoco me acaba de agradar la apariencia excesivamente decrépita del cabeza de red. Ahora bien, cuando se trata del diseño de villanos o de momentos más “movidos” es cuando el dibujante saca toda la artillería brillando con una luz cegadora que se ve perfectamente complementada por la excelsa paleta de colores de José Villarubia.
En definitiva, Spider-Man: Reino no deja de ser un What If alargado cuyas portadas molan más que el contenido. Algo que pasaba muy a menudo en la mítica colección de historias alternativas. Esta obra gustará a los fans acérrimos del personaje y a todos aquellos que disfruten con las revisiones extremas que hacen casi irreconocible al producto original. Si sois de los que os gustan los futuros distópicos, tristes y oscuros seguro que también pasáis un buen rato con la lectura. Personalmente dejaré reposar este cómic unos meses para, posteriormente, volver a echarle un ojo. Si cambio de opinión ya os lo contaré por aquí.