Las sinergías entre el cine y el cómic hay que aprovecharlas. En el momento de escribir esta reseña, la película “Deadpool & Lobezno” lo está petando en todo el mundo (imagino que para cuando se publique este texto habrá superado el billón de dólares de recaudación). Por ello, no es extraño que nos encontremos con publicaciones que tratan de explotar el tirón. Pues dicho y hecho. Por parte del mercenario bocazas tenemos la ocasión de hacernos con algunas de sus miniseries en formato y precio reducido. Mientras que por parte del mutante de las garras de adamantium podemos disfrutar del primer recopilatorio de la línea Marvel Héroes, destinado a reunir todos los cómics del personaje escritos por Daniel Way. Precisamente, hace no mucho también hablamos por aquí del primer recopilatorio de Masacre escrito también por Way.
Hay que resaltar que este primer volumen no ofrece una estructura lineal. Antes de hacerse con una serie de Lobezno para él solo, Way estuvo saltando de un lado a otro. Ahora bien, tengo que reconocer que los resultados con el mutante más popular de Marvel son bastante más satisfactorios que los obtenidos con el brasas de Wade Wilson.
El volumen abre con tres episodios dibujados por John McCrea (el primero de ellos) y Staz Johnson (los dos restantes) que nos dejan ver la versión de Lobezno que más me gusta. En estos números tendremos de ver al canijo protagonista operando al margen de sus compañeros de la Patrulla X, y tampoco habrá trajes de colores. Lo único que es necesario es que haya un problema y que Logan se vea en medio de todo el meollo. Con una presencia casi testimonial del canadiense, Way consigue una ambientación sucia y mal rollista en la que el personaje deberá ser una vez más “el mejor en lo que hace”.
En apenas un puñado de páginas Daniel Way demuestra que conoce los mecanismos que hacen funcionar a Lobezno. Solitario pero amigo de sus amigos, gruñón pero poseedor de un alto sentido de la justicia y el honor y, sobre todo, avatar de la justicia para aquellos que no pueden beneficiarse de la misma. Lamentablemente, el resto de historias no están al mismo nivel. No están mal, pero se nota que hay una marcada línea editorial y una hoja de ruta que el autor, o cualquier otro escritor que hubiera estado en su pellejo, estaba obligado a seguir.
El origen de Lobezno por Daniel Way. Un melón que había que abrir
En este tochazo también se incluyen los números ligados a “Dinastía de M” dibujados por el tándem creativo formado por Mark Texeira y Javier Saltares. Una aventura muy entretenida, con Lobezno tratando de poner orden en su cabeza cuando siente que hay algo que no termina de cuajar. Precisamente, esta aventura sirve de puente para el momento en que se descubre, al finalizar el evento, que James Howlett recuerda toda su vida al haber recuperado sus verdaderos recuerdos.
Pues bien, casi veinte años después de la publicación de dicho cómic sigo pensando que esta decisión fue un error y que quizás fue algo bastante precipitado. Desde su debut en “The Incredible Hulk 180”, el pasado enigmático de Lobezno fue una de sus principales bazas. Sí, hubo autores como Larry Hama que nos dieron mucha información sobre su pasado. También habría que destacar los proyectos “Lobezno: Origen” o “Arma X” que arrojaron algo de luz a momentos concretos de su vida. Pero nunca se había abordado un proyecto tan ambicioso como la serie regular que capitaneó Daniel Way hasta su final. Serie que estuvo precedida de un arco que sirvió de epílogo al primer crossover publicado en la Era Quesada.
El problema que le encuentro a “Orígenes y finales” y “Lobezno: Orígenes ” (no confundir con la mencionada serie limitada de Paul Jenkins y Andy Kubert) es que, pese a ser un tebeo que se lee de una sentada y que resulta muy entretenido, da la sensación de que no hay un plan predefinido o establecido a largo plazo.
Daniel Way se limita a mostrar que Lobezno lo sabe todo. Pero lejos de compartir esos secretos con los lectores, lo que hace es llevar de un lado para otro a un héroe visiblemente mosqueado que no duda en hacer cosas tan brutas como infiltrarse en la Casa Blanca o rebanar una mano al Samurái de Plata. Por lo tanto, la serie se acaba convirtiendo en una sucesión de set pieces al estilo John Wick en la que la acción y la violencia prima sobre todo lo demás.
Queda claro que el escritor buscó el impacto desde el primer momento. Efecto que logró, pues el primer número de “Wolverine: Origins” sobrepasó las 150000 mil copias vendidas en abril de 2006, siendo superado tan solo por el sexto episodio de “Infinite Crisis” de DC Comics. Pero más allá de eso, estamos ante un tebeo al que le falta algo de chicha y le sobran poochies, pues Lobezno tendrá que pelearse con el Soldado de Invierno (el pobre Bucky acabó siendo parte del pasado de todo el mundo por culpa de la retrocontinuidad) o con el Capitán América en un combate algo chungo ilustrado por un Steve Dillon al que se le nota mucho que no le gusta dibujar superhéroes al uso.
Se trata pues de un divertimento ligero que buscaba tener una profundidad y trascendencia mucho mayor de las que finalmente tuvo. Ojo, no es un mal tebeo, de hecho es una de las etapas más dinámicas de Lobezno de cuantas se han publicado en lo que va del Siglo XXI. Pero sí es cierto que prometía más.
Como último contenido de este primer recopilatorio del Lobezno de Daniel Way nos encontramos con una miniserie de cuatro números centrada en Dientes de Sable que, si no me equivoco, estaba inédita en España o al menos yo no he encontrado datos sobre su publicación. Con dibujos del veterano Bart Sears, y sin que Logan haga acto de presencia, se trata de una miniserie muy resultona y algo cafre con presencia de algunos viejos conocidos canadienses.
A modo de extras, podemos disfrutar de una galería de cubiertas originales o del guion original con comentarios del propio Daniel Way para el número uno de Wolverine Origins.