No puede decirse que los episodios que conforman este volumen se encuentren entre los más destacados de Los héroes más poderosos de la Tierra.
Con este ejercicio de brutal honestidad comienza Julián Clemente el prólogo de Los Vengadores: La línea a cruzar, el cuarto tomo publicado por Panini destinado a recopilar la etapa de la serie Avengers que va del 300 al 402 (final de la numeración clásica que daría lugar a Heroes Reborn). El tebeo que nos ocupa va inmediatamente después de Actos de Venganza y todavía faltarían un par hasta entroncar con la Saga de Proctor de Bob Harras.
Fuera como fuese, no me atrevería a decir que son unos malos tebeos, pues he disfrutado bastante con su lectura. Creo que el principal problema, que sin duda influyó en el resultado final, es que la franquicia vengadora no importaba a nadie al comienzo de los años 90, una década que como todos recordamos estuvo dominada de principio a fin por los mutantes. Por eso al no tener, me supongo, un gran control editorial, todo valía, con continuos cambios de equipos creativos y una clara falta de dirección.
Leyendo de un tirón este tomo queda una clara sensación de “quiero y no puedo” de historias con un tremendo potencial que no terminan de despegar. Buen ejemplo de esto es la primera saga, escrita por un Fabián Nicieza con sobrecarga de trabajo. El guionista estadounidense argentino siempre ha tenido predilección por los grupos de superhéroes (se encargó de X-Men, New Mutants, X-Force, New Warriors…), por lo que tramar una historia con tintes de guerra fría y tensión política que incluyese a Alpha Flight por parte de Canadá, la Guardia de Invierno rusa e incluso a los Atlantes, estaba dentro lo esperable.
Nicieza comete el error de sobredimensionar la plantilla de personajes que puede manejar y, aunque logra unos tebeos muy divertidos, te deja con la sensación de que tendría que haber ido un paso más allá a la hora de plasmar las distintas ideologías que motivan a los gobiernos que respaldan los súper grupos. De hecho, hay presencia de varios líderes políticos reales de la época, por lo que el sabor a oportunidad desperdiciada se multiplica por dos.
Estos primeros números cuentan con una serie de complementos protagonizados por el equipo de apoyo a los Vengadores formado por Peggy Carter, John Jameson y compañía. Como curiosidad no está mal, pero no pasa de anecdótico. Casi habría sido más conveniente agrupar estas historias de complemento al final para no romper tanto el ritmo de lectura.
Los Vengadores: La línea a cruzar sirve también de ejemplo de algunas lacras sufridas en los años 90: los eventos de anuales. Durante mucho tiempo desde Marvel Comics decidieron que sería buena idea agrupar a los personajes de diversas familias de títulos en historias grupales. Así nacieron Planeta de Simbiontes, Lifeform, Asesinos de Héroes o la que incluye este tomo, Factor Terminus.
Destacar que si los tebeos incluídos en las seiscientas páginas de este tomo de Marvel Héroes nunca habían sido reeditados antes es por culpa de este tipo de historias. Factor Terminus reúne los anuales de Capitán América, Thor, Iron Man, Vengadores Costa Oeste y Vengadores. Como el nombre indica, todos estos héroes deberán enfrentarse a Terminus, otro de esos villanos gigantes de los que solo saben qué hacer con ellos quien los crea. Lo que hay que reconocerle es que, pese a ser una idea estirada como el chicle, tiene ritmo y buenos momentos.
Otro momento curioso que podremos leer en estas páginas es el de la incorporación de personajes como el Hombre de Arena o Rabia a los Vengadores. Este acto empieza con una idea potente de protesta hacia la hegemonía caucásica en las filas del grupo por parte de Rabia, que demanda más héroes de color. Nicieza hace buen uso del personaje, aunque las amenazas a las que se enfrentan son algo peculiares.
Por último, destacar la inclusión de la novela gráfica La Bóveda: Trampa Mortal. Aquí hay varias patinadas de Panini a la hora de la traducción con algunos nombres de personajes. A Comando Escarlata lo llaman Comando Carmesí en la siguiente página, y luego vuelve a ser Escarlata y a Súper Sable, dejan su nombre en inglés como Super Sabre.
Con todo es el mejor material que incluye Los Vengadores: La línea a cruzar. Una historia muy divertida que obliga a colaborar a La Fuerza de la Libertad y a nuestros protagonistas contra una horda de villanos liderada por la versión más cafre y sangrienta de Veneno. El protagonista del villano de Spider-Man es tal que cuando se reeditó la novela gráfica se cambió el Avengers del título por Venom.
En definitiva, estamos ante una muestra de la época más “oscura” del grupo. Un buen reflejo de esa etapa complicada que vivió la editorial hace treinta años. Una época demonizada en exceso por culpa de injerencias editoriales, bancarrotas y maniobras desesperadas para salvar muebles. Con todo esto, casi podemos decir que Nicieza y el resto de autores de este Los Vengadores: La línea a cruzar salieran airosos dadas las circunstancias.
A modo de despedida me ha parecido muy llamativo que en este volumen no haya ni un solo extra. Una pena, puesto que suelo disfrutar bastante de este tipo de contenido.