No es rara la figura del guionista que se lleva sus conceptos de cabecera en cabecera. Ya sólo en Marvel son célebres, por ejemplo, los casos de Jim Starlin o Peter David. Incluso en tiempos más recientes, seguimos viéndolos en otros como Donny Cates o Jonathan Hickman y quizá otro de los casos más notorios podría ser Al Ewing. Es por esto que podemos perdonar, por justificada, la pequeña jugarreta que nos hace Panini cuando en este primer tomo de Guardianes de la galaxia de Al Ewing, más de la mitad no pertenece a la cabecera principal.
Este tomo contiene sólo los cinco primeros números de el sexto volumen 6 americano de Guardians of the Galaxy y todo lo que queda hasta completar sus 264 páginas corresponden a la miniserie de Mapache Cohete, tres años anterior. Así, realmente los Guardianes de la galaxia de Al Ewing comenzarían en 2020, pero Mapache Cohete estaría fechada en 2017. Tenemos pues dos contextos muy distintos para los personajes, un Al Ewing en dos momentos completamente diferentes de su carrera y, de manera mucho más evidente, dos dibujantes distintos.
De este modo en primer lugar tendremos que ubicarnos en 2017. Era el año de intentar revivir la inesperada gloria del año 2014 con el estreno de la primera película. Llegaba a los cines la segunda parte y en Marvel relanzaban su serie rebautizada como All-new Guardians of the Galaxy, con Gerry Duggan y Aaron Kuder. Pero los Guardianes ya empezaban a tener peso como para salir de su serie y convertirse en franquicia y, así, llegaba la serie animada de Rocket y Groot y, en los cómics, parecía buena idea dedicarle una miniserie a Mapache Cohete, quien competía en popularidad con Star Lord, muy por encima del resto de sus compañeros. Con todo esto, se unían un guionista británico que llevaba unos pocos años empezando a despuntar en Marvel y un dibujante que se estrenaba por primera vez en la Casa de las ideas. No parecía una apuesta en la que Marvel pusiera excesivo empeño, pero la verdad es que el resultado supera ampliamente las expectativas.
La miniserie que abarca toda la primera parte de Marvel Deluxe Guardianes de la galaxia de Al Ewing tienen un poco de todo. Básicamente es una heist movie, pero tiene tintes de genero negro, ciencia ficción loquísima, drama carcelario — con su correspondiente fuga, por supuesto —, femmes fatales, tramas industriales, vistazos al pasado y hasta a Masacre, pero sobre todo una faceta en la que no estamos acostumbrados a ver a Ewing y que resulta manejar con una gracia inesperada: el humor.
Rescata además conceptos como el de la Tecno-red, aquel peculiar grupo de cazarrecompensas popularizado en Excalibur, surgido de la cabecera del Capitán Britania, de Jamie Delano y Alan Davis, aunque nacido del germen de la Ejecutiva Especial que Alan Moore y David Lloyd crearan para Doctor Who. Cohete recluta a una sección escindida de esta Tecno-red para un golpe en una fortaleza impenetrable y, spoiler, no terminará de salir como esperan.
Esta historia destila acción y cariño por los tópicos del género negro y las pelis de robos, pero tambien una versión tal vez un poco más blandita de la ironía y la mala baba de los tebeos de 2000 AD con los que Ewing se crió y hay incluso guiños explicitos a Juez Dredd o Tharg. Esto es un totum revolutum donde caben John Wagner, Alan Moore, Guy Ritchie, los Monthy Python y cada pieza de cultura pop británica que pueda haber en la cabeza de Al Ewing.
Sin embargo, el canadiense Adam Gorham nos lleva al otro lado del charco con su trabajo gráfico tal vez un tanto irregular. Combina momentos bastante impresionantes y muy impropios de la falta de veteranía que tenía por aquel entonces con páginas resueltas de forma muy precipitada. Mapache Cohete es el primer trabajo en Marvel de un Gorham que apenas contaba con un puñado de trabajos anteriores, como las Tortugas Ninja, en IDW, o Dead Drop, en Valiant. Es por eso que que sus falta de regularidad bien podría deberse a las prisas de un sistema de trabajo como el de Marvel, en el que acababa de aterrizar. Su estilo es una extraña amalgama de toques cartoony con un acabado sucio, que resulta bastante refrescante cuando puede poner toda la carne en el asador, pero evidencia sus carencias cuando dibuja con menos mimo.
Y con esto saltamos tres años para la segunda parte y no podemos encontrarnos un tebeo más distinto. En medio, para los Guardianes ya ha pasado todo aquello de Las guerras del infinito y toda la etapa de Donny Cates. El Ewing que nos encontramos aquí ya no es un guionista prometedor, sino una estrella encumbrada por su Inmortal Hulk. El tono elegido es mucho más grave, sombrío y grandilocuente y el estilo del ovetense Juann Cabal no tiene absolutamente nada que ver con el de Gorham.
Arrancamos con unos Guardianes que han abandonado sus aventuras en el espacio para vivir como una verdadera familia, lo que los lleva a rechazar la petición de ayuda de Nova. Una extravagante nueva versión kree de los dioses olímpicos amenaza una ya de por sí frágil sociedad kree al borde de la guerra civil. Pero puede que no todos declinen su oferta y por su cuenta y riesgo y a espaldas del resto, Cohete y Star Lord partirán rompiendo algo que puede que nunca pueda ser reconstruido. El resto del grupo para esta misión se completará con las versiones de una realidad alternativa de Dragón Lunar y Phyla-Vell y la extravagante última iteración de Marvel Boy, que crearan Grant Morrison y J.G. Jones arrancando este siglo.
Aunque no llega a abandonar del todo el humor y tendrá sus momentos, es la gran ópera cósmica la que se apodera de la historia en esta segunda parte de Guardianes de la galaxia de Al Ewing. Es un Ewing que se deja llevar mucho más por lo que algunos considerarían vicios y otros marcas de fábrica. Vuelve a recurrir a rincones recónditos de la continuidad y se permite ponerse rarete como a él le gusta. En esta ocasión podríamos llegar a verle algunos dejes de Jodorowsky, mezclando el drama, la ciencia ficción y conceptos abstractos. Deja también de fondo un cierto discurso sobre el enfrentamiento de lo viejo y lo nuevo, que tal vez nunca termina de tomar el primer plano, pero que aparece de forma reiterada.
Para cuando Ewing se pone espeso no basta con cualquier dibujante, pero además aquí cuenta con un Juann Cabal para el que la mejor manera de calificarlo es como absolutamente eficaz, tal como ya había demostrado antes en Lobezna o Friendly Neighborhood Spider-Man. No malgasta ni una sola línea, pero sabe tanto ser sobrio como desarrollar grandes escenas de acción e incluso ponerse tambien rarito a nivel narrativo cuando hay que seguirle el juego a Ewing. Sin un solo aspaviento más de lo estrictamente necesario, Cabal se adapta a lo que cada escena requiera como si no le costase lo más mínimo.
Pero todavía no hemos explicado por qué resulta completamente explicable que Panini haya ocupado más de la mitad del tomo con la miniserie del Mapache Cohete y es que, por más que los Guardianes de la galaxia de Al Ewing y Juann Cabal empiecen de ese modo tan grave, extravagante, ampuloso y opuesta al tono de Mapache Cohete, pasada la presentación se las apañarán para retomar las tramas sembradas en la miniserie inicial y hacer de ambas series una sola. ¿Que cómo se las apañan Ewing y Cabal? Pues eso ya tendréis que leerlo.