Hace dos décadas, Joe Quesada cambió el rumbo de La Casa de las Ideas con la iniciativa Marvel Knights. Veinte años después, algunos de los mejores autores de Marvel se unen para narrar una nueva historia con los personajes más emblemáticos de esta legendaria línea.
Cómo pasa el tiempo. 20 años no es nada, que cantaba el tango aquel. Si hace unos días poníamos punto y final a la sarta de reseñas de aquel experimento llamado Heroes Reborn, hoy toca hablar del regreso de la línea editorial que le sucedió. La exitosa (aunque por momentos desigual) Marvel Knights. Tras el batacazo y vuelta atrás con el rabo entre las piernas que supuso externalizar la producción de sus historias, Marvel Comics hizo que la montaña fuera a Mahoma contratando a dos creadores de éxito de cómic independiente: los amigos y socios Joe Quesada y Jimmy Palmiotti. Ambos tuvieron amplia libertad creativa para revolucionar algunos personajes y colecciones que estaban en caída libre, y consiguieron darle la vuelta a la tortilla, merced a un enfoque moderno, un equipo artístico de primera calidad y, en un movimiento audaz en su día pero que hoy no sorprende a nadie, contratando a un director de cine como Kevin Smith (Batman: Cacofonía) para escribir una de las colecciones, la de Daredevil. La fórmula cuajó, y prueba de ello es que gracias a esa nueva energía insuflada, la colección del cuernecitos vivió un resurgir que desembocó en algunas de las etapas más recordadas y valoradas por los fans, como la de Brian Michael Bendis o la de Ed Brubaker. 20 años después, personajes como Daredevil, Pantera Negra, el Castigador y Elektra viven una segunda juventud merced al inteligente uso que de ellos hicieron los guionistas que les tocaron en suerte, y no es aventurado suponer que es gracias a esta etapa en los cómics que hemos podido disfrutar de las series de televisión de Daredevil y Punisher, o de la presencia en la gran pantalla de Pantera Negra.
El primer número de la nueva colección de Daredevil salió a la calle con fecha de portada de noviembre de 2018, así que es 20 años después (en los USA, aquí son ya 21) cuando tenemos en nuestras manos una nueva historia protagonizada por esos Marvel Knights. A falta de Spiderman, que también tuvo su etapa en este sello (pergeñada ni más ni menos que por los pesos pesados Mark Millar y Terry Dodson), en esta historia son otros justicieros urbanos de Nueva York quienes llevan la voz cantante de la historia. Todo empieza cuando un tal Bruce Banner comienza a encontrarse por las mañanas trozos de papel con nombres de personas escritos, con una caligrafía que parece obra de un niño. Así logra dar con el agente de policía Frank Castle, quien a su vez encuentra al ciego Matt Murdock en un cementerio, a la instructora de MMA Elektra Natchios o a un amnésico trabajador social africano y con acento extranjero, ignorante de sus regias raíces wakandianas. Poco a poco, estos personajes van recobrando la memoria para descubrir quién está detrás de la maniobra que ha hecho que el mundo olvide a los superhéroes. La investigación les llevará a descubrir una conspiración con más ramificaciones y profundidad de la que imaginaban. Recuperar su pasado no será tan importante como conservar el presente y preservar el futuro.
Donny Cates (Motorista Fantasma Cósmico, God Country) es el encargado de hilvanar una historia que empieza de manera muy confusa pero que termina desenvolviéndose y encontrando su camino hacia el único desenlace posible, si bien de una manera que ninguno imaginábamos. Note el agudo lector que estoy haciendo todo lo posible por no desvelar detalles de la trama ni de los villanos detrás del telón. Porque si bien el villano principal se nos desvela en la última página del primer número de los seis que componen esta historia, no es hasta el final en que los acontecimientos se precipitan, en un desenlace que para muchos puede parecer forzado (como ha sido mi caso), pero que, pensándolo bien, no podía ser de otra manera. Cates no está solo en esta aventura, le acompañan tanto al argumento como al guion otros autores como Matthew Rosenberg (Ojo de Halcón y Soldado de Invierno), Tini Howard (Eutanautas) y Vita Ayala (La Era de Hombre-X), en una escritura a ocho manos cuyo resultado, lejos de ser un batiburrillo de ideas, consigue un acabado coherente y cohesionado.
Otra cosa es, ay, el dibujo. Como ya nos están (mal)acostumbrando las editoriales norteamericanas mainsteram, el baile de dibujantes de una historia a otra consigue lo que la alternancia de escritores no ha conseguido: que la calidad del resultado final se resienta. Varios escritores pueden alternarse en un relato por piezas, pero si todos mantienen un estilo similar y hay un editor o showrunner que imponga una coherencia, podríamos no notar la diferencia. Pero en el apartado gráfico, si de un número al siguiente cambiamos el dibujante, el lector se acaba por sentir estafado, como si fuera el conejillo de indias de un experimento en el que da igual qué le pongas en el plato, se lo acabará comiendo igualmente. La disonancia gráfica es aún más evidente si se leen los seis números de una tacada, en ves de mes a a mes. De tener a un autor del montón (del montón de los malos) como Travel Foreman (Batman: La noche de los búhos) en el primer y último número, pasamos a otro más curtido como Niko Henrichon (El orgullo de Bagdad) en los segundo y quinto, y a dos más anodinos como Damian Couceiro y Joshua Cassara en el tercero y cuarto, respectivamente. De ser historias independientes, cada una de ellas protagonizada por un personaje distinto, este baile de dibujantes no me hubiera supuesto ningún problema. Es más, le hubiera encontrado su gracia. Pero el tener que soportar este desbarajuste dentro de una misma historia da la ya conocida sensación de dejadez editorial, con la que tenemos que lidiar los lectores hoy en día. Echo de menos la época en la que un equipo creativo podía pasar varios años al frente de una cabecera, descansando tan sólo para un par de Annuals o algún número de relleno ocasional.
Este Marvel Knights: 20 Años no es un sacacuartos que pretenda aprovecharse de la nostalgia, ni tampoco es una mirada atrás al pasado de estos personajes. Es una historia protagonizada por unos héroes que vivieron hace años una resurrección creativa gracias a un gran elenco de artistas dirigidos por los editores Quesada y Palmiotti. Estos personajes ya cuentan con sus propias colecciones de éxito (excepto Elektra quien, vaya usted a saber por qué, no ha contado con demasiada fortuna editorial desde su creación), y el juntarles aquí dudo que responda a ninguna oportuna maniobra de marketing, sino más bien a una ocasión de celebrar el aniversario de algo que funcionó en su día y que hoy, gracias al cielo, continúa teniendo éxito. La edición de Panini Comics recoge los seis números de la colección original, más un buen puñado de portadas alternativas. Eso sí, la portada del tomo español podría pasar perfectamente por la edición norteamericana, puesto que no hay ninguna referencia a Panini en ella. ¿Pereza del maquetador? ¿Descuido a la hora de poner el logo de la editorial española? No importa, puesto que lo verdaderamente relevante de esta obra está en el interior: una historia potente, reivindicativa y con unos protagonistas que los amantes de los justicieros urbanos adoramos. Que otros se queden con sus héroes cósmicos y sus sagas galácticas. A mí dadme la suciedad neoyorquina y el olor a pólvora y cuero manchado de sangre.