En julio de 1985 el guionista Mark Gruenwald se hizo cargo de la cabecera del Capitán América, estancia que se extendería durante una década dejando tras de sí más de un centenar de números que acabarían siendo una de las etapas más injustamente infravaloradas y olvidadas por parte de los fans. Es cierto que la recta final (publicada, no lo olvidemos, durante la peor crisis creativa y económica de la editorial) fue bastante chusca, pero hasta llegar ahí tenemos un buen número de historias sólidas donde la aventura fue un elemento constante.
En el primer tomo de Marvel Héroes dedicado a esta etapa y publicado por Panini Cómics, pudimos releer por fin la larga historia en la que el Capitán América debía enfrentarse a la primera versión que hubo del villano Azote. Digo primera, porque muchos de los elementos creados por Mark Gruenwald han servido de caldo de cultivo para la posteridad: el mencionado Azote, muchos secundarios, Sin Banderas y Ultimatum, el USAgente… Incluso autores como Kurt Busiek o Fabián Nicieza en Thunderbolts, o sobre todo Ed Brubaker en su magnífica etapa con el Capi han usado parte del legado creado por Mark.
Este segundo volumen arranca con una historia que bien podría servir de epílogo a la larga trama del Capi contra Cráneo Rojo. Se trata de una más que curiosa historia plagada de elementos sobrenaturales que juega muy bien al despiste, además de ser todo un homenaje a algunos de los momentos clave de la historia del personaje. Luego arrancamos con una historieta en dos partes extraída de la cabecera Marvel Fanfare (me encanta el carácter integral de estas recopilaciones), donde Steve Rogers deberá hacer equipo con La Rana Saltarina. Con un aire Marvel Team-Up que tira de espaldas, nuestros “héroes” deberán enfrentarse a La Garra Amarilla, un trasunto de Fu Man Chu, con un resultado discreto. No molesta, pero tampoco aporta demasiado.
Ahora ya sí, a partir del 327 USA comienza la larga historia que muestra ciertos elementos comunes a lo que es en general la etapa de Mark Gruenwald: La ausencia de secundarios civiles. Nuestro guionista potenció al máximo la vertiente de héroe del Capitán América. Él es el símbolo de América y de sus ideales, no queda tiempo para Steve Rogers. Así que durante todo el tomo apenas tendremos un par de apariciones de Bernie Rosenthal, y poco más. Es más, la serie adquiere un aire de road movie con el héroe abanderado moviéndose por todo el país.
En estos números Mark Gruenwald presenta a John Walker. Su primera aparición es como Superpatriota, un humano aumentado con ansias de gloria y fama que pone en serios aprietos al mismísimo Capi. Si antes decíamos que la etapa de Gruenwald sirvió de caldo de cultivo para las generaciones venideras, el propio autor también se sirve de sus precedentes como J.M. Dematteis o Stan Lee para volver a poner en jaque a Steve Rogers quien decide dejar el traje y el escudo una vez más. Así pues, tendremos un nuevo hombre bajo la máscara, el sexto de la historia en tener el puesto en ese momento. Mark crea una trama que empieza de forma rocambolesca (¿Hacienda investigando a Steve Rogers?) pero que se desarrolla de forma fascinante. Se plantean cuestiones sobre si el Capi es un héroe de la gente de a pie o si representa al gobierno.
Tal es el protagonismo del nuevo Capitán América, que incluso tendrá su nuevo Bucky (un héroe de color), y durante muchos capítulos del tomo Steve ni asomará la cabeza. Muy interesante será ver la evolución del nuevo portador del escudo, que sufrirá lo que supone vivir con la constante carga y presión de ser un símbolo y una leyenda viviente. Posiblemente Gruenwald nos muestra una de las mejores caracterizaciones de lo que representa el concepto de Capitán América, algo que es mucho más grande que la persona que tiene el traje. Pero Gruenwald sabe mantener el foco de interés en todo momento, dedicando algunos episodios a Steve Rogers y a su alegre banda de justicieros formada por El Halcón, Nómada y el héroe de nuevo cuño D-Man. El bueno de Dennis Dunphy fue uno de los personajes más atractivos presentados en esta época gracias a su carisma, su idealismo y su bondad.
A lo largo de las más de setecientas páginas de este tomo podremos ver también a Iron Man en plena guerra de armaduras. Además, como se incluyen también los episodios de la cabecera de Tony Stark, veremos las dos caras del conflicto. La Sociedad Serpiente también tendrá su momento de gloria, así como la Fuerza de la libertad, la comisión de actividades superhumanas o nuevas amenazas en ambientes rurales que harán viajar a nuestros héroes de un lado a otro del país.
La parte artística es la que se puede decir que flojea en esta etapa. No hay grandes estrellas, pero por lo menos Paul Neary (antes de abrazar su faceta como entintador), Tom Morgan y Kieron Dwyer son cumplidores. Su arte no pasará a la historia, pero por lo menos no la enturbia. La única pega que le pongo a este volumen es que la cantidad de extras es inusitadamente pequeña comparada con otros tomos del estilo.
En definitiva, el Capitán gustará a los amantes de la Marvel más clásica y a cualquier fan del Capitán América que se precie.
