Poco a poco Panini sigue recuperando los tebeos publicados de los Vengadores durante la oscura década de los 90, aunque no lo está haciendo de manera ordenada. Tras comenzar con el volumen titulado Actos de Venganza, saltó unos cuantos números (y años) para ofrecernos el majestuoso tomo de La llegada de Proctor, cuya conclusión llegaría en este Lazos de sangre.
Uno podría pensar que lo lógico es que la acción arrancase donde se quedó el anterior, en el número 366 USA de Los Vengadores. Y sí, este tochazo arranca con el 367, que no es otra cosa que un fill-in dedicado a Visión de lo más recomendable. Y es que en él, Bob Harras sigue enmendando poco a poco todo lo malo que hicieron con el personaje al desnaturalizarlo y quitarle sus sentimientos. Se nota el cariño de Harras por el sintezoide, condensando todo el potencial del héroe en tan solo veinticuatro páginas de búsqueda desesperada de su humanidad perdida.
Vengadores y X-Men: Lazos de sangre
Y ahora sí. Llegamos al número 368 USA y con él a la saga que da nombre a este tomo. Sucede que en 1993 se cumplían treinta años del debut de los Vengadores y de la Patrulla X. Con esta historia pretendían dar algo de fuste a la colección de los héroes más poderosos de la Tierra, que llevaba unos años de capa caída, especialmente si la comparábamos con la franquicia del Homo Superior, que desde la aparición del X-Men 1 de Chris Claremont y Jim Lee un par de años antes no había parado de crecer.
Es curioso ver cómo rara vez mutantes y vengadores han compartido popularidad. He aquí unos cuantos ejemplos: Ahora mismo la Patrulla X lo peta en manos de Hickman, mientras que los Vengadores de Jason Aaron no paran de perder fuelle. Sin dejar de lado a Hickman, su microhistoria de las incursiones nos dejaba a todos con el culo temblando en Vengadores y Nuevos Vengadores, mientras que en ese momento los mutis eran estirados como el chicle en las, venidas a menos, manos de Brian Michael Bendis. Esto ya pasaba en los 90 cuando el Capi y cía vivían un renacer en las manos de Kurt Busiek y a la vez los mutantes se hundían en la miseria con la llegada de un Chris Claremont falto de ideas (¿quién recuerda a los Neo?). Joder, es que ni siquiera el éxito de ambas franquicias ha coincidido en el cine. X-Men: The Last Stand se estrenó en 2006 y The Avengers en 2012.
Siendo francos, la saga no es nada del otro mundo. De hecho, en España nunca había sido reeditada desde que viese la luz hace más de veinticinco años en formato de miniserie de cinco grapas. Su historia parte de una idea con cierto potencial, como es el alzamiento de Fabián Cortez y Éxodo junto a los acólitos de Magneto para seguir con el legado de este. Recordemos que el amo del magnetismo había quedado “imposibilitado” en el transcurso de la saga Atracciones Fatales. Para ello la lían parda en Genosha y secuestran a Luna, hija de Crystal y Mercurio y de paso nieta del propio Magneto.
Con esta estratagema se mezclaron The Uncanny X-Men, X-Men, Avengers y Avengers West Coast. Si bien es cierto que la presencia de los personajes vengativos es una mera comparsa, con la salvedad de Mercurio y, si me apurais, del USAgente (que tiene unos grandes momentos con Hank McCoy y Charles Xavier). Aunque es una saga dinámica, con mucha acción y alguna que otra sobrada, su intrascendencia es tal que ni siquiera se molestan en aderezarla con la ocasional muerte dramática en último momento o cliffhanger de impresión. Nada, en su lugar tenemos un crossover estructurado a imagen y semejanza de otros como Proyecto Exterminio o La Canción del Verdugo. Una pena, porque la idea de aprovechar los nexos que unen a ambos súper equipos podía dar lugar a algo muy chulo. Al final tenemos unos tebeos de tollinas genéricos que sí que es cierto que nos dejan buenos momentos como Los Vengadores dando carpetazo a su relación con las Naciones Unidas (idea de bombero de Larry Hama) alegando que están más interesados en la burocracia que en tomar partido donde de verdad se les necesita. Vamos, toda una pulla a lo que hacen en el mundo real.
Sé que insisto mucho en que la popularidad de ambos equipos era dispar, pero es que solo había que fijarse en los dibujantes: Andy Kubert en X-Men y John Romita Jr. en The Uncanny X-Men y Steve Epting (en su etapa primeriza) en Avengers y Dave Ross en Avengers West Coast. Simplemente no hay color.
Un hombre llamado Proctor
Tras los trámites de rigor, Bob Harras tuvo la ocasión de seguir con la historia que había estado fraguando a fuego lento desde hacía dos años. Proctor volvía con un nuevo equipo de Recolectores en el momento menos propicio para los Vengadores. Con las tensiones a flor de piel entre Mercurio y Crystal, o sobre todo entre Sersi y el Caballero Negro (por el vinculo que le obligó a tener la primera), el guionista se marca un guion muy pasional con ciertas reminiscencias al dramatismo mutante propio de Chris Claremont. Estos episodios finales narran la encarnizada batalla final entre ambas facciones.
Puede que la idea de referirse a una colección como Vengadores con el calificativo de culebrón épico quede raro. Pero es que es tal cual. Desde la tensa relación de amor-odio de Sersi y Dane, pasando por la revelación de quién es realmente Proctor, todo queda perfectamente entramado en la telenovela que se marca Bob Harras.
Una etapa francamente divertida, reivindicable a más no poder, que además evidencia lo muy bien que conocía Harras el Universo Marvel y lo mucho que le gustaba, rescatando personajes y conceptos como los compañeros de raza de Sersi, los Eternos. Ahora de moda por su futura película (que espero se estrene algún día), aquí tenéis una ocasión cojonuda para conocer mejor a muchos de sus miembros.
Un volumen muy completo
A imagen y semejanza de los Epic Collection que Marvel publica en Estados Unidos, la edición de Panini incluye muchísimo material ajeno a la cabecera principal de Avengers. Lo más destacado sería el one-shot Caballero Negro: Éxodo (con dibujos de un muy prometedor Jimmy Cheung y guiones de Ben Raab) que sirve para cerrar algunos cabos sueltos del final de la etapa de Harras y que nos presenta las aventuras de Dane Whitman en un mundo artúrico muy acorde con la naturaleza original del héroe.
Menos brillante es la miniserie Avengers: Terminatrix (que como Lazos de Sangre nunca ha sido reeditada) que viene a ser una secuela de Ciudadano Kang (otra saga de anuales no reeditada hasta ahora), donde los protagonistas principales son Thunderstrike, Máquina de Guerra y USAgente. Los trasuntos de la trinidad vengadora por excelencia tuvieron ocasión de brillar en esta descafeinada limited que se acaba haciendo confusa y muy aburrida pese a que estaba escrita por Mark Gruenwald. Si acaso destacar el dibujo de Mike Gustovich, más que por su calidad intrínseca, por su gusto por un trazo más clásico sin dejarse llevar por los excesos imperantes en la recién nacida era Image del momento.
Como viene siendo habitual en la colección Marvel Héroes o en los Omnigolds, el material extra que incluye Vengadores: Lazos de Sangre es abrumador. Todo tipo de artículos y entrevistas de la época que contextualizan la creación y la publicación del mencionado crossover, ilustraciones, portadas, dibujos promocionales, la reproducción íntegra del estatuto de los Vengadores o el libro de fichas Avengers: Strikefile que estaba inédito en España hasta ahora. Los aficionados a los que les gusten este tipo de frikadas están de enhorabuena.
En definitiva. Un volumen que además de dejarnos el estupendo final de la etapa de Bob Harras en Vengadores sirve como representación de los excesos y tropos de una época tan convulsa como fueron los años noventa.