Hay que reconocer que cuando Dan Slott fue elegido como escritor de las aventuras de Tony Stark, se encontró con la colección a punto de caramelo. Brian Michael Bendis, su predecesor, dejó la serie en una especie de tabula rasa de lo más apetecible. Tras su “muerte”, en Civil War II, Iron Man volvía a la vida, tenía su empresa a su disposición y personajes secundarios previos como Riri Williams ya volaban por separado.
Así, Dan Slott se encontró con un escenario de lo más interesante. Tampoco habría que olvidar que el hecho de que el autor acabase narrando las peripecias de Tony Stark era cuestión de tiempo. Se nota, y mucho, que es un personaje que le gusta bastante, hasta el punto de que en su larga etapa en Amazing Spider-Man, casi llegó a convertir a Peter Parker en tu amistoso amigo y vecino Iron Man.
Yo soy Tony Stark
Sí, lo sé, la frase es “Yo soy Iron Man”. Pero que el nombre del alter ego del Vengador Dorado figure en el título no es para nada casual. Buena parte de los focos principales apuntan directamente a Tony. Este vuelve a ser un galán, un genio verborreico tan gracioso como hedonista, tan ingenioso como irritable. Pero lejos de centrarse en los aspectos más superfluos (pero no por ello menos definitorios del personaje) en su etapa Dan Slott decidió profundizar mucho más. Este primer volumen recopila los primeros catorce números de la antepenúltima serie regular del Hombre de Hierro. Se dice pronto, en apenas cinco años ha sido relanzada tres veces.
Antes de seguir entrando en materia, me gustaría aclarar que estamos ante una obra divertida y dinámica con mucho más que ofrecer de lo que parecería a simple vista. Que la agilidad de los diálogos repletos de chispa, los chistes y las situaciones chanantes no os confundan. Slott se mete en buenos fregaos con la intención de mostrarnos puntos de vista diferentes a todo lo que habíamos leído con anterioridad en Iron Man.
Si alguno recuerda Civil War II (aunque seguro que todos estáis tratando de olvidar ese crossover) sabrá que durante el transcurso de la historia tanto James Rhodes como Tony Stark murieron. Esta circunstancia podría haber sido abordada de pasada por cualquier guionista que no tuviera ganas de complicarse. Por fortuna para nosotros, Dan Slott no es de esos. Nuestros remozados, y resucitados héroes, tendrán que afrontar su resurrección asumiendo las consecuencias de la misma.
En el caso de Máquina de Guerra, que tampoco tendrá mucho misterio, seremos testigos de cómo sobrelleva su T.E.P con un severo ataque de claustrofobia cada vez que se vuelve a meter en la armadura. Lo verdaderamente interesante viene con Tony Stark. Para volver a la vida, nuestro protagonista transferirá su mente almacenada en un disco duro a un cuerpo físico clonado de sí mismo. Vamos, que se pega un formateo en toda regla.
Lejos de quedar en una mera anécdota, las circunstancias de este reseteo conllevan varias preguntas existenciales, hasta el punto que Tony Stark llegará a plantearse si el hecho de ser una copia informática implica que no tenga alma. Slott jugará con habilidad con esta circunstancia, que se convertirá en una de las señas de identidad de la cabecera durante su primer año.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
La duda existencial de la novela de Philip K. Dick que inspiró el filme de Blade Runner tendrá mucho peso en la trama. A lo largo de los años, hemos visto cómo muchos personajes de ficción, en especial villanos, eran inteligencias artificiales que llegaban a albergar sentimientos. Desde el T-800 de Terminator 2, pasando por La Visión. Tony Stark, como buen tecnócrata, ha estado rodeado siempre, hasta el punto de que Viernes, la I.A. de su armadura, ocupará su propio cuerpo robótico; o incluso que Yocasta sea la encargada de controlar que en la nueva Stark Solutions no se violen los derechos de las formas de vida no basadas en carbono.
Cierto es que Dan Slott no es Dick, ni Isaac Asimov, ni William Gibson. Al final, estos temas son tratados de manera superficial para acabar siendo diluidos en el maremagnum propio del cómic de superhéroes. No obstante, las pequeñas pinceladas que da son muy de agradecer, resultando en una suerte de metáfora con el mundo real actual donde la diversidad racial y de género está a la orden del día por mucho que a Vox, entre otros, les joda. Sin dejar de citar autores de ciencia ficción, más similitudes le veo con Ernest Cline, el escritor de Ready Player One. De hecho, el segundo arco está claramente inspirado por el libro que acabaría adaptando al cine Steven Spielberg.
Otro detalle muy de agradecer en Tony Stark: Iron Man es el plantel de secundarios: Amanda Armstrong, Bethany Cabe, el Hombre Máquina, Arno Stark (que protagoniza un episodio fascinante y escalofriante a partes iguales) o La avispa. Un plantel muy rico que a veces se pierde entre toda la locura y tecno cháchara con la que Slott trata de mostrarnos el día a día en Stark Ilimitado.
El tomo se completa con los consabidos Tie-Ins del evento de “La Guerra de los Reinos” con guionistas invitados como Gail Simone o Jim Zub (que echa un cable a Slott con algunos números). En dichos episodios vuelve a salir a la palestra el manido tema de “Tecnología VS Magia”. Nada nuevo en el horizonte en una historia que es completamente intrascendente en el devenir del mencionado crossover o de esta serie. A su favor hay que decir que se trata de una aventura ligera muy entretenida.
En resumidas cuentas, estamos ante una serie muy agradable de leer. Dan Slott apuesta, acertadamente, por la comedia de acción y ciencia ficción saliendo claramente victorioso de la contienda.
El grueso de los capítulos recopilados en este primer Tomo de Marvel Deluxe está dibujado por el italiano Valerio Schiti. Su estilo fresco y desenfadado le sienta de maravilla tanto a Tony Stark en su faceta civil, como a las diversas armaduras que viste. El resto del apartado artístico lo firman Max Dunbar, Gang Hyuk Lim o Paolo Villanelli con resultados cumplidores pero poco memorables.
La edición de Panini incluye varios artículos, una galería de portadas alternativas y páginas en blanco y negro.