Pues en poco menos de un año Panini Cómics ha publicado todo el material de X-Statix en dos omnibuses. Hoy me dispongo a hablaros del segundo de ellos. Un voluminoso tochal de más de setecientas páginas (un 30% más que su predecesor) que, como es lógico, también ha salido más caro, pues su precio se ha elevado hasta los setenta euros. Ahora bien, esta es de las veces que podemos decir que el material merece muchísimo la pena.
X-Statix una rara avis mutante
Aparecida en una época de renovación editorial, X-Statix (recordemos que nació como “evolución” de X-Force) supuso el regreso de Peter Milligan a Marvel años después de haber firmado algunos trabajos alimenticios la mar de olvidables, como la primera serie regular de Elektra o la primera miniserie protagonizada por Magneto. Ahora bien, en esta segunda venida llegó acompañado de nombres como J.M. Straczynski, Garth Ennis o Grant Morrison. Un plantel de guionistas reunido por Joe Quesada que, tirando de agenda, nos brindó uno de los períodos creativos más interesantes y de mayor calidad de cuantos ha tenido Marvel en sus más de ochenta años de historia.
Me sigue flipando mucho el trabajo de Peter Milligan y Mike Allred en X-Statix veinte años después. En su momento ninguna serie mutante (ni Marvel) había ofrecido una mirada tan ácida y crítica al mundo de la actualidad. Y, lamentablemente, ninguna lo ha vuelto a hacer. Estos resultados solo fueron posibles gracias a la libertad creativa con la que contaron escritor, dibujante y colorista. Con la imaginación como única limitación, fuimos testigos de un desfile de personajes que abrazaban la esencia de un equipo como la Patrulla X y elevaban sus virtudes a la enésima potencia.
Si en los sesenta ser diferente era motivo de desconfianza (gracias sobre todo al miedo impuesto por la Guerra Fría), para los X-Statix es la puerta hacía el éxito. Aquí los mutantes no son odiados por el hombre, son odiados por los ratings de audiencia y las encuestas de popularidad televisiva. Aquí no hay peligro de ser atacados por Magneto y su hermandad de mutantes diabólicos. No, aquí el peligro reside en caerle mal a la gente. Eso significa un descenso en los beneficios económicos y si estos caen, la esperanza de vida también.
La parodia y sátira (todos los guiones de Milligan están siempre caminando por esa delgada línea que separa ambos conceptos) que se hace a los reality shows (en 1999 debutó “Gran Hermano” en la televisión holandesa) que tan al alza estaban en esa época es magistral. Pero lejos de contentarse con eso, Milligan y los Allred (porque no debemos olvidarnos de Laura, colorista y esposa de Mike) deciden cargar una ametralladora Gatling con mucha mala leche, y disparar a discreción contra problemas reales como la adicción a la fama, la creación de falsos ídolos, la codicia o la explotación comercial de cualquier concepto cuyo fin original no fuera ese como bien podrían ser las habilidades de los miembros de X-Statix.
De hecho, el primer arco argumental incluído en este volumen versa precisamente sobre esto, ya que uno de los principales miembros del grupo puede haberse vuelto problemático. Debido a esto no existen lealtades ni amistades, y si hay que ser expeditivo pues a tomar por saco todo. Las implicaciones morales que imprime el escritor a la historia son sencillamente fascinantes por su fácil extrapolación al mundo real. En estos momentos la sátira se difumina para dejar paso a una mordaz crítica a la sociedad actual.
Comentaba antes que X-Statix solo fue posible debido a que desde el staff editorial no les pusieron trabas a nada. Quien sabe si a propósito o no, Milligan decidió tensar la cuerda hasta el punto de escribir la historia “Di another day” con la que pretendía incluir a la fallecida Lady Di en la alineación principal de la serie. La casa real británica se enteró y al final no pudo ser… O sí, porque Milligan se limitó a cambiarle el nombre y la profesión y los Allred el peinado y el color del cabello pero TODOS sabíamos lo que estábamos leyendo. Hasta este punto llegaron las ganas de transgredir y experimentar de este grupo de autores.
Ahora bien, aunque no lo parezca, X-Statix es un título superheroico hasta la médula, ofreciendo romances imposibles, cliffhangers de infarto, revelaciones, deserciones o enfrentamientos con otros supergrupos de Marvel. Leyendo bien cada episodio uno se da cuenta del profundo conocimiento del género que atesora Peter Milligan, mucho mayor de lo que seguramente le gusta reconocer.
Claro, que esta serie no sería lo que es de haber sido dibujada por un artista distinto a Mike Allred. Cada página de X-Statix es una bofetada de delirio pop que, como aficionados, recibimos con alborozo. Sus composiciones imposibles, sus figuras llenas de plasticidad y la vivaz paleta de colores de Laura Allred consiguen que parezca que estamos ante un catálogo de arte pop. En serio, una maravilla.
El carácter completista de estas ediciones ómnibus nos da la oportunidad de leer también diversos proyectos paralelos a la serie principal de diferente interés. A destacar los dos más largos: una miniserie de dos números protagonizada por Lobezno y Doop con dibujos de Darwyn Cooke y una limitada de cinco con arte de Nick Dragotta centrada en Chica Muerta. La primera es una macarrada detectivesca en clave noir y la segunda una maravilla que se mofa de las muertes y resurrecciones del cómic de superhéroes con unos resultados muy divertidos.
En definitiva, puede ser caro, pero ofrece lectura en abundancia y con mucha miga. X-Statix es uno de esos tebeos que deberían estar en las estanterías de todos los aficionados.
La edición se completa con varios textos de Lidia Castillo, una galería de portadas originales y un epílogo de Peter Milligan y MIke Allred.
Por cierto, que hace unos años se publicó un one-shot, también a cargo de Miligan y Allred, para conmemorar el aniversario de Marvel, que fue incluído por Panini en el primer tomo de X-Celentes, miniserie que verá su continuación publicada este mismo mes de enero.