Todo empezó allá por 2009. En ese año, durante el entorno Reinado Oscuro, Marvel encargó a un guionista prácticamente recién llegado, un tal Jonathan Hickman, que se encargara del tie in de la Primera Familia en el evento post-Invasión Secreta. Tras esta miniserie, este guionista, que llegaría a ser uno de los más importantes de la editorial, se encargó de la serie principal del grupo durante tres años, a los que siguieron otros tres en los Vengadores, en una macrohistoria que concluyó con las espectaculares Secret Wars de 2015. Durante el tiempo que duraron las últimas -por el momento- Guerras Secretas, todas las series de la editorial se pusieron en pausa, y se reanudaron cuando terminaron. Pero con el regreso de la continuidad oficial hubo una notable ausencia: los Cuatro Fantásticos, la serie que había dado origen al Universo Marvel más de cincuenta años atrás, no volvió. La familia Richards tenía obligaciones multiversales que cumplir y, por primera vez desde 1961, no tuvieron serie regular durante una larga temporada. Desde el final de Secret Wars hasta el nuevo número uno, ya con Dan Slott al frente, pasaron dos años y medio. Pero el regreso de una serie tan importante era demasiado importante como para hacerlo de cualquier manera, así que Marvel publicó una serie limitada de doce números en la que se preparaba el terreno: 2 en Uno, que tenemos ahora completa en un volumen Marvel Deluxe.
Se ha hablado mucho del motivo que llevó a Marvel para dejar sin serie mensual al grupo que supone los cimientos de este cosmos de ficción. Y sin duda, uno de ellos es el hecho de que, salvo la etapa de Jonathan Hickman y su predecesora, la de Warren Ellis y Bryan Hitch, la serie había estado muy poco inspirada en la década anterior a Secret Wars. Desde la recordada época de Mark Waid y Mike Wieringo, terminada en 2005, y hasta la llegada de Millar, pasaron por la serie Karl Kesel, J. M. Straczynski y Dwayne McDuffie encadenando varios años totalmente olvidables. Tras el final de Hickman, llegaron Matt Fraction y James Robinson, dos autores de sobrado prestigio que tampoco supieron cogerle el punto a la serie. En total, durante diez años habían pasado siete escritores y sólo dos habían escrito números que merecieran la pena de verdad.
El caso es que, para preparar el camino de vuelta de la primera serie del Universo Marvel, la editorial confió en Chip Zdarsky, un autor que ya se había encargado de interesantes etapas en Howard el Pato, Star-Lord o Espectacular Spiderman. Para ello, retoman la cabecera clásica Marvel Two In One, coprotagonizada por La Cosa, y ponen la mirada sobre Ben Grimm y Johnny Storm, los dos miembros de los 4F que se han quedado en la Tierra-616 mientras los Richards se han ido de epopeya multiversal. Y no sólo es que se sientan vacíos, que les falte algo… es que sus poderes están disminuyendo desde que se separaron de la otra mitad del grupo. Así que toca recorrerse el multiverso en busca de Reed y Sue (y los peques, claro), con un aparato que Reed dejó atrás para que lo usaran en caso de que fallecieran. Pero… los Richards siguen vivos, ¿verdad?
2 en Uno capta a la perfección el espíritu de lo que son los Cuatro Fantásticos sin realmente serlo en ningún momento. La exploración de los límites de la realidad -de todas las realidades- es una de las señas de identidad de los Imaginautas, y es lo que hacen Ben y Johnny en esta serie. Pero claro, hay que completar el mágico Cuatro: a Reed le sustituyen por Victor Von Muerte, que en ese momento estaba atravesando una fase heroica sustituyendo a Iron Man, y el lugar de Sue lo ocupa Rachna Koul, una bióloga especializada en seres superpoderosos creada ex profeso para esta serie.
La lectura en tomo de esta serie, sin tener que hacer pausas mensuales como en su publicación original en grapa hace cinco años, es mucho más satisfactoria que por entregas. Se aprecia, flotando por encima de toda la serie, la idea de que, aunque Ben Grimm puede ser el corazón de los 4F, Reed Richards es su cerebro, su imaginación, su fuerza creativa, y nos hace valorarle más a través de su ausencia. Quizás se le pueda poner el pero de que, justo a mitad de serie, hay un cambio de tono, y en lugar de seguir recorriendo tierras alternativas, Ben y Johnny se quedan varados en Tierra-18067, quizás esperando ya el inminente regreso del grupo. Tiene también un cambio visual, y Jim Cheung y Valerio Schiti, responsables de los seis primeros números, son reemplazados por Ramón K. Pérez (Cuento de arena, Ojo de Halcón), que hace un buen trabajo pero resulta un cambio demasiado brusco respecto al estilo de la primera mitad.
La sensación final que nos deja 2 en Uno es que el prólogo ha sido mejor que la historia que vendría tras estos números. Lo que hace Chip Zdarsky en estos números es más emocionante y más fiel a la esencia del grupo que lo que vino después de Dan Slott, que en su primera mitad no pasó de correcto. Aún así, teniendo ya de vuelta al grupo y perfectamente reestablecida su posición dentro del Universo Marvel, la lectura de este tomo que tenemos entre manos sigue resultando de lo más agradable.
