El tomo de Marvel Deluxe que hoy nos ocupa nos ofrece la primera mitad de la etapa de Christopher Cantwell en la cabecera del vengador dorado con el título de “Hierro Pesado”. En total tenemos por delante once números en los que asistimos al enésimo reinicio de uno de los personajes más importantes de Marvel fuera y dentro del papel… O al menos eso fue hasta 2019, año en el que se estrenó “Vengadores: Endgame”.

No creo que destripe a nadie la película si digo que el climax final de la batalla contra Thanos se saldó con el heroico sacrificio de Tony Stark usando el Guantelete del Infinito. De todas formas, si esto ha sido un spoiler para alguien, lo siento mucho. Pero si en cinco años no has visto la película es que no tienes mucha intención de hacerlo.

Dicho esto, llegamos al volumen seis americano de “Iron Man” y para llevarlo a cabo se contrata a Christopher Cantwell. Un escritor que viene de la pequeña pantalla, donde destaca como creador de la fantástica serie sobre una start up ambientada en el Silicon Valley de los primeros ochenta: “Halt And Catch Fire”. También fue productor de la fallida adaptación de “Paper Girls”. El caso es que parecían buenos mimbres para un personaje tan tecnócrata como Iron Man. A esto hay que sumarle que el hecho de que el vengador de hierro estuviera muerto en la gran pantalla allanó bastante el camino para cualquier guionista, que ya no tendría la necesidad de estar con un ojo puesto en la trayectoría audiovisual del personaje interpretado por Robert Downey Jr.

En etapas anteriores a “Hierro pesado” pudimos ver a Brian Michael Bendis matar al personaje, convertirlo en una IA y resucitarlo en un nuevo cuerpo. También asistimos a loca etapa en la que Dan Slott abrazaba la ciencia ficción en un puñado de números en los que la tecnología primaba sobre el hombre. Tras estos precedentes, llega Christopher Cantwell para ofrecer una versión completamente distinta de Iron Man, en una vuelta a los orígenes que recuerda bastante a la mítica etapa de David Michelinie y Bob Layton.

En “Hierro pesado”, Cantwell pone el foco en el hombre más que en la armadura. Aquí lo importante es Tony Stark y no Iron Man. Para ello, sume al multimillonario en una profunda crisis existencial que le hace desligarse de la empresa que fundó y simplificar su armadura muchísimo en lo referente a sofisticación y número de gadgets. Un diseño realizado por Alex Ross que resulta muy atractivo gracias a su evidente regusto clásico.

Siguiendo con la armadura, me ha gustado mucho cómo Cafu (el artista titular de esta etapa) muestra su evolución y desgaste después de cada batalla en lugar de autorrepararse por arte de magia como siempre hemos visto. Así, la segunda piel de Tony es representada como algo imperfecto, una clara metáfora sobre la imperfección del ser humano que la porta.

Es cierto que el ritmo de estos primeros once números es lento. Cantwell opta por narrar “Hierro pesado” poco a poco. Disfrutando de los detalles y deconstruyendo a Tony Stark/Iron Man hasta hacer una amalgama de ambos (si leéis la historia sabréis a que me refiero), pero donde el hombre prima sobre el metal.

Como toda gran etapa que comienza, en “Hierro pesado” hay un villano de excepción, que no es otro que Korvac. El ser de poder cósmico ha regresado de cuando en cuando desde su mítica primera saga. No obstante, esta es la primera vez que se le trata con el respeto y cuidado que se merece. Cantwell ofrece un antagonista que no se considera tal y que cree que la humanidad (así como todo el universo) solo puede mejorar y prosperar si lo hace bajo sus términos.

Para enfrentarse a una amenaza de tal calado, Iron Man echará mano de un puñado de secundarios del Universo Marvel. Esto acaba siendo uno de los puntos flacos, pues la manera en que los escribe no puede ser más genérica, resultando totalmente intercambiables con una salvedad: la Gata Infernal. Patsy Walker es un gran aliciente en “Hierro pesado”. El escritor la usa de vehículo para poner los puntos sobre las íes a Tony Stark, no dudando en llamarle ególatra narcisista con una gran necesidad de ser aceptado. Lo dicho anteriormente, un ser imperfecto.

Por lo general estamos ante un puñado de aventuras que saben a poco y da la sensación de que el guionista quiere contar una historia mucho más ambiciosa de lo que es en realidad. Su representación del personaje de Tony Stark me parece brillante y consecuente. Por contra, no me terminan de convencer los escenarios escogidos para desarrollar esta epopeya hasta el punto de que podemos llegar a olvidarnos quien es el gran villano de la función.

Menos mal que contamos con nuestro compatriota Cafu para dar vida al texto de Cantwell. El artista realiza su trabajo más importante en Marvel hasta la fecha, demostrando su elegancia y excelente narrativa en cada página. Además, de los once números solo falta a la cita en un par de ocasiones, que es suplido con eficacia por Ángel Unzueta. El color viene dado por Frank D’Armata, que opta por una paleta de colores con tonos planos y fríos que le sienta muy bien a la historia, aunque a veces le da cierto aire de artificialidad.

Eso sí, da gusto leer casi una docena de episodios de una misma serie sin encontrarte con algún crossover.

En fin, seguiremos atentos al segundo recopilatorio de la etapa, a ver como remata Cantwell la faena. De momento le vamos a dar un bien con opciones de llegar a notable.